Hume 1. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO
El objetivo de la filosofía de Hume fue establecer el origen y los límites del conocimiento humano.
Para este filósofo todo conocimiento debe fundamentarse en la experiencia si no quiere caer en el error. En el análisis que hace del conocimiento, Hume llama percepciones a todos los contenidos de la mente. Tales objetos de la mente pueden ser de dos tipos: Impresiones: son los datos de los sentidos, sensaciones (visuales, auditivas, olfativas…) y emociones (ira, miedo alegría, hastío…). Las impresiones se caracterizan por ser inmediatas, vivaces e intensas. Ideas: son las representaciones mentales de las impresiones, son, por tanto, mediatas, débiles y poco vivaces. Las impresiones y las ideas pueden ser simples (no se pueden descomponer en otras más simples) y complejas (son el resultado de la combinación mental entre las simples), las ideas complejas se forman por asociación de otras ideas debido a la memoria y la imaginación. Las combinaciones que el entendimiento humano lleva a cabo para formar ideas complejas a partir de ideas simples, no son arbitrarias sino que obedecen a unas leyes de la mente en virtud de las cuales unas ideas nos hacen pensar inmediatamente en otras, las ideas se conectan en la mente por el principio de asociación. Esas leyes explican, por tanto, el modo como el ser humano organiza sus ideas y debe quedar claro que esa organización procede de nuestra propia estructura mental y no de la realidad. Esas las leyes son: – Ley de la semejanza : tendemos a unir ideas semejantes procediendo de objetos diferentes aunque con cierto parecido. – Ley de contigüidad: tendemos a asociar ideas contiguas en el espacio o en el tiempo. – Ley de causalidad: tendemos a establecer una relación causa-efecto entre ideas contiguas espaciotemporalmente. Crítica al concepto de causa. Concepto clave en la historia de la filosofía y de la ciencia, pues las leyes científicas establecen una conexión causal necesaria, que se cumple siempre y en todos los casos, entre fenómenos (dado el fenómeno A al que llamamos causa, necesariamente le seguirá el fenómeno B al que llamamos efecto). Hume busca la impresión de la que procede nuestra idea de conexión necesaria y nos dice que si nos atenemos exclusivamente a los datos empíricos lo único que podemos decir es que dos fenómenos se han sucedido hasta hoy. Somos nosotros los que llevados por la costumbre de ver en sucesión espaciotemporal esos dos fenómenos terminamos por creer y suponer que en el futuro se seguirán sucediendo. Pero dado que es sólo una suposición debemos concluir que las leyes causales son sólo probables y que por tanto, las leyes científicas tienen un valor hipotético, siempre están sujetas a revisión y la ciencia debe asumir una actitud de permanente investigación. Según lo que acabamos de decir, todo conocimiento es una impresión (un dato de la experiencia) o
es la representación mental de una impresión (una idea). Esto significa que el origen último de todos nuestros conocimientos está en la experiencia y, por tanto, no existen ideas innatas. Esto significa también que el criterio de verdad para saber si una idea es o no verdadera consiste en averiguar si en el origen de esa idea hay o no alguna impresión de la que proceda, denominado por Hume principio de copia. Si no la hay, habrá que concluir que estamos ante una ficción de la mente que el entendimiento ha producido merced a su capacidad de formar ideas nuevas por asociación de otras. Con el criterio de verdad que acabamos de describir Hume hace una dura crítica a algunos de las ideas básicas de la filosofía racionalista y de la ciencia siguiendo siempre la misma estrategia: preguntar qué impresión está en el origen de la idea en cuestión, si no hay ninguna
podemos pensar que tal idea es una ficción de la mente. Una vez establecidos los elementos del conocimiento, Hume distingue dos tipos de conocimiento que puede alcanzar el entendimiento humano: el conocimiento de relaciones entre ideas y el conocimiento sobre cuestiones de hecho. Las relaciones de ideas corresponden a lo que llamamos ciencias formales, matemáticas y lógica, que operan sobre contenidos ideales expresados mediante símbolos sin hacer referencia a cosas materiales que existan realmente. La validez de una proposición matemática depende de su coherencia con respecto al resto de proposiciones matemáticas pero no de la experiencia, puesto que en ella no se afirman hechos sino relaciones entre entidades ideales. Son llamadas ciencias exactas porque proporcionan un conocimiento cierto basado en la intuición y la deducción. Las proposiciones que utilizan las ciencias formales son las proposiciones analíticas, el predicado está incluido en el sujeto y no aportan nuevos conocimientos, es decir, no son extensivas. Las cuestiones de hecho corresponden con lo que llamamos ciencias empíricas (física, química, biología, medicina, sociología…), ciencias cuya verdad depende de la experiencia. Aquí ya no cabe un conocimiento puramente racional, basado en la intuición y la deducción sino que debemos basarnos en la experiencia. En este tipo de ciencias no podemos alcanzar el grado de certeza que en las anteriores. Las proposiciones que utiliza las ciencias empíricas son sintéticas, aportan nuevos conocimientos, es decir son extensivas, pero necesitan la experiencia para demostrarlas. Tienen que fundamentarse en hechos empíricos.
