RENOVACIÓN DE LA IGLESIA
Con el papa Silvestre Il, elegido el año 999, comienza un movimiento de renovación y de libertad para la Iglesia que tiene en Francia, en la abadía de Cluny, su centro espiritual y que provocará que, a partir de! siglo XII, se produzca una supremacía de! papado.
A lo largo de los siglos XI y XII se desarrolla el estilo románico. Su arquitectura sólida representa la fortaleza y la firmeza de la fe. La escultura, al servicio de la arquitectura, asume una función pedagógica convirtiéndose en una Biblia en piedra.
EL ESPLENDOR DE LA ESCOLÁSTICA
El siglo XIII fue el siglo del esplendor de la Escolástica gracias a cuatro hechos importantes:
El surgimiento de las ciudades
Las ciudades se constituyeron en importantes centros de actividad económica y cultural. Todo favorecía a la burguesía que, con el tiempo llegó a controlar el orden económico y político de las grandes ciudades.
La creación de la universidad
Con el surgimiento de las grandes ciudades apareció en el horizonte cultural de la Edad Media una de sus creaciones decisivas: la universidad. De la misma manera que los artesanos se agrupaban en gremios, los profesores y los alumnos de distintas escuelas se agruparon y crearon comunidades académicas o universidades. Por primera vez en la historia, la filosofía se convirtió en una carrera profesional, y la enseñanza, el aprendizaje y la investigación filosóficos se llevaron a cabo dentro del contexto de la universidad.
El conocimiento de Aristóteles en Occidente
Sólo hasta el siglo XIII se logró tener a disposición la mayoría de las obras de Aristóteles. Esto sucedió gracias al aporte de los filósofos árabes, que fueron traducidos al latín. También, gracias a traductores como Roberto Grosseteste y Guillermo de Moerbeke, quienes, por primera vez, tradujeron del griego al latín los textos del filósofo griego.
El nacimiento de las órdenes mendicantes
La iglesia intentó renovarse a partir de una vuelta al mensaje original del Evangelio. En un primer momento, tal renovación dio lugar a movimientos heréticos que buscaban reivindicaciones sociales a partir de la idea de que los pobres eran los elegidos de Cristo. En un segundo momento, dio lugar a creación de las órdenes mendicantes que seguían ideales de pobreza. Algunas de éstas fueron los franciscanos, seguidores de San Francisco de Asís, y los dominicos, seguidores de Santo Domingo. Estas órdenes lograron acceder a la enseñanza universitaria y dieron lugar a dos escuelas de pensamiento: la franciscana, inspirada en las ideas agustinianas y las platónicas, y la dominicana, orientada hacia la filosofía aristotélica.
SAN ANSELMO DE CANTERBURY
(Aosta 1033- Canterbury 1109)
San Anselmo de Aosta (1033-1109), lugar italiano en el que nació, o de Canterbury, ciudad de la que fue obispo, recupera la subordinación agustiniana de la razón a la fe: credo ut intelligam, «creo para entender», aunque la razón deba esforzarse en comprender lo que ha creído.
Filósofo y teólogo benedictino. Arzobispo de Canterbury, fue uno de los principales impulsores del pensamiento escolástico. Para conseguir una base racional de la fe, desarrolló las pruebas de la existencia y naturaleza de Dios en sus obras Monologion, Proslogion y Cur Deus homo.
En su obra Monologion construye tres argumentos a posteriori, que discurren desde la experiencia sensible a Dios: el primero basado en la contingencia de los seres, el segundo en la causalidad y el tercero en los grados de perfección de los seres. Pero el más conocido es el argumento ontológico, que expone San Anselmo en su obra Proslogion. Éste es un argumento construido a priori, es decir, de la consideración de la propia idea de Dios, sin recurrir a la experiencia, concluye su existencia. A Dios lo entiende como «el ser mayor que el cual nada puede pensarse»; ahora bien, si algo que puede ser pensado a la vez existe sería mayor que aquello que sólo es un ser pensado. De ahí que el ser mayor que el cual nada puede pensarse tenga que existir y no ser sólo objeto en el pensamiento.
Su célebre argumento ontológico se puede formular así: Dios, lo más grande que puede pensarse, tiene que existir, pues, de lo contrario, no sería lo más grande, al carecer de existencia.
San Anselmo y su argumento ontológico
Dentro de la especulación filosófica del siglo XII, la obra de san Anselmo es de extraordinaria relevancia. Su argumento ontológico dará pie a lo largo de varios siglos a fecundas controversias sobre la posible demostración de la existencia de Dios.
San Anselmo desarrolla su teología dialéctica en sus obras Monologion y Proslogion. En la segunda expone su famoso argumento ontológico, que demuestra la existencia de Dios mediante una prueba racional que debería ser admitida incluso por el no creyente, es decir, el ignorante que dice en su corazón que Dios no existe. Según este argumento, Dios, definido -no puede ser menos- como «el ser mayor que lo cual nada puede ser pensado», existe necesariamente, puesto que de lo contrario se podría concebir otro ser idéntico a él con la existencia añadida.
El argumento tendrá, a lo largo de la historia, detractores, como Tomás de Aquino y Kant, y partidarios, como san Buenaventura, Duns Scoto -que reformulará la definición de Dios en términos de «ser infinito»-, Descartes, Leibniz y Hegel. Los primeros rechazarán que se pueda deducir la existencia real de un ser a partir de su definición; los segundos afirmarán que ello es posible y necesario en la causa o esencia primera.
El argumento de san Anselmo
Y ciertamente aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado no puede existir solo en el entendimiento. Pues, si existe, aunque solo sea también en el entendimiento, puede pensarse que exista también en la realidad, lo cual es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese solo en el entendimiento, se podría pensar algo mayor que aquello que es tal que no puede pensarse nada mayor.