Renacimiento, Revolución Científica y el Pensamiento de Descartes: Un Recorrido Filosófico

Renacimiento y Revolución Científica

El Renacimiento fue un movimiento cultural que surgió en Italia en el siglo XIV, caracterizado por el deseo de retornar a la cultura grecolatina.

El Renacimiento estuvo marcado por cambios fundamentales: económicos, como el inicio de la industria; sociales, con la aparición de la burguesía; religiosos, con la ruptura de la unidad religiosa dividiéndose en católicos y protestantes; y culturales, con la pérdida de poder de la Iglesia y las innovaciones tecnológicas como la pólvora y la imprenta.

El nuevo plan de estudios se conoce como “El Humanismo”, centrado en el hombre y con el antropocentrismo como eje, oponiéndose al teocentrismo medieval. El humanismo tenía como objetivo la formación de intelectuales en poesía, retórica, historia y filosofía. Leonardo Da Vinci es uno de sus representantes destacados.

En esta época, también se produjo la Revolución Científica, un periodo comprendido entre Copérnico y Newton. Surgieron varias características, como el nuevo modelo mecanista que entiende la naturaleza como fenómenos explicados por las leyes naturales. Otra característica es el nuevo método hipotético-deductivo, que entrelaza la experimentación y la observación con la deducción. Finalmente, la ciencia adquiere autonomía, es pública y controlable, logrando un conocimiento racional de la realidad material a través de la experiencia.

Características del Racionalismo

En el siglo XVII surgieron dos grandes corrientes del pensamiento: el Racionalismo, de la mano de Descartes, y como respuesta, el Empirismo, defendido por Locke y Hume.

El Racionalismo se estableció en el continente europeo, con defensores como Descartes, Spinoza y Leibniz. Esta corriente defiende que los conocimientos válidos proceden de la razón y que conocemos a través de ideas innatas, presentes en nuestra mente desde el nacimiento. Gracias a estas ideas innatas y usando el método deductivo, llegamos al conocimiento. El modelo que encaja con esta forma de conocer es el matemático.

El Empirismo se estableció en las Islas Británicas, con defensores como Locke y Hume. Esta corriente se opone al racionalismo y defiende que todos los conocimientos proceden de los sentidos. No hay ideas innatas, ya que para el empirismo la mente es un papel en blanco. En esta corriente se usa el método inductivo, que obtiene conclusiones a partir de pruebas.

Finalmente, estas dos corrientes fueron superadas por el “Idealismo Trascendental” de Kant, que explicaba que la filosofía teórica debía explicar cómo eran posibles las verdades en la ciencia y si era posible aplicarla en la filosofía.

El Método Cartesiano

Descartes reconoce haber recibido una excelente educación en La Flèche, pero no estaba de acuerdo con los contenidos, que le parecían inconsistentes. Se atrevió a cuestionar la enseñanza recibida y, sobre todo, a los filósofos anteriores.

Descartes cree que la razón es igual en todos los seres humanos y que, por ello, solo debería haber una única sabiduría. También creía que solo había una única y verdadera filosofía definitiva y que no habíamos llegado a ella por falta de un buen método, que eliminase toda posibilidad de duda. Por ello, Descartes se propone buscar un buen método, sencillo y fácil de explicar, que posibilite hallar esa filosofía definitiva.

Finalmente, Descartes en su obra “El Discurso del Método” nos muestra las cuatro reglas para conseguir aquel método excelente: la evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración.

Reglas del Método

Descartes buscó un buen método para alcanzar la única y verdadera filosofía, que consistía en eliminar todo aquello que admitiese la menor posibilidad de duda. Este método surge de la crítica de Descartes a un sistema educativo obsoleto.

Este método tiene cuatro reglas: la primera es la evidencia, según la cual solo debemos admitir aquellas ideas que son claras y distintas, y que con un acto de la razón la mente “ve” de manera inmediata dicha idea. La segunda es el análisis, que se encarga de estudiar el problema y dividirlo en diferentes partes de dificultad. La tercera es la síntesis, que unida al análisis, organiza aquellas dificultades de las más fácil a las más difícil. La cuarta y última regla es la enumeración, que consiste en las comprobaciones continuas del análisis y la síntesis, para saber que no se deja nada suelto.

Como consecuencia de este método surge el Cogito, que es la primera evidencia y el primer principio de la filosofía.

