Descartes pertenece por derecho propio a ese conjunto de personalidades que dieron lugar a uno de los fenómenos culturales más importantes de la historia: el nacimiento de la ciencia moderna. Contradiciendo ideas a las que las mentes se habían acostumbrado, se atrevía a poner en duda el geocentrismo, teoría según la cual la Tierra y el hombre con ella ocupan una posición central en el universo, mientras que el Sol y el resto de los planetas giran alrededor. El poder político y religioso, amenazado por la Reforma Protestante, rechaza la nueva teoría, el heliocentrismo, por oponerse a lo afirmado en la Biblia:
- En el mes de febrero del año 1600 es quemado en la hoguera por la Inquisición el filósofo y divulgador de la «nueva ciencia» Giordano Bruno.
- En junio de 1633 Galileo Galilei es obligado a abjurar de sus creencias científicas, apartado de la docencia y absterrado.
- El mismo Descartes tiene que interrumpir la redacción de un libro que iba a publicar al conocer la condena de Galileo.
Descartes no es solo un gran científico que destaca en física, matemáticas y en otros saberes. Había nacido en el año 1596, en el seno de una familia perteneciente a la pequeña nobleza. Con un año de edad muere su madre y es educado por su abuelo hasta que en 1608 el padre le envía al colegio que los jesuitas tenían en La Flèche. Con los jesuitas, Descartes estudia matemáticas y filosofía escolástica. Pero cuando abandona el colegio se encuentra intelectualmente desorientado, sin que ninguna de las escuelas filosóficas le convenza, lo que se refleja explícitamente en su obra. Estudia Derecho. Participa en la Guerra de los Treinta Años que, aunque inicialmente enfrenta a los católicos y los protestantes de Alemania, acaba convirtiéndose en una contienda a nivel europeo por la supremacía en Europa de las grandes potencias. Se establece en Holanda donde, salvo esporádicas visitas a Francia, vivirá el resto de su vida, dedicándose al estudio y a la vida retirada. En el año 1649 viaja a Estocolmo invitado a la corte de la reina Cristina de Suecia. Allí, el clima riguroso y la hora a la que debía dar las lecciones a la reina hicieron que Descartes (un hombre acostumbrado a no madrugar y a estudiar en la cama hasta muy tarde) enfermara de pulmonía y muriera finalmente el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad.
Pero el siglo XVII, siglo en el que nace y con el que nace Descartes, no solo se caracteriza por la aparición de la Contrarreforma y la consolidación de la ciencia moderna, sino también por la existencia del absolutismo en el terreno público. Basado en el poder absoluto del monarca, consagra el despotismo y el servilismo como formas básicas del comportamiento humano, y supone el final de la larga lucha que las monarquías europeas habían librado contra la naturaleza. En ese ambiente se produce la Guerra de los Treinta Años, en la que Descartes, como él mismo nos cuenta en la segunda parte de «El discurso del método», participó. La brutalidad de la guerra, el odio religioso y político, las masacres en aldeas y ciudades, le llevan a preguntarse cómo es posible que hombres europeos, civilizados, puedan mostrar tal falta de racionalidad. En ella se basa el proyecto cartesiano de alcanzar una ética racional, válida para todos, por encima de sentimientos de tipo religioso, tarea que no llegó a concluir.
Contexto Filosófico
Estructura y temática del Discurso del Método
Esta obra, cuyas partes 2 y 4 comentamos, fue publicada en 1637 y aparecía como introducción a tres ensayos que se deben al empleo del método que allí se propone. A diferencia de las Meditaciones, obra en latín para los especialistas, estaba escrito en francés para que llegara a un público más amplio. Los temas tratados son:
- Parte 1: Necesidad del método
- Parte 2: Las reglas del método
- Parte 3: Los principios de una moral provisional
- Parte 4: Establecimiento de la primera verdad
- Parte 5: Diferencias entre el hombre y el animal
- Parte 6: Defensa de la ciencia
En la segunda parte, Descartes nos cuenta de un modo biográfico el proceso que lo llevó a descubrir el método que andaba buscando, un método que nos permitiera obtener conocimientos en todos los campos del saber. En la cuarta parte nos explica cómo, después de aplicar los preceptos del método al tema de hallar un fundamento filosófico, lo encontró en una verdad que no puede ser puesta en duda: la existencia del yo pensante.