2. PROBLEMA DE LA REALIDAD
Hume se plantea la existencia de una realidad al margen de mis impresiones ¿Existen la sustancia, el yo, el mundo, Dios? Realiza en primer lugar un crítica a la idea de sustancia, se considera la sustancia como aquello que une a una serie de ideas simples, aquello que permanece a los cambios y accidentes. Si buscamos la impresión concreta de la que deriva la idea de sustancia material no la encontraremos, lo único que encontraremos será un conjunto de impresiones pero no ese sustrato que llamamos sustancia cuya existencia es imposible de demostrar. La sustancia es una colección de ideas simples a las que damos un nombre para agruparlas, es la imaginación la que une las ideas simples. Hume concluye que no tiene sentido preguntarse por la existencia de los cuerpos, el hecho de concebir que los cuerpos existen es una especie de impulso natural. Critica a la idea de sustancia pensante o yo: Si buscamos la impresión concreta de la que procede la idea del «yo» no la encontraremos. Todo lo que captamos empíricamente de nosotros mismos es una sucesión de estados psíquicos (sensaciones, emociones, sentimientos, deseos, estados de ánimo…) que se suceden unos a otros. La idea del «yo» surge al asociar con la imaginación y la memoria todo ese flujo de estados psíquicos unificándolos en un supuesto substrato, al que llamamos «yo”, pero que exista realmente el «yo» no es demostrable, y mucho menos puede fundamentarse todo el conocimiento humano en una idea semejante como hizo Descartes. Critica a la idea de sustancia infinita o Dios: Puesto que no puede señalarse la impresión de la que deriva esta idea, hemos de concluir que la existencia de Dios no es demostrable racionalmente. Para concluir digamos que las ideas de materia, yo, Dios y causa son meras creencias, pero creencias fundamentales para los seres humanos sin las cuales no podríamos desarrollar nuestras actividades cotidianas. Al tiempo vemos cómo el pensamiento de Hume desemboca en el escepticismo que niega la posibilidad de un conocimiento objetivo y seguro de la realidad.3. Ética (MORAL):
Hume afirma que nuestras ideas morales, como el resto de ideas, tienen su fundamento en la experiencia, por tanto los seres humanos no poseemos ideas innatas acerca del bien y el mal. Con esto Hume se opone a toda la tradición filosófica para la que los principios morales están inscritos en la propia naturaleza humana (SantoTomás). Por otro lado, Hume sostiene un emotivismo moral oponiéndose al intelectualismo moral que basa la ética en la razón (Platón y Aristóteles). Para el filósofo, nuestra conducta moral no puede estar determinada racionalmente porque la razón es incapaz de mover al ser humano. Lo que nos impulsa a actuar, y es el fundamento de nuestras decisiones morales es la emoción, el sentimiento y el deseo. Hume razona del siguiente modo: la razón sólo es capaz de dos tipos de conocimientos, los que se refieren a relaciones de ideas y los que se refieren a cuestiones de hecho y las cuestiones morales no son ni lo uno ni lo otro así que no proceden de la razón sino del sentimiento. En primer lugar, Hume afirma que las cuestiones morales no son relaciones de ideas ya que un juicio moral no se deduce como un teorema matemático. En segundo lugar, la moralidad no es un hecho particular y concreto que esté presente en nuestra conducta. Esto podemos verlo con un ejemplo: el hecho físico de matar es el mismo en un asesinato, un homicidio involuntario y en una ejecución que cumpla con una sentencia judicial. Sin embargo estos tres hechos reciben valoraciones morales muy diferentes. Y es que no es la razón la que establece nuestras valoraciones morales sino el sentimiento: llamamos virtud a aquello que nos produce un sentimiento placentero de aprobación y vicio a lo contrario. La bondad y la maldad no son cualidades de las acciones humanas mismas sino que surgen cuando esas acciones son analizadas por un ser que posee sensibilidad moral. Con esto ha quedado eliminada la posibilidad de que nuestros juicios morales dependan de categorías racionales, objetivas y universales. Esto nos abocaría al relativismo moral y a la falta de acuerdo, pero Hume sostiene, en este punto, un utilitarismo moral al afirmar que los seres humanos sentimos que es bueno aquello que resulta útil para la sociedad.