La Duda Metódica y la Primera Certeza: El Cogito

Descartes busca un buen método para alcanzar la filosofía verdadera. Este método debe tener pocas reglas, sencillas y fáciles de aplicar, que permitan evitar el error y aumentar el conocimiento. Así llega a las cuatro reglas del método, siendo la primera la evidencia, que consiste en hallar la verdad.

Descartes aplica las características de este tipo de duda: a los sentidos, ya que a veces nos engañan; a la razón, ya que a veces nos equivocamos con los razonamientos más sencillos; y a la propia realidad que nos rodea. Lo único que no pudo poner en duda fue la propia duda, ya que al dudar sabía que existía. De ahí surgió “Pienso, luego existo”, que sería el primer principio de la filosofía: el Cogito.

Finalmente, con esto llegó un problema: el solipsismo, es decir, quedarnos encerrados en nuestro propio pensamiento. Pero para todo problema había una solución: Dios, ya que es bueno y no nos va a engañar, y es como una garantía de que existe lo que está fuera de nosotros.

Tipos de Ideas

Para Descartes, las ideas son representaciones o imágenes de la mente para poder representar algo.

Descartes dividió estas ideas en tres grupos: las ideas innatas, que son aquellas con las que nacemos, las que Dios ha implantado en nuestra mente. Las ideas más importantes son la del Infinito y Dios. Las ideas facticias, que son aquellas que nacen con nuestra imaginación y que suelen ser creadas a partir de otras ideas de nuestra mente. Y las ideas adventicias, que son aquellas que son creadas como consecuencia de la influencia del mundo exterior sobre nuestros sentidos, y como consecuencia dan al conocimiento empírico.

Para él, como era racionalista, las ideas más importantes son las innatas, ya que se encuentran en nuestra mente y que son aquellas que están con nosotros desde que nacemos. Descartes se refiere a lo innato como lo que se encuentra en la propia naturaleza de la mente.

Existencia de Dios y el Mundo

Para Descartes, la sustancia es un elemento ontológico común a todo lo que existe, y este las diferenciaba en dos tipos: la finita y la infinita. Esta última está relacionada con la existencia de Dios, ya que es un ser que no necesita nada más que de sí mismo para existir.

Esas tres pruebas de la existencia de Dios son: la 1º, es la de la sustancia Infinita, que consiste en que todos tenemos una idea de que existe algo más superior a nosotros y que nos ha creado a todos y a todo; la 2º es, el ser perfecto, es decir, que como yo soy imperfecto, debe existir algo o un ser más perfecto que todos nosotros; la 3º y última prueba que nos propone Descartes, es el argumento ontológico en la que explica que como Dios es un ser perfecto, tiene que contener todas las perfecciones incluidas la existencia.

Finalmente, después de haber demostrado la existencia de Dios, se propone demostrar que existe el mundo corpóreo. Como todos tenemos ideas de cosas materiales, y como esas ideas nos las ha dado Dios, y es un ser bueno y perfecto sabemos que no nos va a engañar. Por ello Descartes afirma que existía 3 verdades: la 1º es la “res cogitans” en la que demuestra la existencia del yo pensante; la 2º verdad es Dios el que se relaciona con la sustancia infinita; y la 3º y ultima es la “res extensa” la materia que su cualidad principal es la extensión, por ello Descartes percibe al hombre como una mezcla del alma (res cogitans) y el cuerpo (res extensa).

Pasiones y Libertades

Descartes en su obra “El Tratado de las pasiones del alma” distingue 2 tipos de fuerzas en el alma: las pasiones que son involuntarias e inmediatas; y las acciones que son voluntarias.

Según la obra de Descartes existen 6 pasiones primarias: la admiración, el amor, el odio, el deseo, la alegría y la tristeza, de estas surgen muchas otras como los celos, el orgullo etc. Pero solo hay 2 pasiones fundamentales la alegría que avisa al alma sobre cosas útiles y quiere conservarlas; y la tristeza que es la encargada de avisar aquello que al cuerpo le de tristeza y por ello debe liberarse.

Por ello, el alma es la encargada de ordenar las pasiones según la razón. La fuerza de esta consiste en vencer a las pasiones y detener los movimientos de su cuerpo mientras que su debilidad consiste en llevarse por las pasiones dejando el alma en un estado lamentable. El estado de servidumbre siempre va con las pasiones por ello el ser humano tiene que dejarse guiar por la razón que le ayudará a distinguir el bien y el mal, y así evitar los excesos.

Finalmente, Descartes concluyó que la libertad surge de un sentimiento positivo de la voluntad, por ello esta libertad consiste en elegir lo que es bueno y verdadero, por lo que es una perfección del ser humano.

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