B) La nueva ciencia y la filosofía escolástica
La ciencia moderna supone un nuevo modo de investigar la naturaleza que se apoya en el método experimental y que presenta las siguientes características que influirán decisivamente en la filosofía de Descartes:
- La matematización: se enfoca el estudio de la realidad desde un punto de vista cuantitativo, rechazando como no válido para la investigación todo lo que no sea medible.
- El mecanicismo: se intenta entender la realidad desde un modelo racional según el cual el universo funciona como una máquina.
Los nuevos pensamientos se enfrentan a los de la filosofía escolástica entonces vigente:
- Mediante la adaptación de un nuevo criterio de verdad basado en la razón, frente al criterio de autoridad, que había dominado en el pensamiento anterior.
- Mediante el rechazo del método silogístico, basado en la deducción, al que Descartes considera incapaz de proporcionar conocimientos nuevos, y la preocupación por encontrar un nuevo método que nos permita descubrir los máximos conocimientos acerca de la realidad.
Descartes, por su parte, propone un método inspirado en las matemáticas que analizamos en el tema.
C) El escepticismo de Montaigne
Montaigne sostiene que no puede darse un verdadero saber, pues los últimos fundamentos de nuestro conocimiento se hallan en un perpetuo fluir.
D) Racionalismo y empirismo
La filosofía de Descartes y otros pensadores como Spinoza, Malebranche, etc., es conocida como racionalismo porque todos ellos atribuyen a la razón humana el poder de descubrir por sí sola determinados conocimientos acerca de la realidad. En contra de ella surgió el empirismo, constituido por pensadores ingleses como Locke, Berkeley, etc., que rechazaban la posibilidad de alcanzar ningún conocimiento que no tuviera su origen en la experiencia.
Actualidad
La filosofía de Descartes ha sido tomada como un referente importante por algunos de los filósofos más representativos de nuestro siglo.
1) La fenomenología de Husserl
Cuando Husserl pronuncia en Viena, en 1935, una conferencia con el título de «La filosofía en la crisis de la humanidad europea», acababa de ser expulsado, por ser judío, de la universidad alemana.
La idea central que Husserl defiende en esta conferencia es la de que la humanidad actual ha perdido el concepto tradicional del saber. En la Antigüedad se exigía del saber que fuera capaz de orientarnos en la acción y de dar sentido a la vida humana. El concepto del saber que se ha impuesto es el del positivismo. Según Husserl, es necesario un saber de fundamentos, un saber que solo la filosofía es capaz de proporcionar. Hace falta fundamentar el saber como lo hizo Descartes. Ese saber de fundamentos que Husserl propone será su fenomenología. En sintonía con Descartes, quiere volver a la conciencia, al yo, para captar en ella las esencias, capaces, debido a su objetividad, de constituir una ciencia universal que dé sentido racional a la existencia.
2) La filosofía de Ortega y Gasset
Ortega y Gasset comienza subrayando la modernidad de Descartes al establecer la evidencia racional como criterio de verdad, basada en la idea de que toda certeza debe ser establecida en la conciencia del sujeto. Destaca lo curioso que resulta que el hombre antiguo desconociese su propia subjetividad. El error de Descartes, según Ortega, estriba en haber caído en el subjetivismo, en no haberse dado cuenta de que, igual que los datos dependen de mí, también dependen de las cosas. Ortega propone romper con el solipsismo.
3) El innatismo de Chomsky
También se deja notar la influencia de Descartes en lingüistas y pensadores, como Chomsky, el cual defiende también el innatismo.
Chomsky afirma, por el contrario, que lo que caracteriza al lenguaje humano es la capacidad de crear mensajes nuevos y eso sería imposible si no poseyéramos ya de modo innato una «facultad de lenguaje», un conocimiento innato de los principios de la gramática universal.