El Sentido de la Vida: Diversas Perspectivas
El Sentido como Finalidad
Las acciones humanas cobran sentido cuando persiguen una finalidad y son adecuadas a ella. Una acción que no contribuye a conseguir el fin que se persigue carece de sentido. Esta acepción del término también se aplica al universo, sugiriendo que hay un fin último para el universo, que el mundo tiene un «para qué».
El Sentido como Significación
Tiene sentido aquello que significa algo; se relaciona con el lenguaje. Un enunciado tiene sentido cuando está compuesto de acuerdo con las reglas gramaticales, de modo que proporcione una significación que otra persona pueda entender. Las palabras son signos, pero también las cosas. El mundo se convierte en un gran libro lleno de significados. Un símbolo es un significado que expresa una realidad.
El Sentido como Valor
Tiene sentido lo que vale la pena. La vida o el mundo carecen de sentido si los esfuerzos y sufrimientos de la existencia no tienen alguna contrapartida, ya sea en esta vida o en la muerte. Este término plantea el problema de la justificación de la existencia: si merece la pena vivir y qué es lo que hace que tenga sentido.
¿El Sentido de la Vida es un Problema o un Misterio?
Un problema es una situación en la que hay algo desconocido que es preciso averiguar y que entraña dificultad. Lo característico del problema es que, una vez planteado, tiene solución si se le aplica la técnica adecuada.
Un misterio, en cambio, es una situación que afecta y compromete lo más profundo del ser. No se puede resolver, no tiene solución; nos acompaña toda la vida. Ante el misterio son posibles varias respuestas, que dependen de la persona y de las circunstancias en que se encuentre. La pregunta por el sentido apunta al campo del misterio.
Tres Tipos de Respuesta
- No hay sentido: La existencia y el mundo son absurdos; no se puede dar sentido a la vida. Esta posición elimina la misma pregunta.
- Hay un sentido inmanente: Otros consideran que la existencia tiene finalidad, pero entendiendo que la muerte es un límite absoluto para la humanidad. El sentido solo puede estar más acá de la muerte, en el existir humano.
- Hay un sentido trascendente: Sentido que rebasa la muerte. Generalmente, en oposición a las religiones, se argumenta que la vida ya tiene sentido por sí misma, pero en relación con una vida futura plena y definitiva.
La Pregunta por el Mal: Teodicea y Justicia Divina
El término teodicea nos remite tanto a la propia justificación de Dios ante el mal como a la propia justicia de Dios.
La Justificación de un Dios Bueno ante el Mal
Según Epicuro, o Dios quiere quitar el mal en el mundo, pero no puede; o puede, pero no quiere; o puede y quiere. Si quiere y no puede, es impotente. Si puede y no quiere, no nos ama. Si ni puede ni quiere, no es el Dios bueno y, además, es impotente. Si quiere y puede, ¿de dónde viene el mal y por qué no lo elimina?
Las doctrinas emanantistas declaran que el mal se debe a una degradación inevitable que afecta a los seres emanados de la divinidad. El problema se agudiza al intentar afirmar a la vez la omnipotencia y la bondad de Dios.
Del Mal Metafísico al Mal Moral
Según esta perspectiva, es imposible que en el mundo no exista el mal, porque el mundo es finito y los seres son limitados. Es el problema con el que Dios se encuentra al crear o no crear el mundo, cuya inevitable finitud da cabida necesariamente al mal. La finitud no es un mal, forma parte de la constitución del universo, y las leyes naturales proceden según su propia regulación. Otra cosa es que afirmemos que estas leyes están en manos de un ser bondadoso y omnipotente, con lo cual regresamos al dilema de Epicuro.
El Mal como Injusticia: El Sufrimiento del Justo
¿Cómo es posible que los hombres justos sufran a causa del mal? Parece justificado el sufrimiento de los malvados, pero no el de los justos. Job recurre al misterio: Dios actúa según planes que son inaccesibles a los seres humanos. Séneca recurre a un lógos inmanente, cuyas razones son accesibles al intelecto humano. Considera que el problema del mal se resuelve inmunizándose ante él, mediante la imperturbabilidad.
Dios como Garante de Justicia
El absurdo no consiste en que coexistan Dios y el mal, sino en que el mal tenga la última palabra. No es justo que haya personas rectas que no logren la felicidad en toda su vida, mientras que hay personas que no pagan por sus crímenes. Tiene que ser de otro modo, y para ello se requiere la existencia de un Dios que regule las injusticias. Nietzsche habla de la «muerte de Dios»: el ser humano se ha quedado solo. ¿Cómo gestionar la cuestión del mal? ¿Por qué debo cuidar del bienestar de todos? Una razón es capaz de hacernos sentir que hay cosas que humanizan y otras que no.