San Agustín: Pensamiento, Influencias y Búsqueda de la Felicidad

San Agustín: Contexto Histórico e Influencias Filosóficas

Contexto Histórico

San Agustín (354-430 d.C.) vivió en una época convulsa. Originario de Numidia, en el norte de África, experimentó las convulsiones sociales propias de la caída del Imperio Romano, un imperio que había adoptado el cristianismo como religión oficial en el año 380. Esta experiencia humana de enorme trascendencia marcó su pensamiento.

Su reflexión partía de la observación de los hechos, tratando de interpretarlos y encontrarles sentido. Su objetivo era contrarrestar las interpretaciones de los fieles de los antiguos cultos, quienes veían en la caída del Imperio una venganza de los dioses a causa del auge del cristianismo. Ante la Historia, San Agustín adopta una perspectiva moral, reflejando la misma dialéctica presente en su antropología: la historia de la humanidad como un combate entre el bien y el mal.

Influencias Filosóficas

La lectura de una obra de Cicerón a los 19 años despertó su interés por la sabiduría. Este interés le llevó a:

  • Adentrarse en el maniqueísmo, doctrina religiosa y racional que admitía dos principios creadores, uno para el bien y otro para el mal. Sin embargo, pronto abandonó esta secta.
  • Caer en un escepticismo que le hizo dudar de casi todo y le provocó sufrimiento.
  • Superar el escepticismo gracias a la lectura de la obra de Plotino, que le impulsó a un intento de purificación moral, aunque inicialmente frustrado.
  • Rechazar la actitud cada vez más escéptica de los académicos, sucesores de la Academia de Platón, por alejarse de los principios de Platón, quien también influyó en su pensamiento.
  • Coincidir con algunas tesis del estoicismo: la felicidad se alcanza con la práctica de la virtud, el autocontrol, el coraje y la imperturbabilidad ante el infortunio. La felicidad consiste en aceptar el destino con serenidad.
  • Interesarse por el cristianismo tras la lectura de la obra de San Pablo, convirtiéndose a los 32 años y llegando a ser obispo de Hipona.

La Relación entre Fe y Razón

San Agustín buscó conciliar razón y fe, expresando al Dios cristiano en los términos de la filosofía griega. En su época, el cristianismo convivía con afirmaciones provenientes de los sistemas helenistas que dominaban el panorama intelectual. Aquí surge el problema entre razón y fe, con dos posibles soluciones: conciliación u oposición.

Agustín de Hipona es el pensador más importante de los primeros siglos del cristianismo en lo que respecta a las relaciones entre fe y razón. No solo se preocupó de marcar límites entre ambas, sino de subrayar que ambas tienen como misión esclarecer la única verdad, que para él era la verdad cristiana. Como él mismo dijo: «Comprende para creer, cree para comprender».

Antropología Agustiniana

Bajo la influencia de Platón, Agustín de Hipona distingue dos partes en el ser humano:

  • Alma: realidad creada y cambiante, asociada al conocimiento verdadero y a la primera prueba de la existencia de Dios.
  • Cuerpo: realidad intermedia, relacionada con el conocimiento sensible, a través del cual también se puede conocer a Dios como realidad creadora.

De esta distinción nace una antropología dialéctica, que se expresa en términos de lucha constante entre el bien y el mal. El hombre vive tensionado por dos fuerzas: una tendencia integradora y otra desintegradora.

La Búsqueda de la Felicidad

Uno de los frutos de esa tensión interna es que el hombre experimenta el deseo de ser feliz, pero no lo consigue. El ser humano tiene una permanente actitud de búsqueda, un impulso que se realiza también en el ámbito de la voluntad: quiere hacer cosas que le hagan feliz.

Sin embargo, según San Agustín, el hombre busca la felicidad donde no está. La felicidad no reside en él mismo ni puede alcanzarse con sus propios medios. Solo algo superior a él, Dios, puede hacerle feliz. San Agustín lo expresa así: «Quien desea ser feliz, debe procurarse bienes permanentes».

Dado que solo Dios es el objeto adecuado para proporcionar la felicidad, solo autotrascendiéndose puede el hombre llegar a ser feliz. Este ejercicio no es complicado, porque Agustín afirma que Dios vive en el alma humana, y que la razón superior, una de las partes del alma, comunica directamente con Él. Por lo tanto, el ejercicio de autotrascenderse para encontrarse con Dios y ser feliz es también un ejercicio de introversión, de mirar hacia dentro de uno mismo.

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