El Hombre – Antropología
Para Santo Tomás, el hombre refleja en su ser la proporción de lo divino y se sitúa entre dos mundos, lo corporal y lo espiritual, pues su alma, la forma, puede existir con independencia del cuerpo. Se compone de cuerpo material (materia) y alma espiritual (forma), siendo una unión sustancial. Para Santo Tomás, el alma es: el principio de la vida, creada por Dios, no es eterna, obra con voluntad y libertad y es inmortal, con lo que difiere de su maestro Aristóteles. Santo Tomás afirma la unidad sustancial del alma, señalando tres potencias o facultades del alma racional:
- La vegetativa: referida a la vida, que implica todo lo relacionado con la nutrición, el crecimiento y la reproducción.
- La sensitiva: tiene que ver con la sensación, la memoria y la imaginación.
- La intelectiva: que se concreta en dos operaciones: conocer, diferenciando entre entendimiento agente y paciente, y querer (voluntad inclinada a realizar el bien y evitar el mal).
El alma, aunque vinculada sustancialmente al cuerpo, puede existir con independencia de él, pues sus operaciones superiores (conocer y querer) tratan sobre lo inmaterial y abstracto. Por esta inmaterialidad, el alma es simple y, por ser simple, no es divisible y mortal como lo material, con lo que Santo Tomás afirma su inmortalidad.
La Moral
Para Santo Tomás, el fin de la vida humana es la felicidad (contemplación de Dios), que no puede ser alcanzada totalmente en esta vida, pero sí debe ser preparada en ella, dirigiendo a ese fin último todos los actos de nuestra voluntad, por lo que su moral es eudemonista y teleológica.
El ser humano, en su potencia intelectiva, posee dos facultades: el entendimiento y la voluntad. La primacía se la da al entendimiento, por lo que la voluntad sigue al entendimiento, es decir, la razón ha de marcar el camino, el fin, que ha de perseguir la voluntad. Con esto, Santo Tomás destaca la libertad del ser humano, el único que conoce sus fines y puede elegir o no hacer lo necesario para alcanzarlos. Por ello, distinguió entre actos del hombre, que no dependen de su libertad (la digestión), y actos humanos, que sí dependen de su entendimiento y voluntad (escuchar). Solo el ser humano puede conocer sus inclinaciones naturales y deducir de ellas normas de conducta para la acción, cuya moralidad se asienta en los actos de la voluntad, que han de tener siempre por objeto el bien, pues el mal nunca es querido. Santo Tomás demuestra así la existencia de la ley natural: ciertas normas de conducta derivadas de la naturaleza racional humana, cuyas inclinaciones naturales son tres:
- Conservar su propia existencia.
- Conservar la especie y cuidar de la prole.
- Conocer la verdad y vivir en sociedad.
Esta ley natural coincide con la ley moral y su contenido es natural, racional, universal e inmutable. Es la ley o prescripciones inscritas en la razón de todo hombre que ordena hacer el bien y evitar el mal a partir de la voluntad y la libertad.
Esa ley natural no está desconectada ni de lo social, ni del orden del mundo, por eso Santo Tomás señala también otros dos tipos de leyes:
- La ley positiva: que son las leyes concretas promulgadas por los legisladores para la convivencia social como prolongación de la ley natural y respetando en todo sus exigencias.
- La ley eterna: que es la ley de Dios como ordenación del gobierno divino del mundo.
Así, Santo Tomás concibe la ley positiva como un desarrollo de la ley natural y a ésta como una parte de la ley eterna.
Para lograr la felicidad contamos con la virtud, que es el hábito o disposición estable de las facultades del alma gracias al cual puede ésta alcanzar más fácilmente los fines que le son propios. Como en el alma intelectiva hay entendimiento y voluntad, podemos diferenciar dos tipos de virtudes:
- Las intelectuales: que perfeccionan el conocimiento, como p. ej. inteligencia, ciencia, sabiduría, arte y prudencia.
- Las morales: que perfeccionan la vida buena y son la justicia (general, distributiva, conmutativa), fortaleza, templanza.
En la tradición, se ha denominado virtudes cardinales a las cuatro virtudes fundamentales de la vida moral: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. A estas añade Santo Tomás las sobrenaturales o teologales, que tienen como objetivo a Dios mismo y perfeccionan la disposición humana dirigida al orden sobrenatural y son: fe, esperanza y caridad, que Dios infunde en nosotros.
La Política
En su planteamiento de la política, Santo Tomás sigue a Aristóteles y señala el origen natural de la sociabilidad humana. El hombre es social por naturaleza debido a tres razones:
- No se basta a sí mismo para atender a las necesidades de la vida.
