René Descartes: Duda Metódica, Cogito y Fundamentos del Conocimiento

Justificación del Proyecto Filosófico de Descartes

El proyecto de René Descartes consistía en construir un sistema de conocimiento donde nada fuera aceptado como verdadero a menos que fuera evidente por sí mismo y totalmente indudable. Este conjunto de conocimientos tendría sus diversas partes interrelacionadas, formando un sistema capaz de superar los argumentos más agudos del escepticismo.

Descartes comprendió que para alcanzar este objetivo era necesario renovar completamente la filosofía.

Establecimiento de los Principios de la Verdad

El primer paso sería establecer sólidamente los principios de la verdad. Descartes rompió con todo lo anterior, poniendo en duda todo lo sabido hasta ese momento. Rechazó la autoridad de Aristóteles y de la Escolástica, cuestionando todo lo considerado como verdadero, que en realidad no era más que un conjunto de enunciados verosímiles. Estaba convencido de que solo debía aceptar el conocimiento auténticamente verdadero, más allá de cualquier duda posible, y rechazar como falso todo conocimiento probable. Decidió confiar en la razón.

El Método Cartesiano

La condición básica era aplicar el método adecuado, un método que sirviera «para dirigir bien la razón y alcanzar la verdad en las ciencias». El estado de confusión y desorientación no era producto de la incapacidad de la razón, sino de su errónea utilización.

Descartes partió de un principio fundamental: el buen sentido, la razón, es naturalmente igual en todos los hombres. La diversidad de opiniones se debe a que conducimos nuestros pensamientos por distintos caminos y no consideramos las mismas cosas. De esta concepción deriva otra fundamental: todas las ciencias no son otra cosa que la sabiduría humana, la cual permanece una e idéntica, aun cuando se aplique a objetos diversos.

El problema que encaró Descartes para salir de la parálisis de la filosofía era dirigir bien la razón, ya que lo principal es aplicarla correctamente. La solución vendría de descubrir los modos de conocer de la razón, las consecuencias derivadas de ello y de elaborar el método adecuado para alcanzar la verdad. Con esto, se abriría la puerta al conocimiento.

Modos de Conocer de la Razón

Según Descartes, hay dos modos de conocer de la razón:

  • Intuición: Una especie de «luz natural» por medio de la cual captamos de manera inmediata y sin posibilidad de duda o error, ideas simples y absolutamente verdaderas por ser evidentes de por sí. Estas ideas son claras y distintas, y a partir de ellas se desarrolla la deducción.
  • Deducción: La inteligencia descubre conexiones entre las distintas intuiciones y recorre estas conexiones. El razonamiento deductivo es una sucesión ordenada de evidencias, de tal manera que la conclusión alcanzada es tan evidente como la idea clara y distinta, por muy alejada que se encuentre en la cadena deductiva.

La inspiración cartesiana es claramente matemática.

Las Reglas del Método

El método cartesiano se compone de cuatro reglas fundamentales:

  1. Evidencia: No admitir como verdadera cosa alguna que no se supiese con certeza que lo es, es decir, evitar la precipitación y los prejuicios.
  2. Análisis: Dividir cada una de las dificultades que se han de examinar en tantas partes como sea posible y como requiera para resolverlas mejor.
  3. Síntesis: Conducir ordenadamente los pensamientos, empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos.
  4. Enumeración: Hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a estar seguro de no omitir nada.

El método tiene una clara inspiración matemática. Los dos procesos del conocimiento se corresponden con los dos modos de conocer del entendimiento: la intuición y la deducción.

La Duda Metódica

El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las cuales no sea posible dudar. El primer problema es cómo encontrarlas, y para resolverlo elabora el método. La respuesta es la llamada duda metódica.

Un punto de partida verdadero obliga a la eliminación de todos los conocimientos considerados como verdaderos pero que no poseen una certeza absoluta. El primer paso es dudar de todo lo que creemos y rechazar inicialmente todo aquello de lo que sea posible dudar. Una opinión considerada verdadera debe ser rechazada y puesta en suspenso hasta verificar si se ajusta al nivel de la razón. Este primer paso se denomina duda metódica.