Y consideramos bueno lo que beneficia a la sociedad porque nos damos cuenta de que nuestros intereses privados están mejor protegidos cuando se encuadran en el bien colectivo. Este filósofo nos dice que en el ser humano hay un cierto sentimiento se simpatía hacia la humanidad que le hace desear la felicidad de los demás pero que en el fondo no es más que el deseo egoísta de su propia felicidad.
4. POLÍTICA: SOCIEDAD Y ESTADO
Según Hume el Estado, las leyes y las instituciones políticas derivan su legitimidad de la utilidad que reportan a la sociedad. El hecho de que las obedezcamos y nos sometamos a la autoridad del gobernante se debe a que somos conscientes de que nuestros intereses privados se satisfacen mejor pactando con los otros seres humanos. Por tanto, la autoridad del gobernante, las leyes e instituciones no expresan valores eternos e inamovibles, por el contrario, deben adaptarse constantemente a las nuevas situaciones históricas y cesa la obligación de obediencia cuando desaparezca el beneficio que reportan. Hume basa sus propuestas políticas en la experiencia y se aleja de consideraciones descriptivas acerca de lo que debe ser la sociedad ideal (del tipo de las realizadas por Platón y San Agustín), así como de toda consideración basada en «principios» eternos y abstractos. Si Hume reflexiona sobre lo que podría mejorar esta o aquella forma de organización social, lo hace exclusivamente desde el análisis de las ventajas y la utilidad concreta que podrían reportar determinadas
medidas.
5. EL PROBLEMA DE Dios
Hume ha mostrado que la idea de sustancia infinita o Dios no se ha originado a partir de ninguna impresión previa, por tanto, la demostración de la existencia de Dios es racionalmente imposible. No obstante, es inevitable que los seres humanos sigamos creyendo en él, pero lo que sí podemos evitar, una vez asumida la imposibilidad de aquella prueba, es el fanatismo y la intolerancia. Se muestra muy crítico con la religión porque considera que los clérigos se aprovechan de sus seguidores. No hay fundamento racional para creer, aunque no es malo hacerlo, es mejor mantenerse en el excepticismo.ROSSEAU 1 PROBLEMA DEL SER HUMANO
En su análisis del ser humano, parte de la hipótesis de un estado de naturaleza (Buen Salvaje) mediante el que pretende despojar al individuo de los prejuicios socio-culturales, para quedarse con la base natural real del ser humano. Así, establece una diferencia entre el ser humano en estado de naturaleza, en sus orígenes, y el ser humano tal como es en la sociedad. En estado de naturaleza es un ser feliz y libre, que vive en armónía con la naturaleza; alude a la hipótesis del comunismo originario, que desaparecíó tras el desarrollo de la agricultura, la industria y la metalurgia, es decir, con el desarrollo de las ciencias y la técnica; esto fue lo que ocasiónó las desigualdades fruto de la infelicidad de los hombres. En estado natural el ser humano tiene dos tendencias naturales: el amor a sí mismo que conduce al instinto de instinto de supervivencia, y la compasión, sentimiento que lleva al ser humano a evitar el sufrimiento innecesario de los demás. En este estado el hombre es bueno, pacífico, feliz y libre; con un egoísmo sano que le lleva a amarse a sí mismo, pero sin buscar el mal de los otros. Todos vivían en igualdad, independientes y libres. El estado de naturaleza es un estado de paz, porque no hay posesiones o pasiones por las que enfrentarse, las únicas diferencias que se observan entre ellos son las derivadas de la propia naturaleza: la edad, la fuerza, la salud… Las desigualdades derivadas de la riqueza o el poder no existen en esta situación primigenia. ¿Por qué tuvo que organizarse el ser humano para vivir en sociedad? Según Rousseau, el ser humano tuvo que asociarse para protegerse de los peligros que le acechan en la vida natural. La formación de la sociedad surge como una necesidad; sin embargo, la civilización ha convertido en malo al serhumano. El Estado ha creado desigualdades, ha transformado el amor a sí mismo, que es un sentimiento positivo, en egoísmo malsano y ha eliminado sus sentimientos de compasión hacia los demás. Por este motivo, es necesario reformar la sociedad actual y asentarla sobre una nueva base, hay que llevar a cabo un nuevo contrato social mediante el cual el ser humano pueda vivir en libertad conforme a su auténticas naturaleza.
