José Ortega y Gasset nacíó en Madrid en 1883 y estudió filosofía en Madrid como para después visitar varias universidades alemanas. Allí Entra en contacto con el vitalismo de Nietzsche, en neokantismo, la fenomenología de Husserl y el historicismo de Dilthey. Entre sus obras más importantes destacan: “La Rebelión de las Masas”, “El Tema de Nuestro Tiempo” y “Meditaciones del Quijote”. A lo largo de toda su obra, aparte de diversos problemas filosóficos, Ortega trata el problema de España, pues creía que debía luchar para conseguir la apertura de España a Europa, pues Europa y su ciencia eran necesidades para España.
La doctrina filosófica más original de Ortega es el raciovitalismo.
Es una teoría del que parte de la vida;
Es un punto medio entre el Racionalismo y el vitalismo: Reconoce el valor de la razón y la intuición Y las pone al servicio de la vida. Además defiende la estrecha relación entre razón y vida, y entre razón e historia. Esta teoría se funda en el concepto de razón vital, el cual significa que para Ortega. La vida es la realidad radical. El hombre, al ser un ser vivo no puede existir independientemente del mundo que le rodea (es el ser-en-el-mundo de Heidegger). Por tanto, se entiende que el concepto de razón vital englobe a la vez el concepto de razón y de vida.
La razón vital es constitutivamente histórica, pues no es un hecho acabado, sino que cambia continuamente. Históricamente ha triunfado siempre la razón pura sobre la razón vital. Sin embargo actualmente la tarea es ir convirtiendo la razón pura en razón vital. Razonar significa referir algo a la totalidad de mi vida. La vida, cuando se inserta en su contexto, es cuando se razona y se entiende. Por eso mismo la vida misma funciona como razón. La vida es un proyecto que se planifica en el presente y que tiene como fin llegar a ser uno mismo, por lo que vivir es un constante quehacer (futurición).
La razón vital e histórica permite a Ortega desarrollar la dimensión social de la vida humana, así opina que la vida del hombre no tiene naturaleza, pues es un continuo quehacer, sino historia. La tarea de nuestro tiempo es vivir el presente como parte de nuestra propia historia, aceptando sus retos. Por otra parte, en nuestro tiempo coexisten varias generaciones, Cada cual tiene dos dimensiones: recibir lo vivido, aprendiendo de las otras generaciones; y el fluir de su propia espontaneidad. Además, en nuestro tiempo será el fenómeno de las masas: en cada generación Hay dos tipos de personas: una minoría selecta (la elite), formada por hombres que ayer creadores de un proyecto de vida y cuya misión es dirigir al resto; y las masas, Que ande obedecer a las élites. De aquí surge el problema de España, su invertebración, España es el problema y Europa la solución, hay que ir a Europa para europeizar España
Al abordar el problema de la verdad, Ortega y Gasset defiende un perspectivismo, cero un el cual no hay un solo punto de vista absoluto sobre la realidad, sino de diversas perspectivas complementarias, habiendo tantas perspectivas como individuos. Esta postura es consecuencia del raciovitalismo:
La razón y la vida son los componentes fundamentales de la realidad. De ahí que únicamente podamos conocer la forma en el que una determinada realidad se nos presenta en un momento concreto, es decir, no conocemos la realidad total, sino la realidad tal como se nos presenta a nuestra perspectiva .Está perspectiva se impone a un doble nivel: individual, pues cada uno de los sujetos humanos ve el mundo desde su propia óptica; e histórico-social, pues cada pueblo o cultura también percibe de un modo determinado la realidad.
Este perspectivismo no es un relativismo, puesto que mantiene existe la verdad aunque sólo pueda ser captada parcialmente, desde una perspectiva individual o colectiva, y por tanto existen visiones parciales de la realidad. Estas visiones necesitan complementarse mutuamente, aunque todas las perspectivas son verdaderas. Por tanto, Ortega con esta doctrina del perspectivismo se opone al Racionalismo, que defiende la existencia de verdades absolutas; y al escepticismo que niega las verdades absolutas. Para Ortega la verdad es absoluta, y la realidad, relativa en relación con la perspectiva desde la que se llega a ella. Además, al tratarse de una teoría del conocimiento que supone un sujeto y un objeto, supera la tradicional oposición entre Realismo e idealismo.
Con respecto a la antropología, Ortega afirma que el hombre es un ser con el mundo, que coexiste con el mundo. Por tanto no puede disociarse del mundo y se debe partir de esta unidad para estudiar tanto yo como al mundo. El mundo es un ámbito exclusivo del hombre y está compuesto por realidades naturales (lenguaje, símbolos, cultura…). Este mundo humano es lo que Ortega denomina la circunstancia. La existencia auténtica del hombre consiste en hacerse cargo de la situación en la que está (“Yo soy yo y mi circunstancia”).
La existencia humana consiste pues, en vivir el mundo que nos ha tocado, ocupándonos de las cosas del mundo: amándolas o despreciándolas, ignorándolas, o percibíéndolas. Esta tesis según la cual el individuo no es él sin sus circunstancias, efectivamente limita la libertad del hombre. Sin embargo, Ortega afirma, que nuestra circunstancia nos permite márgenes de acción, pues dentro de las circunstancias también están las posibilidades de las vidas, ante las cuales no queda más remedio que elegir. De ahí que para el hombre la vida sea un problema: el hombre ha de hacer con su vida lo que ha proyectado ser.
En lo que al tema de Dios se refiere, Ortega es agnóstico. Esta postura la defiende gracias a su perspectivismo en concreto gracias a la distinción entre ideas (representaciones de la realidad, que podemos valorar, someter a crítica y examinar) y creencias (representaciones de la realidad, que se instalan en nosotros, de un modo imperceptible, por la presión social). Así, “Dios” puede ser una idea que muchos consideran como verdadera y existente, mientras que otros piensen que es una idea falsa-pero una idea al final cabo-y carente de realidad.