Contexto Histórico-Cultural
René Descartes, filósofo del siglo XVII (no XVIII), considerado el primer filósofo de la Edad Moderna, se sitúa en un período de crisis europea marcado por cambios sociales, económicos, el crecimiento de las ciudades, el desarrollo de la burguesía y el surgimiento de la monarquía absoluta. A esto se suman la invención de la imprenta, las guerras de religión entre protestantes y católicos, la revolución copernicana en la ciencia y el auge del Barroco en el arte.
Contexto Filosófico
Descartes inaugura la modernidad filosófica, marcada por el debate entre racionalismo y empirismo. Ambas corrientes comparten un interés epistemológico por encontrar un método para la filosofía y se centran en el problema del conocimiento, aunque difieren en sus respuestas sobre el origen y los límites del mismo. El racionalismo, al que pertenece Descartes, defiende la razón como fuente principal del conocimiento, mientras que el empirismo prioriza la experiencia sensible. Para los racionalistas, la razón tiene un poder absoluto, mientras que para los empiristas el límite del conocimiento reside en la experiencia sensible. Los racionalistas consideran las ideas innatas, mientras que los empiristas proponen un método inductivo a partir de los datos sensoriales.
Razón y Método
Como filósofo moderno, Descartes se interesa por el problema del conocimiento y busca un método ideal similar al de las matemáticas. Su punto de partida es el sujeto pensante y las ideas contenidas en su mente. Como racionalista, confía en el poder de la razón, minusvalorando los sentidos. Para Descartes, la razón es autónoma, universal, única y suficiente. A nivel epistemológico, Descartes se adscribe al dogmatismo, considerando que no hay límites para la razón humana. La razón opera mediante dos facultades: la intuición, un ver intelectual de ideas simples, y la deducción, una inferencia de ideas complejas a partir de las simples. El método cartesiano, inspirado en las matemáticas, se compone de cuatro reglas: evidencia (no aceptar como verdadero lo que no sea evidente), análisis (descomponer problemas complejos en simples), síntesis (recomponer lo descompuesto mediante la deducción) y enumeración (repasar para evitar errores).
La Duda Metódica y el Criterio de Verdad
Descartes busca la evidencia para evitar el error. Para ello, aplica la duda metódica y universal a todo conocimiento. La duda se desarrolla en tres pasos: duda de la experiencia sensible (los sentidos nos engañan), duda de la experiencia inmediata (¿y si la realidad fuera un sueño?) y duda de las verdades matemáticas (hipótesis del genio maligno). Descartes llega a la conclusión de que no puede dudar de su propia existencia como ser pensante («Pienso, luego existo»). El criterio de verdad cartesiano establece que todo lo que se presente de forma clara y distinta es verdadero. Sin embargo, la hipótesis del genio maligno plantea la posibilidad de que nos engañe incluso en lo claro y distinto. Descartes deberá demostrar la existencia de un Dios bueno que no permita tal engaño.