Motivos de Duda

Descartes aduce tres motivos de duda:

  • Dudas sobre la fiabilidad de los sentidos: Los sentidos nos ponen en contacto con el mundo material, pero a veces nos engañan. Lo probable es dudoso y no se le debe conceder más credibilidad que a lo falso. Descartes busca una primera verdad absolutamente cierta.
  • Dificultad para distinguir la vigilia del sueño: No solo debemos dudar de que las cosas sean como las vemos, sino de la misma existencia de las cosas. Este motivo lleva a rechazar la seguridad sobre la existencia de nuestro propio cuerpo y del mundo material.
  • Hipótesis del genio maligno: Un paso de extrema radicalidad. Una hipótesis improbable pero no imposible, generadora de duda. Afecta a las verdades matemáticas, consideradas evidentes y ciertas. Esta duda es provisional.

El Cogito: «Pienso, luego existo»

De la duda radical, Descartes extrae la primera certeza absoluta: la existencia del sujeto que piensa: cogito, ergo sum («pienso, luego existo»).

Para Descartes, «pienso, luego existo» es una verdad inmediata conocida por intuición, una percepción directa.

El cogito es una experiencia única en la que se capta de forma inmediata la relación necesaria entre el pensar y el ser. Es la primera verdad porque es resultado de la intuición: la claridad y la distinción. Ha superado todos los momentos de la duda metódica, a partir de la cual se inicia la reconstrucción de la filosofía como ciencia. Esta primera verdad no solo informa de la existencia del sujeto, sino que también aporta conocimientos sobre qué es ese yo. El cogito descubre la primera verdad y el criterio general de certeza.

La Teoría de las Ideas

Descartes cambia el concepto de idea. Afirma que el pensamiento recae directamente sobre las ideas, no sobre las cosas. Las ideas son una representación gráfica de las cosas, y esta representación es la que contempla el pensamiento. Al colocar la idea como objeto del pensamiento, solo tiene certeza de la existencia mental de esa idea, pero no tiene certeza de que el contenido de esa idea tenga realidad extramental.

Análisis de la Naturaleza de las Ideas

Descartes analiza la naturaleza de las ideas:

  1. Ideas en tanto que modos de pensamiento: Actos mentales.
  2. Ideas en tanto que imágenes que representan algo: Poseen contenido objetivo.

Las ideas, en tanto que actos mentales, son todas iguales, pero como representaciones de cosas, son diferentes. Descartes analiza aquello que hace que las ideas sean diferentes, distinguiendo tres tipos:

  • Ideas adventicias: Ideas extrañas que parecen provenir del exterior, siendo su causa la percepción sensible.
  • Ideas facticias: Aquellas que la mente construye a partir de otras. Ideas creadas por la imaginación.
  • Ideas innatas: Ideas que posee por sí mismo el pensamiento. Son connaturales a la razón porque esta posee una predisposición natural a formarlas.

Entre las ideas innatas, Descartes descubre la idea de infinito, que identifica con la idea de Dios. Para demostrar que la idea de infinito es innata, desecha la posibilidad de que sea adventicia, ya que no podemos tener experiencia sensible de la infinitud. Concluye que la idea de Dios es una idea innata.

La Existencia de Dios

Descartes emplea tres argumentos para demostrar la existencia de Dios:

  • Argumento de la causalidad aplicada a la idea de infinito (Dios): Se basa en la teoría de la realidad objetiva de las ideas. De donde se infiere que ese ser infinito existe.
  • Argumento de Dios como causa de mi ser: Basa su fuerza en la teoría de la realidad objetiva y realidad formal de las ideas. La causa de la idea de perfección es alguien tan perfecto, y este ser no puede ser más que Dios.
  • Argumento ontológico: Pretende ser una prueba de la existencia de Dios partiendo de la idea misma de Dios. Una vez demostrada la existencia de Dios y reconocida su naturaleza como la suma de todas las perfecciones, puede afirmarse su bondad y veracidad, y rechazar la hipótesis del genio maligno engañador.

