Santo Tomás de Aquino: Filosofía, contexto histórico y la existencia de Dios

Proyección Histórica

Sus ideas, por su proximidad al aristotelismo, no fueron inicialmente aceptadas. El obispo de París, de tradición agustiniana, condenó algunas de sus proposiciones como heréticas. El clero culto, mayoritariamente agustiniano, dejó a los dominicos como únicos seguidores de Tomás de Aquino. En los siglos XV y XVI, el tomismo resurgió gracias a figuras como Capreolo, Cayetano, Domingo Bañez y Domingo de Soto. El tomismo brilló en el Concilio de Trento, desarrollado por jesuitas como Suárez y Vitoria. En los siglos XVII y XVIII, recibió críticas de racionalistas, empiristas e ilustrados. A mediados del siglo XIX, resurgió el neotomismo con la intención de defender a la Iglesia. Con la encíclica Aeterni Patris, el Papa León XIII animó al clero a estudiar a Santo Tomás, convirtiendo el tomismo en una de las claves de la Iglesia Católica, hecho que se vio reflejado en la Declaración Doctrinal del Concilio Vaticano II.

La Existencia de Dios

La existencia de Dios sigue siendo un problema central en la Filosofía. Este dilema depende de la idea de la relación entre el hombre y Dios, una idea que ha sido transformada por pensadores como Feuerbach, Marx, Nietzsche, Freud, Sartre, Hume y Kant.

Desde la corriente analítica, la existencia de Dios ha sido estudiada por autores como Wisdom y Flew. Wisdom se preguntaba qué intenciones y creencias metafísicas subyacen al discurso del teísta y del escéptico. Para ilustrarlo, se sirve de la parábola del jardinero: dos exploradores, un creyente y un escéptico, descubren un jardín en medio del bosque. El creyente elabora una hipótesis sobre el origen del huerto, insistiendo en experiencias que evocan a Dios como el jardinero invisible. El escéptico, por su parte, se limita a demandar pruebas de la existencia de Dios que respeten los límites de la experiencia y el conocimiento humano. Esta parábola muestra el cambio de sentido del discurso religioso referido a la realidad y cómo este no puede abordarse de la misma forma que el discurso científico.

Flew argumenta que el lenguaje religioso tiene un uso descriptivo, por lo que se puede verificar la proposición “Dios existe”. Cuestionar si Dios existe se opone a los planteamientos clásicos de la teología natural, como la tomista, que empieza por plantear la cuestión existencial y continúa con la esencial. Flew critica este planteamiento, ya que, a su juicio, la demostración de la existencia de Dios supone el análisis de su concepto.

Hans Küng formula una serie de pruebas sin basarse en argumentos racionales o en testimonios de fe. Afirma que no hay argumentos irrefutables ni a favor ni en contra de la existencia de Dios. Dios sería la garantía de que el mundo tiene un sentido, una finalidad y una razón de ser.

La prueba físico-teológica, donde varía la quinta vía tomista, está en auge debido a la confrontación entre creacionistas y evolucionistas. A esta se le denomina teoría del diseño inteligente y postula que el orden y la armonía del mundo proceden de una inteligencia ordenadora y creadora: Dios. Esta idea se encuentra en Platón y Cicerón, entre otros. La naturaleza no se reduce al modelo mecanicista, sino que presenta también indeterminación y desorden, como muestra la física contemporánea. Esto ha debilitado los fundamentos de la teoría del diseño inteligente, ya que esta no explica el azar y el desorden. La estrategia de los creacionistas perjudica a la religión, pues la obliga a someterse a criterios científicos de carácter lógico-matemático y empírico que, en su mayoría, no puede satisfacer.

Contexto Histórico (Filosofía – Santo Tomás de Aquino)

El siglo XIII, momento de esplendor de la Edad Media, vio el surgimiento de la ciudad como centro social, político y cultural. La burguesía ascendía en el orden social, especialmente en Italia, impulsando la prosperidad de las ciudades. Aparecieron nuevos comercios, se desarrolló la tecnología y comenzaron a utilizarse algunas máquinas. La catedral y la universidad se convirtieron en centros de la vida urbana.

El papel de la Iglesia era fundamental, y el Papa competía con el príncipe para consolidar el poder teocrático. Lo sagrado convivía con la superstición y la magia. Las órdenes mendicantes, como los dominicos y franciscanos, surgieron en el seno de la Iglesia y pronto conquistaron las universidades y los órganos de poder. La Iglesia organizó las cruzadas para conquistar Tierra Santa, lo que propició el intercambio de conocimientos entre el mundo islámico y europeo, permitiendo el redescubrimiento de la cultura griega clásica y la filosofía aristotélica.

Las escuelas catedralicias y monacales dieron lugar a las universidades, espacios de cultura por excelencia. Las primeras fueron Bolonia, París y Oxford. Las materias impartidas eran reconocidas por la Iglesia, y los estudiantes, para ser admitidos, debían haber cursado el trivium (gramática, dialéctica y retórica) y el cuadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía).

Características de la Filosofía Medieval

  • La filosofía no es una disciplina autónoma, sino que está supeditada a la tradición religiosa.
  • La filosofía escolástica tiene como objetivo hacer comprensible la verdad sagrada, es decir, esclarecer la verdad revelada.

Para algunos autores, la filosofía medieval es teología, ya que se dedica a comentar la doctrina sagrada, confrontándola con las ideas de diferentes filósofos antiguos que se iban descubriendo.

Contexto Filosófico

La filosofía medieval se divide en varias etapas:

  • La primera etapa se extiende desde el siglo I hasta el V. La figura más destacada en lengua latina fue San Agustín. Predomina la influencia de Platón y Plotino.
  • Del siglo VI al IX se produce un periodo de transición, con autores encargados de recuperar y difundir la tradición clásica.
  • La segunda etapa se denomina filosofía escolástica y se divide en tres periodos: el de formación (siglos IX-XII), dominado por el neoplatonismo agustiniano; el periodo de apogeo (siglo XIII), que coincide con el surgimiento del aristotelismo y cuya figura más importante es Santo Tomás; y el periodo de decadencia (siglo XIV), dominado por el nominalismo.

El pensamiento de Occidente estuvo dominado hasta el siglo XIII por el platonismo agustiniano.

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