este fragmento está en la parte final de dicha alegoría. Podemos interpretar que aquí Platón realiza una comparación entre la alegoría de la caverna y las teorías explicadas en el libro anterior de la República: el símil de la línea y la alegoría del sol, que sirven de base teórica al texto que estamos comentando. Así, aparece la relación de la caverna con los grados de realidad y los grados del conocimiento, así como las implicaciones éticas (sólo puede aspirar a la bondad quien conozca el Bien) y políticas (han de gobernar los conocedores del Bien). En primer lugar, destacar que aparece descrito el dualismo onto-epistemológico de Platón. El mundo sensible (la morada-prisión) está formado por seres materiales, individuales, cambiantes y que, por tanto, no son verdaderos, sino meras apariencias. Es la “regíón que se manifiesta por medio de la vista”. En este ámbito distinguimos entre los seres naturales y artificiales, y las imágenes de estos. Dentro del ámbito sensible, el fragmento atribuye un papel destacado al fuego, que simboliza al sol, astro que permite la vida de los demás seres sensibles. Este efecto queda representado mediante la “luz” del fuego. Los seres inteligibles (“las cosas de arriba”) son inmateriales, inmutables, necesarios, universales y, por tanto, verdaderos o, según leemos, “cognoscibles”. Los seres inteligibles culminan con la Idea del Bien, que es causa de lo sensible y “señora productora de la verdad”, es decir, de lo inteligible. En efecto, el mundo sensible existe gracias a la participación en el inteligible, y las Ideas reciben su esencia y existencia del Bien. Por tanto, este es causa última de todo lo existente (función ontológica del Bien). Paralelamente, Platón alude en este fragmento a su dualismo epistemológico. Platón distingue dos clases de saberes: la opinión y la ciencia. La opinión, que es lo conocido en la “morada prisión”, es el resultado de conocer lo sensible y, por ello, es un saber no verdadero. La ciencia está representada por “la contemplación de las cosas de arriba”. Es un saber verdadero porque lo obtenemos de los seres inteligibles, los únicos verdaderos. La parte ascendente de la dialéctica concluye con el conocimiento de la Idea más elevada, el Bien, que “se ve al final y con dificultad”, se intuye y es el fundamento del conocimiento verdadero. Pero, en la última parte de este fragmento, Platón añade la tercera función de la idea de Bien: fundamentar la ética y la política. Sólo quien logra su conocimiento puede ser buena persona (ámbito privado o ético) y buen gobernante (ámbito público o político). Por tanto, la vinculación del conocimiento y de la educación a las cuestiones ético-políticas es evidente. El proyecto de la filosofía necesita la realización de la vida en la colectividad; de la justicia y la armónía en la ciudad; y de la inteligencia y la sabiduría tanto en lo privado como en lo público. Platón no considera disociables estos dos ámbitos.3
. El marco social de la filosofÍa:
la polis. En el siglo VIII a. C., en los asentamientos micénicos de Jonia y Atenas, una nueva forma de organización política hace variar los esquemas sociológicos, económicos y culturales de Grecia y sirve de marco para el florecimiento de la filosofía. Nos referimos a la Polis o CiudadEstado, suerte de pequeñas naciones o Estados del tamaño de una pequeña ciudad española de la actualidad. En ella los hombres (en mucha menor medida las mujeres) dejan de ser súbditos y se convierten en ciudadanos. Señálamos a continuación las que pueden considerarse las carácterísticas definitorias de este nuevo modelo social – más racional y más justo – la polis:
Preeminencia de la palabra
El logos (la razón, la palabra) se considera el fundamento de la convivencia ciudadana. La discusión libre de todos los asuntos de la polis, es decir, de todos los asuntos que afectan al ciudadano (científicos y no científicos, útiles y no útiles) sustituye a las antiguas relaciones sociales fundadas en la ciega obediencia. Con las poleis nace lo que hoy llamaríamos “libertad de expresión”, la “isegoría” o el derecho de todo ciudadano a hablar y expresarse libremente en público.
La ley (nomos
Se convierte en el único rey: con las poleis griegas nace el derecho. Las leyes se hacen públicas y se aceptan como reglas de juego para la convivencia ciudadana. El vivir conforme a la ley y no al arbitrio de un rey es el máximo orgullo para un griego, lo que lo distingue del bárbaro. La ley supone en las poleis la defensa de unos contra otros, ciudadanos medios contra aristócratas y viceversa. Reina la “isonomía”, es decir, la igualdad de todos ante la ley. Según las poleis y las épocas la elaboración y ejecución de las leyes fueron confiadas bien a una sola persona (el Tirano), bien a la asamblea de todos los ciudadanos (la Democracia) e incluso, por recelo a todo poder personal, a la suerte, determinándose por sorteo todos los cargos públicos.
Nace un nuevo código moral
La virtud (areté) antigua era la fuerza, el valor, la independencia. El noble (aristoi) era el portador de estos valores individuales que lo distinguían de la plebe. En las poleis la areté de la nobleza deja paso a los valores ciudadanos, a la virtud cívica: la convivencia en igualdad, el sometimiento y respeto a la ley, la soberanía popular… Pese a todo, la civilización griega vivirá en un difícil y perpetuo equilibrio de fuerzas: deseo de libertad e independencia y una gran pasión por la supremacía y el poder. Lucha por la igualdad de todos y admiración por el hombre superior (el noble). Defensa de lo público e individualismo muy acusado. En realidad, el equilibrio se consiguió en brevísimos periodos.
Consideración del ser humano como un ser esencialmente social
Lo que supone un axioma para la mentalidad griega y un bastión de la civilización helénica es el convencimiento de que el hombre aislado de la ciudad pierde su condición humana. El hombre es, ante todo y sobre todo, un ciudadano que se realiza en sociedad y de ella recibe su bienestar y felicidad
.EL MITO COMO FORMA DE PENSAMIENTO. CarácterÍSTICAS DE LOS MITOS
Puede decirse que el mito es el único instrumento que sirvió al ser humano pre-filosófico para pensar. Se trata de un conjunto de narraciones a través de las cuales se fijan y se conservan en la conciencia colectiva de los pueblos determinadas doctrinas acerca del mundo, de los hombres y de los dioses. En algunos países de alto nivel de desarrollo para la época, como es el caso de Grecia, muchos mitos fueron creaciones (quizás recopilaciones) de autores de nombre conocido: los poetas griegos Homero y Hesíodo incluyeron bellísimos mitos en importantes obras épicas como “La Odisea”, “La Ilíada” o “Los trabajos y los días”. Pero, por lo general, el origen de estas narraciones es desconocido. Han sido creadas por el pueblo mismo, como una forma de explicación total, en la que encuentran respuesta a los problemas más fundamentales acerca de la naturaleza y origen del universo, del hombre, la civilización, las leyes, la técnica…Son la expresión de lo que todo un pueblo piensa, pero, al mismo tiempo, esa expresión revierte sobre la colectivi- Unidad nº 1: Los orígenes de la filosofía occidental. 2 Portada del libro de Robert Graves “Dioses y héroes de la antigua Grecia” dad como sistema de creencias impuesto, esto es, algo que hay que admitir y en lo que hay que tener fe si es que se quiere seguir perteneciendo a determinada comunidad.