San Agustín
La búsqueda de la verdad
San Agustín (354-430) creía que la verdad se encontraba en el interior del ser humano, pero que también era trascendente. Argumentaba que Dios, la verdad, habitaba en el alma y que al encerrarnos en nosotros mismos, nos abrimos a Dios.
Verdades eternas y creación
Agustín sostenía que las verdades eternas nos son dadas por Dios y que el mundo creado es una copia de los arquetipos o ideas en el Espíritu de Dios. Creía que Dios creó el mundo a partir de la nada y que implantó gérmenes originarios en la materia, lo que explica la evolución.
Optimismo metafísico y el mal
Agustín creía que todo ente creado es bueno y que el mal es solo la privación de un bien particular. Argumentaba que el ser humano está hecho a imagen de Dios y que la causa del pecado es la renuncia a la adhesión a Dios.
Filosofía de la historia
Agustín veía la historia como un conflicto entre la ciudad de los creyentes y la ciudad de los impíos, con la victoria final de la»ciudad de Dio».
Santo Tomás
Fe y razón
Santo Tomás (1225-1274) sostenía que la fe y la razón no pueden contradecirse, ya que ambas provienen de Dios. Creía que la filosofía y la teología son saberes diferentes, pero que comparten un espacio común: los preámbulos de la fe.
Sustancia y seres contingentes
Tomás definía la sustancia como compuesta de esencia (materia y forma) y existencia (que depende de Dios). Argumentaba que los seres finitos son contingentes y que participan del ser de Dios, quien es el único Ser necesario.
El mal y la voluntad
Tomás creía que el mal no es una entidad positiva, sino una privación en lo que es bueno. Argumentaba que el mal no puede ser querido por la voluntad, ya que el objeto de la voluntad es necesariamente el bien.
El fin del ser humano y la visión de Dios
El fin de toda sustancia intelectual, según Tomás, es conocer a Dios. La felicidad perfecta consiste en la visión de la esencia divina, que es un don sobrenatural.
Providencia y virtudes
Tomás creía que Dios gobierna el mundo hacia Él y que el ser humano debe ser virtuoso para alcanzar el máximo bien. Las virtudes cardinales son la prudencia, la fortaleza y la templanza, mientras que las virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad.
Ley y vida social
Tomás sostenía que la vida social debe tender al bien común mediante la ley. Creía que las leyes humanas pueden ser justas o injustas, dependiendo de si buscan el bien de todos o el bien particular.