Con el Racionalismo comienza la filosofía moderna.
Esta corriente es iniciada por Descartes y se desarrolla en la Europa continental fundamentalmente durante el Siglo XVII. El Empirismo, se desarrolla en Gran Bretaña algo después, desde avanzado el Siglo XVII hasta bien entrado el XVIII, y tiene como autores más representativos a Locke y Hume. El tema fundamental para ambas corrientes es la naturaleza y alcance del conocimiento
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La proliferación y contradicciones de los sistemas filosóficos anteriores y, en contraste con ello, el avance seguro de la ciencia moderna, les lleva al intento de establecer el conocimiento y la filosofía sobre bases seguras y estables. Esto no quiere decir que estas filosofías sean meras teorías del conocimiento, pues los autores racionalistas y varios empiristas desarrollan desde ahí una completa teoría de la realidad, sino que el del conocimiento es previo a cualquier otro problema. El establecimiento de estas bases se hace desde la plena confianza en la razón como facultad de conocer.
Frente a la tradición anterior en la que vemos una subordinación de la razón a la fe, la filosofía moderna se caracteriza por la afirmación de la autonomía de la razón
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Ninguna instancia ajena a la propia razón, ni la fe, ni la tradición, ni autoridad alguna diferente de ella misma, puede limitar su ejercicio. La razón es el principio desde el que se fundamenta el conocimiento y desde el que se trata de responder a todas las cuestiones filosóficas. Asentar el conocimiento sobre bases sólidas exige no sólo apelar a la razón como fundamento, sino usar ésta adecuadamente, emplear el método correcto. No cualquier uso de la razón produce conocimiento, hay que usarla, y bien. Y así como la ciencia moderna sirve de ejemplo de conocimiento sólidamente construido frente a la tradición filosófica, también y por ello la matemática y las ciencias experimentales son el modelo metodológico de estas corrientes filosóficas modernas.
El Racionalismo apela al método deductivo de las matemáticas y el Empirismo al papel definitivo de la experiencia en el conocimiento.
Una discrepancia básica entre Racionalismo y Empirismo reside precisamente en el problema del origen del conocimiento y el papel que en él juega la experiencia
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El Racionalismo manifiesta una desconfianza en ésta, en la información de los sentidos como fuente de conocimiento sólido, de modo que establece que el conocimiento se construye deductivamente desde ideas innatas, ideas que la razón posee con independencia de la experiencia. El Empirismo, que en buena medida es una crítica a esta concepción racionalista, señala que no hay ideas innatas, sino que todo conocimiento encuentra en la experiencia su origen y su límite.
Parte Descartes del problema de la seguridad de nuestros conocimientos. ¿Hay algo que pueda ser conocido de un modo cierto? El único modo de llegar a conocimientos sólidos es usando bien la facultad de conocer, la razón, empleando el método adecuado. Según Descartes es el método matemático. En efecto, de todo el panorama del saber en su tiempo sólo la matemática es un conocimiento sólido. Ello se debe a que usa bien la razón: parte de unos principios evidentes, que los matemáticos llaman axiomas, y desde ellos se procede con rigor deductivo demostrando el conjunto de verdades matemáticas, el conjunto de teoremas.
Conocimiento indudable de los principios y rigor en las demostraciones son, pues, las claves del éxito de la matemática, y lo son porque siempre que usamos así la razón el resultado es un conocimiento seguro. Se trata, por consiguiente, de extender tal proceder, hasta ahora limitado al ámbito de la matemática. Dos son únicamente los modos de obtener conocimiento seguro, por intuición y por deducción, pues, de acuerdo con el método, conocemos con seguridad cuando deducimos con rigor desde verdades intuidas con certeza. Buena parte de nuestros conocimientos los obtenemos por deducción desde otros anteriores. Ha de haber, sin embargo, algún conocimiento que no sea deducción, pues de otro modo no habría deducción alguna, sino conocido directamente, conocido por intuición. La intuición es un conocimiento que tiene una singular importancia, pues al ser el principio desde el que partimos, si no es un conocimiento absolutamente seguro, tal duda se transmitirá al saber desde ella deducido. La intuición es un conocimiento evidente y no deducido, “un conocimiento tan claro y distinto que sobre él no quepa la más mínima duda”. Claridad y distinción son los requisitos de esa evidencia. La claridad se refiere a la fuerza y nitidez con la que ha de presentarse ese conocimiento al espíritu. La distinción, a la precisión de límites de una idea frente a otras. Para buscar esa posible intuición clara y distinta, ese principio sobre el que poder deducir el sistema del saber, propone un análisis de todos nuestros conocimientos para ver si entre ellos alguno reúne los requisitos exigidos. Tal análisis se lleva a término mediante un proceso de duda. Esta duda, pues, no debe ser interpretada como una duda escéptica, sino como una exigencia del método.