Revolución Kantiana: Fenómeno, Noúmeno y los Límites del Conocimiento

La Solución Kantiana al Problema de la Metafísica: El Giro Copernicano

Para responder a la pregunta sobre la solución kantiana al problema de la Metafísica, comenzaremos abordando el problema de la metafísica en la tesis de Kant. La primera interrogante que Kant plantea sobre la Metafísica es si esta puede ampliar nuestro conocimiento de la realidad. Para Kant, la Metafísica engloba tres problemas: Dios, la libertad y la inmortalidad. Kant se cuestiona si la Metafísica realmente puede proporcionarnos conocimiento seguro sobre estos tres pilares. Estas dudas surgen en Kant debido a que la metafísica carece de un método científico para resolver sus problemas. Nos preguntamos, ¿por qué no se ha encontrado tal método? La respuesta reside en el carácter inconcluyente de la metafísica, lo que imposibilita hallar un método científico para resolver sus dilemas. La metafísica tiende a deshacer los pasos ya dados, y junto a su naturaleza inconcluyente, genera cierta indiferencia en los demás.

Kant considera injustificada esta postura indiferente hacia la metafísica. Nuestro filósofo opina que debería ser un estímulo para investigar sobre este método no hallado y someter a la metafísica al tribunal de la razón. Ante los problemas que le generaban las preguntas sin respuesta sobre la Metafísica y su posibilidad de existir, Kant recurre a una de las tesis más relevantes de la filosofía, la matemática y la astronomía: la de Copérnico. Kant propone este procedimiento con el propósito de cambiar el tratamiento de las cuestiones epistemológicas relativas al conocimiento y la verdad. Para ello, modifica el enfoque tradicional entre el objeto y el sujeto, otorgando al sujeto un papel más activo en la construcción del conocimiento. Este procedimiento se denomina «el giro copernicano». El objetivo de esta propuesta es demostrar que, aunque el conocimiento siempre parte de la experiencia, posee elementos independientes de los objetos, es decir, a priori, aportados por el sujeto. El conocimiento se elabora necesariamente mediante dos componentes: uno ajeno al sujeto, proveniente del exterior, y otro que aporta el sujeto y, por lo tanto, es a priori.

Ninguno de estos dos componentes «puede ser» sin el otro. Precisamente, el componente a priori permite el paso de la contingencia sensible y experimental a lo universal y necesario que requiere el conocimiento. La elaboración de este método solo es aplicada por Kant para establecer la parte del conocimiento que es totalmente ajena a la experiencia, es decir, averiguar cuáles son y cómo funcionan las condiciones a priori del conocimiento. Dentro de la fase de formación de la experiencia, Kant distingue entre dos conceptos: fenómeno y noúmeno.

Fenómeno y Noúmeno

El concepto fenómeno se denomina «lo condicionado» debido a que está sometido a las condiciones humanas que posibilitan la percepción sensible de algo. Por otro lado, noúmeno es «lo incondicionado», ya que no está sujeto a ninguna condición y ni siquiera lo conocemos o sabemos qué es; solo conocemos los fenómenos, nunca los noúmenos. El fenómeno es «trascendental», mientras que el noúmeno es «trascendente». La conclusión a la que llega Kant con la distinción entre fenómeno y noúmeno es que la ciencia debe basarse en fenómenos, puesto que la metafísica, al ocuparse de ensoñaciones nouménicas, no puede tener éxito en su tarea especulativa.

Kant profundiza en esta diferenciación, distinguiendo entre noúmeno negativo y noúmeno positivo. Esta distinción tiene como objetivo abrir el campo de la moralidad e independizarla de la metafísica. El noúmeno positivo se define como «lo que ES objeto de la intuición NO sensible». Esta acepción positiva del noúmeno abre una nueva etapa en la filosofía, permitiendo su continuidad a lo largo de los siglos XIX y XX, transformada en antropología filosófica, hasta nuestros días.

Kant argumenta con seguridad que la utilidad negativa de la crítica de la razón pura es impedir que la razón especulativa traspase los límites de la experiencia y negar cualquier posibilidad de conocimiento a todo aquello que no esté elaborado trascendentalmente. Solo los fenómenos, que son construcciones a priori del espacio y el tiempo, pueden llegar a ser ciencia, pero a la vez son la materia en la que el pensamiento aplica las categorías. En consecuencia, nada que esté soportado por los noúmenos puede ser conocimiento verdadero. Esta utilidad negativa impide que el pensamiento traspase los límites de la experiencia; la ciencia en general debe estar limitada por fenómenos, que son trascendentales, por lo que la Crítica de la razón pura impide que se traspasen esos límites, teniendo así una labor negativa.

