Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil de Locke: Origen, Naturaleza y Fines del Poder Político

LOCKE – SEGUNDO TRATADO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL

Capítulo 1: Resumen del Primer Tratado

En este capítulo introductorio, Locke resume las conclusiones de su primer tratado sobre el gobierno civil. Rechaza firmemente que el origen del poder político se encuentre en la sucesión familiar, el don divino, la fuerza o la violencia. Propone, entonces, la necesidad de una teoría alternativa para explicar la legitimidad del gobierno, que será el objetivo principal de este segundo tratado.

Capítulo 2: El Estado de Naturaleza

Locke argumenta que el poder político debe entenderse a partir de la naturaleza humana, la cual implica un estado original de perfecta libertad e igualdad. Esta libertad, sin embargo, no es absoluta; está limitada por la ley natural, que prohíbe la destrucción de uno mismo o de otros, así como de sus derechos y bienes. La ley natural, que es la razón misma, es la base de la convivencia pacífica.

Para garantizar el cumplimiento de la ley natural y proteger a los inocentes, se requiere un poder que la haga efectiva. Este es el fundamento del derecho de un hombre a castigar a otro, siempre de manera proporcional a la ofensa, buscando la reparación del daño, la corrección del infractor y la disuasión de futuras transgresiones.

Todos los hombres, al compartir una misma naturaleza, son iguales en el estado de naturaleza (caracterizado por la paz, la buena voluntad, la asistencia mutua y la conservación). Sin embargo, las pasiones y la imperfección humanas hacen necesaria la creación del poder político, que surge del acuerdo mutuo entre los individuos, basado en el derecho de autoconservación.

Capítulo 3: El Estado de Guerra

El estado de guerra se define como una situación de enemistad, malicia, violencia y mutua destrucción. Surge cuando existe una intención premeditada y declarada contra la vida de otro hombre. Ante esta amenaza, el individuo agredido tiene el derecho de defenderse, incluso destruyendo al agresor, en virtud del principio fundamental de la autoconservación.

Quien intenta someter a otro a su poder absoluto, lo coloca en un estado de guerra, ya que le priva de su libertad, que es el fundamento de todos los demás derechos. El estado de guerra persiste hasta que las partes se someten al arbitrio de la ley, dando lugar al estado de sociedad.

Capítulo 4: La Esclavitud

La libertad natural del hombre implica que solo está sujeto a la ley de naturaleza. De manera similar, la libertad en sociedad solo admite las leyes establecidas por consentimiento mutuo en el seno del Estado, a través del poder legislativo. Por lo tanto, la esclavitud se entiende como un estado de guerra continuo entre un vencedor legítimo y su cautivo, donde se respeta la vida de este último.

Capítulo 8: El Origen de las Sociedades Políticas

Dado que todos los hombres nacen libres, iguales e independientes, nadie puede ser sometido al poder político de otro sin su propio consentimiento. Cuando un grupo de individuos acuerda formar una comunidad o gobierno, se constituye un cuerpo político en el que la mayoría tiene el derecho de actuar y decidir en nombre de todos.

La voluntad de la mayoría, expresada a través del consenso de la comunidad, es el fundamento de toda ley. Cada miembro de la comunidad está obligado, por su consentimiento inicial, a someterse a las decisiones de la mayoría. Este principio, según Locke, es el único origen legítimo de los gobiernos en el mundo.

Locke refuta dos objeciones comunes: la falta de ejemplos históricos de agrupaciones de hombres libres que se unieran para formar un gobierno, y el hecho de que todos los hombres nacen bajo un gobierno preexistente, lo que les impediría crear uno nuevo.

Capítulo 9: Los Fines de la Sociedad Política y del Gobierno

A pesar de la libertad inherente al estado de naturaleza, el hombre elige voluntariamente someterse al gobierno de la mayoría para garantizar la seguridad de su vida, sus libertades y sus posesiones. En el estado de naturaleza, faltan elementos cruciales para esta seguridad: una ley establecida, fija y conocida; un juez público e imparcial; y un poder que respalde las sentencias justas. Por lo tanto, el fin último de la sociedad política y del gobierno es lograr la paz, la seguridad y el bien común del pueblo.

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