2. PROBLEMA DE LA SOCIEDAD (POLÍTICA)
Así, Rousseau afirma que el ser humano es bueno por naturaleza y la sociedad (la civilización) lo ha corrompido. La civilización sólo ha contribuido a fomentar la desigualdad y la degeneración moral. Las causas de esta degeneración son: – La propiedad privada, causante de las desigualdades económicas que existen en la sociedad. Así afirmó: “El primer hombre a quien, cercando un terreno, se le ocurríó decir “esto es mío” y halló gentes lo bastante simples para creerlo fue el verdadero fundador de la sociedad civil. Nadie les dijo “los frutos son de todos y la tierra no es de nadie” – El poder arbitrario y despótico, que es ilegítimo y conduce a que una parte de la población carezca de libertad y esté sometida. El estado natural lo presenta Rousseau como una hipótesis y no como una
realidad que se haya dado en la historia. El estado social que sí es real, el hombre no es feliz, ni libre, ni bueno; sino que es llevado por un egoísmo malsano que le lleva a buscar su propio interés en perjuicio de los demás. El amor por sí mismo que posee el ser humano en estado de naturaleza se transforma en egoísmo en la sociedad. El progreso de las ciencias ha hecho al ser humano más desigual y más infeliz. Llamó la atención sobre el desarrollo de las fuerzas productivas que posibilitan la explotación. Comienza a tratar el problema de la enajenación y la propiedad privada como causa de la desigualdad y critica al Estado como instrumento de poder y legitimación. Concluye que la sociedad es esencialmente mala y que la estructuración actual de la sociedad es deficiente e injusta. Para Rousseau el origen del mal en la sociedad es la desigualdad. Esta, a su vez, es fruto de la propiedad privada que al surgir produjo que los hombres acabaran siendo socialmente desiguales pues unos empezaron a atesorar recursos, bienes y privilegios, frente a otros que quedaron reducidos a una situación de dependencia económica. La nueva situación de desigualdad entre los hombres dio lugar a un estado permanente de desconfianza y enfrentamiento social donde lo que prima es el egoísmo y no la cooperación, pues el deseo de cada hombre es poseer más que los demás. Ese es el origen de nuestra sociedad, una sociedad que impide la realización plena de los seres humanos y no les lleva a la felicidad, ya que, por estar basada en la propiedad individual, la desigualdad y la injusticia ha corrompido la naturaleza original de hombre, arrebatándole su inocencia. Viviendo en sociedad el hombre se vuelve menos feliz, menos libre y menos bueno. Para salir de esta situación Rousseau, consciente de que no se trata de volver a un estado primitivo, que ni siquiera se puede demostrar que existíó, afirma que hay que reformar esta sociedad, que produce esa infelicidad y ese egoísmo en el ser humano. Para reformarla, Rousseau propone un nuevo. Contrato Social. Un pacto social justo, donde se pueda armonizar libertad, igualdad y poder político y en el que el pueblo sea el soberano. El contrato social es un contrato de libertad, se trata de cambiar la libertad natural por libertad cívica. Con ese nuevo pacto social los hombres deciden someterse a la voluntad general o “yo común”, única autoridad legítima. Al obedecer la ley el individuo se obedece a sí mismo, porque su voluntad es la voluntad general. La voluntad general emana directamente del pueblo, no debe confundirse con una mera suma aritmética de los miembros de la comunidad; la voluntad general se identifica exclusivamente con el bien común. Rousseau establece una distinción entre voluntad general y voluntad de todos; el pueblo, aunque siempre quiere el bien, a veces está ofuscado y no lo ve, lo confunde con lo que no es, por lo que necesita un legislador cuya función consiste en ilustrar al pueblo para que sepa ver en cada momento en qué consiste el interés general. Ya que por naturaleza todos somos iguales y ningún hombre tiene autoridad sobre otro, sólo puede ser legítima aquella autoridad que surja de un acuerdo entre los hombres, ese acuerdo debe garantizar tanto la seguridad del individuo frente a los demás como su libertad (el poder de un déspota no es legítimo porque tiene su origen en el miedo y no en la voluntad libre de un pueblo). El nuevo pacto social consiste en que todos los individuos acepten renunciar a sus intereses personales y sigan los dictados de la voluntad general. Cada individuo participa libremente, a través del voto, para definir qué es lo que quiere la voluntad general, a la vez que se somete a ella porque así se obedece a sí mismo que la ha definido. La voluntad general se caracteriza por mirar siempre el interés común,
