La figura de Rousseau es un caso singular entre los filósofos de la Ilustración. Aunque nació en Suecia, la mayor parte de su vida se desarrolló en Francia, donde fue conocido como una de las principales figuras de la Ilustración. Como el resto de los que formaban parte de este movimiento, defendía la tolerancia religiosa y la libertad. Sin embargo, Rousseau pensaba que el desarrollo de la ciencia y la cultura no habían servido para hacernos mejores personas, sino que en realidad nos habían corrompido.
La Corrupción de la Sociedad
Rousseau otorgaba mayor importancia a los sentimientos y emociones que a la razón, puesto que el uso de esta nos había conducido a la decadencia y a la corrupción moral. Al igual que muchos autores de esta época, creía que la teoría del control social nos ayudaría a comprender el origen y el funcionamiento de nuestra vida en sociedad. En su opinión, antes de la creación de la sociedad, cuando vivía en estado de naturaleza, el ser humano era libre, bondadoso y feliz. Pero con la creación de la sociedad, las personas comenzaron a vivir en grupos y eso cambió radicalmente.
Según Rousseau, en estado de naturaleza, el ser humano posee un amor a sí mismo que lo impulsa a sobrevivir. Este “instinto de conservación” estará moderado por la piedad (sentimiento de repugnancia ante el sufrimiento de otro ser). Es el origen de todas las virtudes sociales como la compasión, benevolencia, clemencia, generosidad, etc. Pero el desarrollo de la razón y la sociedad ha corrompido la piedad natural y ha sustituido el amor a sí mismo por el amor propio, que está asociado al afán de prevalecer sobre los demás. Además, creía que con la aparición de la propiedad privada nos habían convertido en seres egoístas y codiciosos, cada vez más alejados de la libre espontaneidad natural. En su opinión, el desarrollo de la civilización sólo había empeorado las cosas, ya que únicamente había servido para aumentar nuestro orgullo y ambición.
Inspirándose en el mito del buen salvaje, Rousseau pensaba que estos pueblos primitivos, aunque estuvieran atrasados e incultos, en el fondo eran más nobles y bondadosos que nosotros, ya que al carecer de bienes materiales y de saberes sofisticados aún no habían sido corrompidos por la envidia y la hipocresía.
Rousseau resultó ser un gran crítico de la sociedad en la que vivía, por lo que decidió emprender una filosofía para reformar la forma de vida y tratar de devolvernos nuestra bondad y espontaneidad natural. Estas reformas se centran sobre todo en el ámbito de la educación, así como en la organización política y el contrato social sobre el cual debe fundamentarse nuestra vida en común. Lo que pretendía con estos cambios era modificar radicalmente las bases de nuestra sociedad.
La Educación Natural en el Emilio
La propuesta pedagógica de Rousseau se ve reflejada en el Emilio. En esta obra se ve como el protagonista, Emilio, es educado por su maestro desde niño hasta que se convierte en un joven plenamente desarrollado y capaz de hacer frente a las dificultades de la vida adulta. La educación, según Rousseau, debe partir de la curiosidad y la espontaneidad naturales aplicadas a la experiencia para permitir que aflore la bondad natural que todos llevamos en nuestro interior.
El Contrato Social y la Voluntad General
Rousseau sabía que era inviable regresar a ese estado natural, por ello ofrece un nuevo planteamiento para reformar la sociedad de acuerdo con el contrato social. Este objetivo no puede conseguirse aplicando una teoría contractualista como la de Hobbes, ya que en su versión, la colectividad entrega todo el poder a un individuo que a partir de ese momento se convierte en soberano y adquiere poder para elaborar leyes para garantizar la paz social. De modo que el resto de personas han perdido su libertad y su poder, convirtiéndose en súbditos sometidos al poder del soberano. Este modelo asegura la paz pero no la libertad de los individuos.
Para hacer compatible la libertad de los individuos y la vida en sociedad, hace falta imaginar un pacto social diferente. En lugar de entregar el poder a alguien en concreto, Rousseau propone que cada uno ceda su libertad al grupo entero. De esta manera, cada individuo también forma parte de una sociedad, y esa libertad que ha entregado la puede recuperar de inmediato. De acuerdo con este modelo, el soberano no es nadie en particular, sino que es el pueblo entero el que ostenta la soberanía, ya que recae en todos los miembros de la sociedad. Así, mantienen su libertad natural y son capaces de convertirse en miembros activos de la sociedad, adquiriendo lo que Rousseau llama libertad civil.
Al pueblo le corresponde la elaboración de leyes que sirven para organizar la convivencia, que será el reflejo de la voluntad general. Para él, la voluntad general no es lo mismo que la voluntad de todos. La voluntad general aspira a lograr un bien general para toda la sociedad, mientras que la voluntad de todos es una simple unión de voluntades particulares y egoístas donde cada uno busca únicamente su propio beneficio. Para los individuos que no están de acuerdo con lo planteado en una voluntad general le quedan dos opciones: o bien se someten y las acatan o bien abandonan la sociedad, condenándose al exilio.
Soberanía Inalienable e Indivisible
La idea de que la soberanía reside en el conjunto de la sociedad tiene para Rousseau una importante consecuencia: si el pueblo es soberano, eso significa que todo el poder está en sus manos y nadie puede arrebatárselo. Por ello, afirma que la soberanía es inalienable e indivisible. Es inalienable porque no puede delegarse ni entregarse a nadie y es indivisible porque no se puede separar ni fragmentar, ya que al hacerlo el pueblo estaría perdiendo su potestad de ejercer la totalidad del poder. Este es el principal motivo por el cual rechaza la división de poderes planteada por Locke y ampliada después por Montesquieu, según la cual era conveniente separar las funciones legislativas, ejecutiva y judicial para evitar posibles abusos.
El Modelo Político de Rousseau
El modelo político creado por Rousseau parece apoyar una forma de gobierno basada en la democracia directa en la que todos los ciudadanos participan. Pero era plenamente consciente de que esta propuesta era difícil de llevar a la práctica en territorios muy extensos y muy poblados. En estos casos, sería posible aceptar formas de gobierno alternativas como aristocracias y la monarquía, dejando claro que el poder reside en el pueblo.