Relación entre Razón y Fe en la Edad Media

Antes del siglo XIII, las relaciones entre razón y fe se entendieron mayoritariamente en la línea de Agustín de Hipona. Se insistió en que la razón servía para contribuir a esclarecer los contenidos de la fe y se utilizó como herramienta técnica al servicio de la teología, lo que dio origen a la frase “la filosofía es la esclava de la teología”. Se pensaba que la fe era un don de Dios, pero que sería dejadez no emplear la razón para comprender el contenido de la fe. En algunos autores se agudizó la insistencia en la necesidad de creer para poder entender.

Anselmo de Canterbury

Anselmo de Canterbury, un monje italiano del siglo XI que vivió la mitad de su vida en Francia y acabó siendo obispo de Canterbury, defendió la unión entre la verdad de la razón filosófica y la verdad de la fe revelada, pero en el sentido de subordinación incondicionada de la primera a la última: sin fe no hay verdadero conocimiento. “Creo para poder entender”.

A partir del Siglo XIII

Al conocer el aristotelismo árabe fue imposible seguir con esta valoración de la razón. La obra que habían desarrollado los pensadores árabes, sobre todo Avicena y Averroes, demostraba que la razón es una facultad capaz, por sí sola, de proporcionar al hombre una visión unitaria del universo, incompatible con la de la fe. Esto hizo que vieran la necesidad de separar la filosofía y la teología. La teoría de la “doble verdad” había impuesto a los pensadores cristianos la necesidad imperiosa de replantear el problema de las relaciones entre razón y fe sobre bases distintas a las del agustinismo.

Tomás de Aquino

Tomás de Aquino mantiene que la filosofía y la teología son dos ciencias distintas, con objetos, métodos y criterios diferentes, y que cada una en su propio campo es autónoma y autosuficiente. La filosofía, al igual que la teología, puede llegar a la verdad en los temas de que se ocupan. La diferencia con los pensadores anteriores es clara, ya que hasta el siglo XIII se pensaba que la razón no podía encontrar por sí sola la verdad y necesitaba de la fe. Pero Tomás trata de concordar la razón y la fe. Afirma que cuando el objeto de la filosofía y el de la teología coinciden, necesariamente tiene que existir armonía entre lo que descubre el filósofo y lo que afirma el teólogo.

Siglo XIV: El Fin de la Escolástica

Desapareció la confianza en la posibilidad de armonizar la filosofía y la teología porque los hombres de este siglo poseían una visión de la razón diferente a la de los pensadores anteriores. Influidos por el ambiente de valoración de lo individual que se respiraba en la Universidad de Oxford, pensaban que el único conocimiento capaz de hablar de lo real y de garantizar la existencia de una realidad es el conocimiento intuitivo. El conocimiento abstracto solo es capaz de establecer relaciones entre ideas sin ninguna garantía de que esa relación se dé en la realidad. Luego, intentar apoyar el dogma en argumentos racionales es una empresa condenada de antemano al fracaso. El dogma solo se puede fundamentar en la revelación y tratar de justificarlo racionalmente lo desluce. Esto termina en Guillermo de Ockham. “Una religión revelada es aquella en la que Dios revela la verdad a un profeta”. Este planteamiento de verdad revelada será diferente al llamado “Dios de los filósofos” que irá apareciendo en los siglos siguientes. Pues ese Dios llega solo a partir de una especulación filosófica.

El Argumento Ontológico de San Anselmo

Es el primer pensador escolástico. Obras: Monologium y Proslogion. Él pasó a la historia por haber sido el primero en formular una prueba de la existencia de Dios a partir de la idea misma de Dios. Se trata de un argumento que fue bautizado por Kant como argumento ontológico. Comienza determinando el contenido de la fe: Dios es “algo tal que no se puede concebir nada mayor”.

División del Argumento:

  • Una vez que se parte de la noción religiosa de Dios, el problema es si existe un ser de esas características.
  • El primer paso pretende hacer ver que tal ser existe en el pensamiento del ateo: todos tenemos en la mente el concepto de Dios puesto que entendemos lo que la palabra quiere decir.
  • El segundo paso: aplicación del principio según el cual la existencia en la realidad implica mayor perfección que la existencia solo en el pensamiento.
  • Conclusión: ese ser perfectísimo al que llamamos Dios ha de existir no solo en el entendimiento sino también en la realidad. Podemos reformular el argumento: la idea de Dios, por definición, es un ser que posee todas las perfecciones en grado sumo; ahora bien, existir es una perfección, por tanto, la existencia forma parte de las perfecciones divinas, luego Dios existe realmente.

La argumentación descansa sobre los siguientes supuestos básicos:

  • Presupone la idea de Dios suministrada por la revelación.
  • Implica la identidad del orden lógico con el orden real.
  • Considera la existencia divina como un atributo o perfección.

Las Cinco Vías de Tomás de Aquino

Representa a la perfección el esplendor del pensamiento escolástico. Su obra contiene todas las reflexiones que preocupaban en aquel momento; junto a la demostración racional de la existencia de Dios se preocupó por clasificar las relaciones entre razón y fe que, siendo campos completamente independientes, presentan zonas de confluencia (preámbulos fidei: verdades reveladas pero que son también accesibles por medio de la razón). Siguiendo a Aristóteles, nuestro autor considera que todo conocimiento humano empieza por los sentidos; por esa razón, la demostración de la existencia de Dios solo puede hacerse partiendo de las criaturas, de lo que vemos y observamos en este mundo. Se llama a posteriori porque parte de los efectos de la creación para llegar a su causa. El argumento sigue un orden inverso al del orden lógico al orden real, a lo que nadie está legitimado; además, considera Aquino, frente a San Anselmo, que la idea de Dios no está naturalmente implantada en la mente de todos los hombres, ya que si así fuese no sería necesaria su demostración.

Cinco Vías:

  • X tiene una causa.
  • Esa causa es lo que llamamos Dios.
  • Luego, Dios existe.

El esquema seguido es el siguiente:

  1. Punto de partida: un hecho de la experiencia.
  2. Recorrido: se aplican dos principios tomados ambos de la física aristotélica:
    • a) Principio de causalidad: todo hecho tiene necesariamente una causa.
    • b) Principio de imposibilidad en una serie infinita de causas.
  3. Conclusión: esa causa primera es Dios, luego Dios existe.

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