mientras que las voluntades particulares están siempre dirigidas a un interés privado. Además, el pacto garantiza la igualdad para todos: todos por igual han aceptado someterse a la voluntad general, y por tanto rige sobre todos por igual. Así, el individuo renuncia a sus egoísmos personales para someterse por consentimiento libre a las leyes que se emanan de la voluntad general. Cada uno renuncia no a la libertad, pues el Estado debe respetar siempre los derechos de los individuos, sino a la libertad de obrar de acuerdo al egoísmo propio y en contra de la comunidad. La voluntad general es infalible porque está encaminada al bien común. La voluntad general es la norma de la comunidad, está por encima de los individuos que le han dado forma y en tanto que es descubierta a través del ejercicio libre del voto, obliga tanto a la mayoría que la ha descubierto como a la minoría que votó en su contra. De esta forma, y según Rousseau, los hombres pueden entrar en un nuevo estado que no es ni el social anterior donde primaba el egoísmo individual ni tampoco el natural. Este nuevo estado consiste en una sociedad racional y libre donde se erradicará el mal moral, la desigualdad y la injusticia y permitirá que cada uno de los seres humanos
pueda alcanzar la felicidad y la plena realización. Rousseau distingue dentro del Estado la fuerza o poder ejecutivo y la voluntad o poder legislativo. El
poder legislativo pertenece al pueblo soberano. El legislador sería la persona que elaboraría la ley y la redactaría, pero sólo se haría ley cuando el pueblo la apruebe tras un sufragio libre. El legislador nunca será el que ejerza el poder ejecutivo para evitar la corrupción. Tampoco le corresponde al pueblo el poder ejecutivo, sino que es necesario un agente que ejerza la fuerza pública de acuerdo con los mandatos de la voluntad general. Respecto de cuál sea la mejor forma de gobierno, Rousseau mantiene una postura cauta; la democracia ideal será aquella en la que la voluntad general y la voluntad de todos coincidan, esta puede funcionar en sociedades pequeñas, pero en aquellas más complejas puede presentar complicaciones. Ocupa un papel relevante en la sociedad el papel de la educación, valora la concepción de la educación en la República de Platón, fundamento para el buen funcionamiento de la sociedad. Basa el proceso educativo en la evolución psicológica del niño, el hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe, por lo que propone un modelo de educación autodidacta, en el que el niño atiende estrictamente al proceso de su propia naturaleza, se evitan los prejuicios formados por la sociedad y el criterio de autoridad. Debe aprender por sí mismo en contacto directo con las cosas. Se trata de exaltar el sentimiento y la intuición como forma de conocimiento en contra del Racionalismo imperante en el Siglo XVIII. Se trata de la formación de un hombre racional que base su intuición en el sentimiento. Al educarse para ser un buen ciudadano, educa para una nueva sociedad. Para Rousseau el Estado debe ser laico, no debe fundamentarse sobre ninguna religión. No debe existir religión nacional exclusiva, tolerándose todas aquellas que toleren a las demás y que en sus
dogmas no contengan nada contrario a los deberes del ciudadano o que atenten contra su libertad. El Estado no debe intervenir en las creencias religiosas de los ciudadanos, sino que debe ocuparse de procurar su bienestar y preservar su libertad. Rousseau defendíó una “religión natural” sencilla, sin dogmas ni tesis teológicas, opuesta tanto al agnosticismo y al ateísmo como al fanatismo y a la superstición propios de la religión tradicional.
