Pregunta 1: Contexto, tema y argumentos
El fragmento propuesto pertenece a Aristóteles, filósofo griego del siglo IV a.C. Discípulo de Platón, no tardó sin embargo en distanciarse de una manera progresiva de respecto a las ideas de su maestro. De hecho, Aristóteles ha pasado a la historia como el fundador de la biología: la observación de la naturaleza fue sin duda una de las pasiones del pensador griego, alejándose así del idealismo platónico al valorar positivamente el conocimiento empírico, condición indispensable del conocimiento de la realidad. Con todo, el empirismo aristotélico no renegó de la razón: es también el fundador de la lógica silogística, aportando un estudio sistemático de la deducción en lógica proposicional. Por si todo esto fuera poco, nos ha dejado importantes textos de metafísica, teoría del conocimiento, ética y política.
Todo esto no debe darnos una imagen “intelectualizada” de Aristóteles: fue preceptor de Alejandro Magno, y creó su propia escuela, el Liceo, en la que impartía sus conocimientos. Estamos sin duda ante uno de los grandes genios de la humanidad, capaz de inventar dos ciencias y contribuir a muchas de las existentes sin renunciar por ello a implicarse directamente en política y educación.
La Política, obra a la que pertenece el texto, es en cierta manera una buena expresión de la vida que acabamos de esbozar: siendo una de sus obras de madurez mantiene el carácter empírico. Su autor conoció de primera mano la constitución y las leyes de diversas ciudades-estado de su tiempo antes de redactar esta obra, en la que reflexiona, entre otras cosas, sobre la ciudad y su organización como uno de los aspectos esenciales de la vida humana. La polis se convierte así en protagonista y problema principal de una obra que nos ofrece además una clasificación de los regímenes políticos, así como una propuesta de ciudad estado que incluye ciertos rasgos de carácter ético. No en vano, la Ética a Nicómaco influye en esta obra, así como algunos de los textos biológicos de Aristóteles.
La idea principal del texto es el lógos como característica diferenciadora de las sociedades humanas respecto al resto de sociedades. Esta idea continúa la reflexión aristotélica en torno a la sociabilidad natural del ser humano: vivimos en sociedad por naturaleza, y también por naturaleza poseemos el lenguaje como elemento que nos distingue del resto de especies. Así, a contraluz Aristóteles nos está ofreciendo también su propia visión del ser humano como animal que tiene palabra.
El lenguaje se convierte además en la raíz de la moral y la política, pues gracias a él podemos discutir “sobre lo justo y lo injusto” y dar voz a nuestro “sentido del bien”. En consecuencia, el texto podría responder a la siguiente pregunta: ¿En qué se diferencia la sociedad humana del resto de sociedades? La respuesta aristotélica apuntaría al lógos como aquello que nos define y nos separa del resto de animales, siendo una condición indispensable de nuestra manera de vivir en sociedad.
Se podría decir que la estructura argumentativa del texto incluye dos ideas principales:
- El lógos como característica esencial de la sociedad humana
- Del lenguaje manan el sentido moral y también la vida en la ciudad
El principal argumento de Aristóteles apela a la naturaleza como origen de nuestra capacidad lingüística. Puesto que la naturaleza “no hace nada en vano” (idea que alude indirectamente a la biología aristotélica) y el ser humano dispone del lenguaje, habrá que concluir que todo lo que deriva del mismo, como el vivir en la ciudad, es “por naturaleza”, y que además da a nuestra manera de vivir en sociedad una nota distintiva en tanto que nos permite discutir sobre cuestiones morales y políticas, que es la idea que aparece en la segunda parte del texto. Esto es precisamente lo más característico de la vida en la ciudad: tomar las decisiones a través de la palabra, que nos ha sido dada por la naturaleza.
Los términos a comentar son los siguientes:
- Naturaleza: en este contexto, sería sinónimo de generación, creación, movimiento. La naturaleza sería la fuerza generatriz de lo existente, responsable última de que las cosas sean lo que son y no otras distintas. La naturaleza es, también, el “ser de las cosas”, y en el caso del ser humano la palabra, el lógos, estaría en nuestra naturaleza, sería parte constitutiva de lo que somos.
- Palabra: entender este término sólo como la unidad lingüística de significación sería empobrecerlo. Más que eso, la palabra es en Aristóteles símbolo del lenguaje, de nuestra capacidad de dialogar y exponer argumentos, razones, que deben ser el fundamento último de las decisiones dentro de la polis. No hay que perder de vista que este término es traducción de lógos, palabra polisémica donde las haya: razón, proporción, discurso… La palabra, en Aristóteles, guarda relación con todos estos sustantivos.
- Lo justo y lo injusto: son dos de los conceptos más importantes de la polis, que ha de ser justa si de verdad quiere mantenerse. Aristóteles distingue dos tipos de justicia (distributiva y conmutativa), pero no es esto lo esencial de esta expresión en el que aparece subrayada. Lo que nos está indicando el autor de la Política esa que la posibilidad de discutir sobre lo justo y lo injusto proviene del lenguaje y es una de las actividades fundamentales de la polis. Para que una ciudad lo sea en su sentido más pleno, ha de aspirar a ser justa, lo que pasa obligatoriamente por la discusión pública de las decisiones que se hayan de tomar.
- Sentido del bien: en un sentido amplio podría interpretarse como la conciencia moral. Pero el enfoque propio de Aristóteles merece afinar esta idea. En este contexto, lo que nos está sugiriendo Aristóteles es que nuestra capacidad de valorar acciones y decisiones desde un punto de vista moral deriva del lenguaje. Nos diferenciamos del resto de especies por la palabra y esta misma palabra es la que nos permite pensar y hablar en torno al bien y al mal. La moral, por tanto, deriva fundamentalmente del lenguaje, de nuestra capacidad de expresar ideas, sentimientos, argumentos…
- Ciudad: el propio Aristóteles nos ofrece una definición en la Política, donde se dice que la ciudad es la comunidad de casas y aldeas para el bien vivir. Lo más importantes de esta concepción de la ciudad es tener en cuenta dos ideas. La primera de ellas: que el hombre vive en la ciudad por naturaleza. Es impensable que el ser humano se desarrolle al margen de la ciudad. La segunda idea: la polis es el lugar específico de la vida buena, de la felicidad. Sólo dentro de la ciudad logra el ser humano su felicidad, el desarrollo máximo de sus capacidades.