San Agustín de Hipona.
San Agustín es un filósofo del siglo IV(etapa medieval de
la filosofía)
Nacido en Tagaste(Argelia). Es el máximo representante de la
filosofía patrística y supone la transición de la filosofía antigua a la
medieval, Su objetivo filosófico es racionalizar la fe cristiana a partir de la
filosofía de Platón, sus obras más importantes son «Las confesiones´´, «La
ciudad de Dios´´ y «Sobre la Trinidad´´.
En la Edad Media aparece una nueva verdad, propuesta por la fe cristiana, que puede entrar en conflicto con la verdad de la razón humana. El problema de la relación entre la verdad de la razón(verdades de la filosofía, deducidas por la razón humana) y la verdad de la fe(verdades reveladas por Dios a los hombres) es un problema básico en toda la filosofía medieval. Con la existencia de las dos verdades, la racional y la religiosa, se hizo necesario establecer un criterio que demarque cuál debía ser la correcta o como debían relacionarse. San Agustín, tras buscar la sabiduría en numerosas escuelas filosóficas, descubrió que la fe ponía a su disposición la verdad que la razón no había logrado descubrir, aunque su postura no es fideísta. Para San Agustín, la razón queda supeditada a la fe, pero ambas se complementan y se necesitan para alcanzar la sabiduría. En la expresión «Crede ut intelligas, intellige ut credas´´( cree para entender, entiende para creer), afirma que la fe proporciona la verdad pero debemos servirnos de la razón para comprenderla. Argumenta que el camino a la sabiduría tiene que partir de algún conocimiento previo que no podemos deducir, sino que se encuentra en las Sagradas Escrituras que, al ser palabra de Dios, son absolutamente verdaderas( es necesario creer para entender). Además no vale solo con creerlas, sino que la sabiduría llega cuando se comprende lo que se cree(hay que entender para creer).
La cosmología agustina es una adaptación de la platónica. Explica el origen del universo a partir de la idea de creación: es Dios Todopoderoso quien crea, en un acto de libre voluntad y amor, a partir de la nada(ex nihilo) todo lo que existe. Esta idea, totalmente contraria de la filosofía griega, es la mas novedosa que introduce el cristianismo. Dios es creador(causa eficiente) del mundo, crea desde la nada el tiempo, el espacio y la materia, y también es causa formal, ya que crea todo según el modelo perfecto(arquetípico) de sus ideas, increadas y consustanciales(ideas ejemplares). Así, el Mundo de las Ideas de Platón queda transformado en la mente de Dios, y no son independientes, sino que forman parte de Dios. Por otra parte, para San Agustín la creación del mundo fue simultánea( instantánea), por lo que hay que entender los pasajes bíblicos de forma alegórica y no literal. Dios no necesita tiempo para la Creación, ya que sería una limitación, ni puede estar sometido al tiempo porque es eterno e inmutable y el tiempo fue creado por Él. A pesar de ello, no creó todo de forma actualizada, sino que a unos seres les concedió la existencia en acto y a otros solo la potencia de existir, negando así la teoría fijista de Platón y estableciendo la doctrina de las razones seminales, según la cuál Dios introdujo en ciertos seres los simientes para que con el tiempo se desarrollaran de forma gradual en función de las circunstancias. Los seres evolucionan porque Dios así lo quiso. El cosmos es ordenado porque Dios es su causa final y hace que cada ser tenga una tendencia natural a realizar la función y a ocupar el lugar que le corresponde. Por último, introduce la concepción lineal del tiempo y de la historia, al tener un principio(Génesis) y un fin(Juicio Final).