Kant PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
El problema al que se enfrenta Kant es el de averiguar las posibilidades de conocimiento que tiene el ser humano. Su teoría del conocimiento, desarrollada en la Crítica de la Razón Pura, supone una síntesis de las dos corrientes filosóficas imperantes en ese momento: Racionalismo y Empirismo; supera tanto el dogmatismo racionalista, concepción de que la razón humana tiene unas posibilidades de conocer ilimitadas; y el escepticismo empirista de Hume, que limita el conocimiento a la impresión sensible. La concepción kantiana del conocimiento, el idealismo trascendental, supuso una transformación de la imagen hasta entonces de las relaciones sujeto-objeto en el conocimiento. Mientras que las corrientes precedentes centran su estudio en el objeto del conocimiento (la idea, en el caso de Descartes y la
percepción en el caso de Hume), Kant lo hará sobre el sujeto que conoce; es lo que él mismo denominó “giro copernicano”. El conocimiento ya no se entiende como el resultado de una mayor o menor impresión dejada en la mente por una realidad externa e independiente de ella, el objeto; sino que se concibe como el fruto de
una elaboración, de una actividad del sujeto sobre un contenido sensible.
CRÍTICA DE LA RAZÓN
Kant propone someter a juicio a la razón para conocer sus posibilidades y sus límites, supone una crítica a la razón realizada desde la misma razón. La Filosofía debe responder a tres cuestiones: ¿Qué puedo conocer? Principios y límites del conocimiento, ¿Qué debo hacer? Principios de la acción y la libertad, y ¿Qué me cabe esperar? Posibilidades de realización del ser humano. La tarea de responder a la primera cuestión la lleva a cabo en la Crítica de la Razón Pura, en cuyo prólogo se plantea la posibilidad de tener un conocimiento científico y riguroso acerca de Dios, de la libertad, del mundo y del alma, objetos de estudio de la Metafísica. Según Kant son dos las deficiencias que han caracterizado a la Metafísica con respecto a las demás ciencias; las ciencias progresan mientras que la Metafísica sigue debatiendo los mismos problemas desde su origen, y por otro lado, todas los científicos se ponen de acuerdo en sus teorías, mientras que entre los metafísicos sigue la discordia y las contradicciones en sus conclusiones. Es necesario plantear la posibilidad o no de la Metafísica como ciencia; de ser posible supondrá un avance en las cuestiones filosóficas, de no ser así se abandonará para siempre el intento de construir un sistemas filosóficos con ideal de ciencia.POSIBILIDAD DE LA CIENCIA
Se hace necesario un estudio de las condiciones que hacen posible la ciencia, que son condiciones empíricas (fácticas, que pueden alterarse); y condiciones a priori, universales y necesarias, anteriores a la experiencia pero que la posibilitan: espacio y tiempo. Sabemos que la ciencia consiste en un conjunto de juicios, debemos averiguar cuáles son los juicios que utilizan las ciencias. Después de estudiar los posibles juicios, concluye que los de la ciencia son los juicios sintéticos a priori; ya que aportan nuevos conocimientos, son extensivos, y tienen un carácter universal y necesario. Tales son los juicios de la lógica, las matemáticas y la física. Se plantea en la C.R.P si tales juicios son posibles en Metafísica. En la Crítica de la Razón Pura pone de manifiesto que existen dos facultades en el conocimiento humano; la sensibilidad, capacidad de tener un conocimiento sensible, de ella se ocupa en la primera parte de la C.R.P denominada Estética Trascendental; y el entendimiento que consiste en la capacidad de emitir juicios, lo estudia en la Analítica Trascendental, dentro del entendimiento posee el ser humano la capacidad de unir unos juicios con otros elaborando juicios cada vez más generalesconstruyendo así la ciencia, a tal disposición la denomina Kant Razón y de ella se ocupa en la Dialéctica Trascendental. Las condiciones necesarias, trascendentales y a priori para que se dé el conocimiento sensible