Santo Tomás de Aquino: Movimiento, Causalidad y Existencia de Dios

Nociones Fundamentales

Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, define el movimiento como el paso de la potencia al acto. Este movimiento afecta a las sustancias, compuestas de materia y forma (hilemorfismo). La materia es el principal sujeto del movimiento. Potencia y acto son estados mutuamente excluyentes, y todo movimiento requiere una causa previa, principio de causalidad. Aristóteles distingue entre movimiento accidental (afecta a la materia) y sustancial (afecta a la sustancia), y propone cuatro causas: material, formal, eficiente y final. Para explicar el movimiento del universo, postula un primer motor inmóvil, acto puro, que genera y transmite movimiento. Santo Tomás adopta esta idea, identificándola con la divinidad. Además, introduce los conceptos de esencia y existencia, afirmando que todos los seres existen en la mente divina y adquieren existencia al ser creados por Dios. En todos los seres, esencia y existencia son distintas, excepto en Dios, donde coinciden.

Causa Eficiente Primera y Ser Necesario

Santo Tomás retoma el concepto aristotélico de causa eficiente, el agente productor de un efecto. Argumenta que debe existir una causa eficiente primera, no causada, para evitar una serie infinita de causas. Esta causa primera es acto puro y no se identifica con la potencia. Contrario a los averroístas, que proponían un mundo eterno, Santo Tomás afirma que el universo es contingente y requiere un ser necesario que lo haya creado: Dios. La distinción entre esencia y existencia subraya la necesidad divina y la contingencia de la creación, así como la necesidad de Dios para la existencia del mundo.

Ser Perfectísimo e Inteligencia Ordenadora

Los objetos de la realidad muestran grados de intensidad de valores, que se establecen por comparación. Para ello, debe existir un referente máximo de cada valor, un ser perfectísimo que aúna todos los valores en su máxima expresión: Dios. Esta idea tiene inspiración platónica, donde las ideas son la máxima expresión de la realidad y su causa. También se reconoce el argumento ontológico de San Anselmo, que parte de la idea de un ser perfecto en la mente humana, cuya perfección incluye la existencia. Otro argumento es el de la inteligencia ordenadora, basado en la teoría aristotélica de los lugares naturales, que plantea que todos los seres se dirigen hacia una meta. Debe existir un ser que guíe a los seres naturales hacia su fin: Dios.

Existencia de Dios y el Problema del Mal

La Suma Teológica plantea el problema del mal en relación con Dios. San Agustín de Hipona lo resolvió adoptando la concepción plotiniana del mal como no ser, ausencia de bien. Santo Tomás complementa esta idea, afirmando que Dios creó un mundo perfecto, y el mal no proviene de él, sino que es la ausencia de algo bueno. El mal no es absoluto, sino que se sitúa dentro del contexto del bien. Las cosas no son malas en sí mismas, sino por su relación con otras. La existencia del mal permite la existencia de bienes mayores, contribuyendo a la perfección de la obra divina.

Las Cinco Vías de Santo Tomás

Santo Tomás propone cinco vías para demostrar la existencia de Dios:

Primera Vía: El Movimiento

Todo lo que se mueve es movido por otro. No se puede seguir indefinidamente, por lo que debe existir un primer motor inmóvil: Dios.

Segunda Vía: La Causalidad Eficiente

Toda causa eficiente tiene una causa anterior. No se puede seguir indefinidamente, por lo que debe existir una primera causa incausada: Dios.

Tercera Vía: La Contingencia

Existen seres contingentes que pueden existir o no. Si todos fueran contingentes, no existiría ninguno. Debe existir un ser necesario que sea la causa de los seres contingentes: Dios.

Cuarta Vía: Los Grados de Perfección

Existen grados de perfección en los seres. Debe existir un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo: Dios.

Quinta Vía: La Finalidad

Seres inorgánicos actúan con un fin. Al carecer de inteligencia, deben ser dirigidos por un ser inteligente: Dios.

Vida y Obras

Santo Tomás nació en 1224 en el castillo de Rocasesa. Estudió en el monasterio de Montecasino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la Orden de los Predicadores y continuó su formación en París y Colonia bajo San Alberto Magno. Fue ordenado sacerdote y se dedicó a la enseñanza. Murió en 1274. Su obra es extensa, incluyendo comentarios a las Sagradas Escrituras, a filósofos y obras propias. Destacan la Suma Teológica y la Suma Contra los Gentiles.

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