En el sistema cartesiano, el criterio de verdad está garantizado por Dios; así, todas las ideas que percibimos claras y distintas son verdaderas.

Si tenemos idea de objetos extramentales, la causa de las ideas de las cosas sensibles son las cosas corpóreas y, por tanto, existen. Si Dios garantiza la verdad, entonces podemos preguntarnos de dónde proviene el error.

Si los errores provienen de nuestra razón, los pasos del método a seguir son la intuición y, a partir de ella, el análisis.

La Sustancia

Según Descartes, lo que existe es la sustancia. En sentido estricto, la definición de sustancia solo es aplicable a Dios, pero Descartes considera que, por analogía, puede ser aplicada a otros seres que percibimos con claridad y distinción que no necesitan de ninguna otra cosa, excepto Dios, para existir: el yo o alma y los cuerpos materiales, que son mutuamente independientes. Para saber de su existencia, es necesario percibir un atributo, cualidades o propiedades de las sustancias que no pueden existir, y cada sustancia tiene un atributo propio que constituye su esencia o naturaleza. El atributo esencial del yo es el pensamiento, y en el caso de las cosas materiales, es la extensión. Descartes distingue dos sustancias: el yo (res cogitans) y los cuerpos (res extensa).

Cualidades Primarias y Secundarias

Descartes, siguiendo a Galileo, diferencia entre cualidades. Las cualidades primarias nos dicen que lo único que tiene realidad objetiva en los cuerpos es aquello que percibimos con claridad y distinción: la extensión, el movimiento y la figura. Las cualidades secundarias son apreciaciones subjetivas.

El Mecanicismo

Descartes limita el verdadero conocimiento del mundo a las cualidades primarias, y a partir de ellas se puede deducir la física y las leyes del movimiento.

Descartes propone una explicación mecanicista del mundo. Una teoría mecanicista de la naturaleza no admite más explicación de los fenómenos naturales que la materia y el movimiento. Dios ha creado el universo de materia inerte y la ha dotado de movimiento. La cantidad de materia y de movimiento permanecerá constante. La materia extensa es divisible indefinidamente. Al no existir vacío, el movimiento se transmite de un cuerpo a otro por contacto. Tres leyes explican el movimiento:

  1. Ley de la inercia.
  2. Ley de la dirección del movimiento.
  3. Ley de la conservación del movimiento.

Las dos razones de fondo que llevan a Descartes a elaborar esta física fueron la exigencia geométrica y la exigencia del criterio de verdad: la claridad y distinción.

Antropología Cartesiana: Dualismo

La teoría de las dos sustancias adquiere importancia en la antropología de Descartes, pues le permite salvar la libertad dentro de su universo mecanicista. Descartes elabora una teoría antropológica dualista: una concepción del ser humano como un compuesto de dos sustancias, el pensamiento y la materia extensa, como sustancias independientes e irreductibles entre sí.

La relación entre alma y cuerpo se asemeja a un combate entre los apetitos naturales o pasiones, que son lo propio del cuerpo, y la razón y la voluntad, que son facultades propias del alma. Al ser generadas por el cuerpo, las pasiones se caracterizan por ser involuntarias e irracionales.

La Libertad y la Ética

Para Descartes, la libertad solo puede residir en el alma. El alma tiene dos funciones: el entendimiento y la voluntad. El entendimiento es la facultad de pensar, de tener intuiciones de las verdades claras y distintas. La voluntad es la facultad de afirmar o negar, y Descartes la identifica con la libertad. El tema central respecto a la voluntad es la libertad, porque incluso la posibilidad de error es derivada de la libertad. La libertad consiste en el sometimiento de la voluntad al entendimiento, y ese sometimiento es la idea central de la ética cartesiana.

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