San Agustín tras un periodo de escepticismo, se dio cuenta de que podía dudar de todo menos de que estaba dudando, superando así el escepticismo. Resuelve el problema de cómo el ser humano adquiere un conocimiento verdadero en su doctrina de la iluminación, según la cuál la razón llega a la verdad gracias a la luz que le da la fe. El ser humano estudia la realidad según unos principios(axiomas) inmutables y perfectos que no ha adquirido por la experiencia ni por la razón . Estos principios son las ideas contenidas en la mente de Dios, que pueden ser conocidas porque Dios creó al hombre con la razón repleta de ideas(alma intelectiva) y porque les ilumina a través de la fe para que los pueda captar. La doctrina de la iluminación se basa en el principio de la interioridad, es decir, en que la verdad se encuentra en nuestro interior y para alcanzarla solo debemos hacer un ejercicio de reflexión e introspección.
La antropología de San Agustín se basa en que el hombre es «imago Dei´´(imagen de Dios) y por ello tiene voluntad y libre albedrío, bondad y capacidad de amar, e inteligencia, que lo hombres descienden de Adán y Eva(los dos seres humanos creados directamente por Dios), y que Adán y Eva perdieron por el pecado original la imagen y semejanza de Dios. San Agustín, contradiciendo a Platón, defiende que el ser humano es un compuesto indisoluble de alma(inmaterial e inmortal, pero no eterna) y cuerpo(material y mortal), dos sustancias distintas pero funcionalmente inseparables. San Agustín niega entidad del mal y lo considera simplemente como ausencia del bien, ya que lo contrario hubiese sido creado por Dios. Afirma entonces que la voluntad humana introduce el mal en el mundo cuando decide no actuar bien, ya que esta debilitada por la herencia del pecado original. La compatibilidad de la herencia del pecado original y el origen del alma es otro problema para San Agustín, ya que la existencia de pecado original le impide admitir que el alma de los humanos fue creada por Dios como la de Adán y Eva. La solución fue defender un creacionismo traducionista, una postura mixta entre el creacionismo puro y el traducionismo generacionista que afirma que Dios crea el alma de cada hombre pero no «ex nihilo´´, sino a partir del alma de Adán, transmitiendo su pecado(Dios no crea todas las almas a la vez).
La Ética de San Agustín está marcada directamente por la antropología. Dios, al crearnos a su imagen y semejanza, nos otorga voluntad y libre albedrío. En Dios la voluntad y el bien coinciden porque es absolutamente bueno, pero la voluntad humana, al estar condicionada por el pecado original, puede decidir entre hacer el bien o el mal. Cuando elegimos hacer el mal, en realidad(puesto que el mal no existe) estamos prefiriendo hacer un bien inferior(los placeres del cuerpo, lo que nos parece bien para nosotros) a un bien superior(obedecer a Dios). Es importante diferenciar entre libertad(hacer lo que es mejor, obedecer a Dios) y libre albedrio (alejarnos de los bienes superiores y elegir los inferiores). La libertad nos lleva a la Salvación y el libre albedrío nos condena. El pecado original fue un pecado de soberbia, es decir, de considerar que no se necesita a Dios. Los hombres deciden no actuar bien cuando tienen soberbia y buscan satisfacer únicamente sus necesidades. Cuando esto sucede, los hombres tienen «cupiditas´´(egoísmo), es decir, solo sienten amor por sí mismos y no por Dios. Como todos nacemos con el pecado original, todos tenemos nuestra voluntad debilitada, pero Dios, en su infinita bondad, nos concede su gracia(ayuda) para lograr que optemos por lo correcto y nos salvemos. Por último, al plantear en su cosmología que todo tiene un fin, le surgió el problema de si todo está determinado, a lo que respondió que el hecho de que Dios conozca lo que elegiremos no significa que no elijamos nosotros.
En su política , San Agustín afirma que el conjunto de los hombres que viven para Dios constituye la ciudad celestial o ciudad de Dios(sociedad utópica que se formaría cuando todos los ciudadanos obedecieran a Dios y se guiaran por los bienes superiores), y el conjunto de los hombres que viven para sí mismos constituye la ciudad terrena. Aunque muchos han identificado la ciudad celestial con la Iglesia y la terrena con el Estado, San Agustín no tenía esa idea. Para San Agustín, la ciudad de Dios es el modelo de toda sociedad porque solo en ella puede reinar la justicia, el orden y la paz verdadera.