- Precisa de la ayuda de los demás para conocer lo que necesita para su subsistencia y procurárselo.
- Es esencialmente comunicativo, como lo demuestra el lenguaje.
Por lo que la sociedad nace no de un pacto, sino de la inclinación natural humana.
También insistió en que el fin del Estado es el bien común. Se trata de aquello que hace posible la vida virtuosa de los ciudadanos, que exige otros muchos bienes, tanto corporales como espirituales, ordenados y jerarquizados. Así son necesarios el orden, la tranquilidad, la paz, la unidad, la amistad, el bienestar, la salud pública. Si no se sigue ese fin, el Estado carece de legitimidad política.
En línea aristotélica, afirmó que los constitutivos esenciales de la sociedad civil son: materia (los individuos humanos) y forma (la autoridad en las diversas formas que pueda adoptar, y las ordenaciones que de ella emanan y que son las leyes). Estas formas de autoridad son seis, tres justas (monarquía, que para Santo Tomás es la mejor, aristocracia y democracia) y tres injustas, que son las perversiones de las anteriores (tiranía, oligarquía y demagogia).
Santo Tomás añade, por su condición de cristiano, un nuevo elemento a la doctrina aristotélica: el fin sobrenatural (Dios) del hombre y del Estado, en virtud del cual el Estado se debe subordinar a la figura de la Iglesia, que es la encargada de dirigir a ambos al fin supremo que es Dios.
Dios (Teología)
En la parte de la Metafísica que estudia la Causa primera extrínseca del ente, es decir, la teología, Santo Tomás afirma que esa causa es precisamente Dios, en quien esencia y existencia se identifican, por eso es el único ser necesario frente a la contingencia de los entes creados. Para Santo Tomás, la existencia de Dios no es evidente para nosotros, pero se puede demostrar racionalmente, con lo que expresa la colaboración de razón y fe. Por eso desarrolla sus cinco vías, pruebas de la existencia de Dios, en su obra Summa Theologica. El esquema general que sigue en todas las vías, que son a posteriori, es el siguiente:
- Parte de un hecho de experiencia que debe ser explicado.
- Aplica a ese hecho el principio de causalidad eficiente.
- Usa el principio lógico según el cual es imposible proceder al infinito en una serie de causas.
- Concluye la necesidad de afirmar la existencia de un primer principio, según el desarrollo de cada prueba, al que se le llama Dios.
Las cinco vías son:
- La primera vía es llamada cosmológica. En el mundo existe el movimiento. Debe existir un primer motor no movido. Por este Motor primero todos entienden a Dios.
- La segunda es la de la causalidad eficiente. Nosotros encontramos en la experiencia nexos de causas y efectos. Es así necesario admitir una primera causa no causada.
- La tercera es la de la limitación temporal de algunos seres. El ser contingente recibe la existencia solamente de un ser distinto, de un Ser necesario que tiene en sí mismo la razón de su existir.
- La cuarta es la de los grados de las perfecciones de los seres. Esta escala significa aproximación, participación en un Ser que posee la perfección de aquellos valores en medida suma.
- La quinta es la de la finalidad con que obran los seres naturales. Por lo que es necesario admitir un Espíritu capaz de ordenar y dirigir.
Una vez demostrada la existencia de Dios, hay que preguntarse por su esencia, por lo que Dios es. Y antes incluso, si es posible conocerlo. Para Santo Tomás, Dios es inabarcable por el entendimiento humano, pero al menos sí podemos saber de su esencia lo que nos dicen las 5 vías: que es motor inmóvil, causa no causada, necesario, perfecto y fin. Y por su relación con las criaturas, se puede llegar a saber algo de su esencia desde dos caminos:
- Por la vía de la negación (teología negativa) que excluye aquello que no se le puede atribuir, como la imperfección, el cambio…
- Por la vía de la eminencia, por la que atribuimos a Dios en grado sumo todas las perfecciones que apreciamos en lo creado al realizar una analogía entre los dos.
De ahí la absoluta trascendencia de Dios y su inefabilidad, con lo que sí hay, al menos, un nombre con el que podemos nombrar a Dios: el Ser subsistente. Y de este derivan los demás atributos (perfecciones que atribuimos a Dios) y se dividen en entitativos (referidos a cómo es Dios: simplicidad, perfección, bondad, infinitud, inmensidad, inmutabilidad, eternidad, unicidad) y operativos (referidos a lo que hace Dios: sabiduría, voluntad y poder).