Sin embargo, esta misma utilidad negativa es, en realidad, una utilidad positiva, ya que impide que la razón se introduzca en el territorio moral. El uso práctico de la razón deja de tener relaciones con el uso teórico de la razón, convirtiendo la utilidad negativa en positiva. Por otro lado, la utilidad positiva de la Crítica de la razón pura se complementa con el concepto de noúmeno positivo, dado que este concepto es incondicionado y no necesita pruebas ni demostraciones en el territorio de lo moral. Independizar el territorio moral del dominio de la metafísica se vuelve crucial, ya que aclara las posibilidades y límites del conocimiento, señala el planteamiento equivocado de las metafísicas anteriores y separa la metafísica de la ética.

La Ilustración y la Metafísica

En el siglo XVI, comenzó a desarrollarse un nuevo movimiento de pensadores llamado Ilustración. Esta Ilustración fue el resultado de la maduración de la mentalidad científica de la época. La ciencia se convirtió en el modelo para los ilustrados, una ciencia basada en la experiencia y opuesta al dogmatismo de los metafísicos. Los ilustrados pretendían someter todo conocimiento a una crítica para aportar pruebas y demostraciones. Evidentemente, la metafísica tradicional no había sido elaborada bajo los enfoques que los ilustrados consideraban adecuados, ya que tenía un carácter dogmático y carecía de soporte experimental.

La obra de Kant es un intento de demostrar que la metafísica no podía continuar por el camino que había tomado. Debía cambiar de rumbo, abandonar el tradicionalismo, quedar en el olvido o someterse a un «tribunal», o trasladar sus pensamientos al territorio de los «ideales» humanos, es decir, más allá de las ideas.

FEN: Fenómeno y Noúmeno

Las categorías no son aplicables fuera de la experiencia, más allá de lo dado en el espacio y el tiempo. La idea misma de algo que aparece implica, correlativamente, la idea de algo que no aparece, la idea de algo en sí. El objeto, en tanto que aparece y es conocido, se denomina «fenómeno»; el correlato del objeto, considerado al margen de su relación con la sensibilidad, se llama «cosa en sí» o «noúmeno» (en la medida en que es algo solo inteligible). La distinción entre fenómenos y noúmeno es fundamental en el sistema kantiano.

Kant distingue dos sentidos del concepto de noúmeno:

1) Negativamente, «noúmeno significa una cosa en la medida en que no puede ser reconocida por medio de la intuición sensible». 2) Positivamente, significa un «objeto que puede ser conocido por medio de la intuición no sensible», es decir, por medio de la intuición intelectual. Ahora bien, como carecemos de intuición intelectual y solo tenemos intuición sensible,  nuestro conocimiento se halla limitado a los fenómenos y, por consiguiente, el concepto de noúmeno queda como algo negativo, como límite de la experiencia, como límite de lo que puede ser conocido. No hay conocimiento de las cosas en sí, de los noúmenos. El acceso a las cosas en sí no se halla en la razón teórica, sino en la razón práctica, como veremos. La distinción entre fenómenos y noúmeno permite comprender por qué Kant denomina a su doctrina «idealismo trascendental»: porque el espacio, el tiempo y las categorías son  condiciones de posibilidad de los fenómenos de la experiencia y no propiedades o rasgos reales de las cosas en sí mismas.



MET La metafísica, conocimiento especulativo de la razón, completamente aislado, que se levanta enteramente por encima de lo que enseña la experiencia, con meros conceptos (no aplicándolos a la intuición, como hacen las matemáticas), donde, por tanto, la razón ha de ser discípula de sí misma, no ha tenido hasta ahora la suerte de poder tomar el camino seguro de la ciencia.¿A qué se debe entonces que la metafísica no haya encontrado todavía el camino seguro de la ciencia?Kant parte de una premisa: La metafísica nunca podrá alcanzar las condiciones y exigencias del conocimiento, por la sencilla razón de que pretende ser un conocimiento totalmente a priori, ajeno a la experiencia. Sus contenidos no son transcendentales ya que este tipo de conocimiento consiste en la aplicación de las condiciones a priori a lo que le viene dado del mundo exterior o la experiencia. Los temas de los que se ocupa –Dios, inmortalidad, libertad- son extrapolaciones, que no derivan de la experiencia. La metafísica no cumple las reglas del conocimiento; es transcendente pero no transcendental.

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