son el espacio y el tiempo, definidas por Kant como formas a priori de la sensibilidad, ya que son el modo como percibimos las impresiones sensibles que constituyen la base del conocimiento humano, y están vacías de contenido empírico, se llenan con los datos de la experiencia. Espacio y tiempo son las coordenadas vacías y trascendentales mediante las cuales el ser humano puede tener percepciones; no proceden de la experiencia sino que la preceden. Pero ese esquema espaciotemporal no pertenece a la realidad misma, sino que es algo que el sujeto pone cuando capta la realidad. En efecto, espacio y tiempo no están ahí fuera como cosas que se perciben, por eso no son intuiciones empíricas, sino que son algo que el sujeto impone a los datos sensibles al captarlos, por ello son intuiciones transcendentales (puras). (Tenemos sensaciones en el espacio y en el tiempo, pero nunca del espacio y del tiempo) La síntesis espacio-tiempo e impresiones es lo que da lugar al fenómeno, aquello que se presenta ante mí. Es en la Estética Trascendental dónde estudia la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en matemáticas. Éstas formulan juicios acerca del espacio y del tiempo, por tanto son universales y necesarios. La geometría determina sintácticamente y a priori las propiedades del espacio y la aritmética las del tiempo.
CONCEPTOS
La Sensibilidad nos sitúa frente a una multiplicidad de fenómenos percibir esos fenómenos no es conocerlos y comprenderlos, esta es la función del entendimiento que la estudia en la Analítica Trascendental. La función de entender se realiza mediante conceptos; éstos son creados por el entendimiento para unificar los datos empíricos. Distingue dos tipos de conceptos; empíricos, aquellos que proceden de la experiencia a partir de la observación; y los a priori o categorías, conceptos creados por el entendimiento para unificar los fenómenos. Las categorías son las condiciones trascendentales, a priori y necesarias para tener un conocimiento científico de los fenómenos. Su función es unificar los fenómenos. La síntesis fenómeno-categoría da lugar a un nuevo tipo de juicios sintéticos a priori que son el fundamento de la física. El principio de causalidad está basado en la categoría causa, por lo que es a priori, universal y necesario. El único uso legítimo de las categorías es su uso empírico, que consiste en referirlas al fenómeno; pero éste tiene como correlato el noúmeno que se define como aquello que la cosa es. Todo ente real se compone de fenómeno y noúmeno, el fenómeno es lo que puedo conocer, aquello que se manifiesta ante mí, el noúmeno es lo que no puede ser reconocido por la impresión sensible (base de todo conocimiento humano); por lo tanto todo nuestro conocimiento queda reducido al fenómeno; marcándose la línea entre lo que se puede conocer y lo que se puede pensar. El fenómeno es cognoscible, el noúmeno solo pensable. Los noúmenos son las cosas tal como serían en sí mismas, sin que las modificásemos con nuestro esquema espaciotemporal y categorial. Los fenómenos son esas mismas cosas en tanto que captadas, por tanto, modificadas por nuestro aparato cognitivo, espacio, tiempo y categorías. Como es obvio losnoúmenos son incognoscibles pues al intentar captarlos inmediatamente los modificamos convirtiéndolos en fenómenos. La teoría del conocimiento elaborada por Kant ha recibido el nombre de idealismo trascendental y se presenta como una síntesis entre Empirismo y Racionalismo, puesto que afirma que el conocimiento
es una composición de lo que recibimos del mundo a través de la experiencia, y lo que nuestras facultades de conocimiento imponen a esa experiencia. Kant está de acuerdo con los empiristas en que el origen del conocimiento es la experiencia, puesto que la sensibilidad y el entendimiento sólo operan si hay datos empíricos a los que imponer el esquema espacio-tiempo y las categorías. Pero niega que todo nuestro conocimiento proceda de la experiencia, pues hay una parte que procede del sujeto: espacio, tiempo y categorías.
PROBLEMA DE Dios, EL MUNDO Y YO (ALMA) REALIDAD
Del noúmeno se ocupa la Metafísica, y es en la Dialéctica Trascendental donde analiza el funcionamiento de la razón y la posibilidad de la Metafísica como ciencia. Concluye que la Metafísica entendida como un conjunto de juicios acerca de realidades que están más allá de la experiencia es imposible, ya que las categorías sólo pueden ser aplicadas al fenómeno que aparece en la experiencia. El conocimiento intelectual no se limita a acumular juicios sino que conecta unos juicios con otros formando razonamientos, así se construye la ciencia. La razón busca cada vez juicios más generales que expliquen un mayor número de fenómenos; debido a la naturaleza misma de la razón busca en último término lo incondicionado, las ideas ideales de la razón que son Dios, el Alma y el Mundo. Pretende así unificar todos los fenómenos físicos por medio de teorías Metafísicas acerca del mundo lo que da lugar a contradicciones o antinomias (contradicciones), que el mundo es limitado o es infinito; unificar todos los fenómenos psíquicos para explicar el alma dando lugar a paralogismos (razonamientos falsos); y ambas se unen como deseo de explicarlo todo con la idea de Dios. No podemos afirmar la existencia del mundo, del yo o de Dios.Ética
La Metafísica será objeto de la moralidad estudiada por Kant en la Crítica de la Razón Práctica mediante la que se da respuesta a la pregunta ¿Qué debo hacer? Realiza una crítica a las teorías éticas anteriores por considerarlas materiales, es decir empíricas y a posteriori, ya que mantienen que su fundamento es un fin material; sus normas son hipotéticas porque están condicionadas por un fin determinado, y son heterónomas porque la ley moral se me impone desde fuera. Frente a estas teorías propone una ética formal, vacía de contenido empírico, ya que no establece ningún fin al que tender, sino la forma que tiene que tener la norma moral que guía mi conducta parta que se realice de acuerdo con el deber moral. Sus preceptos son a priori y es autónoma, la ley moral parte de la voluntad del individuo. El hombre actúa moralmente cuando actúa por deber. Kant distingue entre obrar por deber y obrar conforme al deber. El primero es un comportamiento moral y el segundo legal. Para que una acción tenga valor moral tiene que ser por deber mismo. Obrar por deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley moral. Una voluntad que obra por deber es una buena voluntad, pero en la conducta humana no se da una adecuación perfecta entre el deber y el ser o desear, la propia razón nos muestra que todo ser racional reconoce en sí mismo la exigencia de una ley moral. La voluntad percibe la ley moral como un mandato, Kant lo llamará imperativo. Distingue dos tipos: el hipotético que indica una acción como buena para conseguir algún propósito; y el categórico que es el que declara una acción como buena en sí misma y necesaria. El imperativo moral de la ética formal debe ser el categórico. El imperativo categórico prescinde del contenido de la acción, ordena la forma que tiene que adoptar la máxima de la acción. Podemos destacar dos formulaciones del imperativo categórico: “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal” “Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio” POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA
La racionalidad y la moralidad se enlazan con la libertad, sin libertad no habría ley moral. La libertad consiste en la autonomía de la voluntad, obrar por respeto a la ley moral que cada uno se da en base a la razón y siguiendo el imperativo categórico. La libertad, la inmortalidad del alma y Dios no pueden ser conocidos, pero deben ser admitidos desde el punto de vista de la razón práctica. La ley moral exige obrar según la razón e independientemente de causas ajenas, por tanto la ley moral sería absurda si no existiese la libertad. Nuestra razón nos ordena aspirar a la virtud, es decir, a la concordancia perfecta de nuestra voluntad con la ley moral, ahora bien tal concordancia es voluntad santa. La santidad es un ideal que el hombre no puede alcanzar en su existencia en el mundo físico, su realización sólo puede tener lugar en un proceso indefinido, y, por tanto, exige una duración ilimitada, es decir, la inmortalidad. Por lo que se refiere a la existencia de Dios, Kant afirma que la disconformidad que encontramos entre el ser y el deber ser exige la existencia de Dios, colmo realidad en quién ser y deber ser se identifican y en el que se da una uníón perfecta entre virtud y felicidad.