Siglo XVII: El Barroco y las Monarquías Absolutas
Durante el siglo XVII, las monarquías autoritarias evolucionaron hacia el absolutismo, concentrando el poder de manera irrevocable e indivisible. Un ejemplo paradigmático de este modelo fue Luis XIV de Francia, conocido como el «Rey Sol» (1643-1715). En este contexto, se produjo un desarrollo social de la burguesía, impulsado por el crecimiento de las rutas comerciales. Los monarcas adoptaron una política económica proteccionista, conocida como mercantilismo, para financiar sus ejércitos y burocracia. Sin embargo, la burguesía, cada vez más poderosa económicamente, comenzó a aspirar a un mayor poder político, convirtiéndose en detractora del absolutismo monárquico.
Avances Científicos y Filosóficos
El siglo XVII también fue testigo de importantes avances en la ciencia, especialmente en física y astronomía, gracias al desarrollo del telescopio y el microscopio. La invención de la imprenta facilitó la difusión de la cultura y el conocimiento.
En el ámbito de la filosofía, surgieron dos corrientes principales:
- Racionalismo: Sostenía que la verdad se alcanza a través de la razón y el método deductivo, tomando como modelo la ciencia matemática. Su principal exponente fue René Descartes.
- Empirismo: Afirmaba que la verdad se obtiene a través de la experiencia y el método inductivo, con la ciencia física como modelo. Thomas Hobbes y John Locke fueron sus figuras clave, este último postulando que «la mente es como una hoja de papel en blanco que necesita experiencias».
Pensamiento Político: Absolutismo y sus Detractores
En el terreno del pensamiento político, se desarrollaron teorías que defendían el absolutismo, como la del origen divino de los reyes, propuesta por Bossuet y Filmer, quienes afirmaban que «los reyes son ministros de Dios». Hobbes, por su parte, propuso el contractualismo en su obra «Leviatán», argumentando que un poder absoluto era necesario para la supervivencia y la paz social.
En contraposición al absolutismo, John Locke también defendió el contractualismo, pero con la idea de un poder dividido y revocable. Propuso la separación de poderes y un contrato social que diera origen al liberalismo político. Según Locke, el gobernante no tiene un «cheque en blanco» y debe respetar los derechos del hombre: vida, libertad y propiedad. Estas ideas influyeron en las revoluciones del siglo XVIII, promoviendo la limitación del poder, la división de poderes y los derechos individuales.
En 1688, la Revolución Gloriosa en Inglaterra instauró una monarquía parlamentaria bajo Guillermo III, quien firmó la «Bill of Rights», reconociendo la supremacía del Parlamento sobre el rey, los derechos individuales y la separación de poderes.
Hobbes y el Leviatán
En su obra «Leviatán», Thomas Hobbes describe al hombre como un ser individualista y belicoso, en constante lucha por la supervivencia. Según Hobbes, el estado natural es una «guerra de todos contra todos», ya que todos tienen derecho sobre todo. Para poner fin a este estado de guerra, es necesario un «Leviatán», un poder absoluto que conserve y preserve la supervivencia, y que debe gobernar con magnanimidad y prudencia, pudiendo ser reemplazado si no cumple su función.
John Locke: Contrato Social y Limitación del Poder
John Locke, tras su exilio y posterior regreso a Inglaterra después de la Revolución Gloriosa de 1688, publicó «Ensayo sobre la tolerancia» y «Dos tratados sobre el gobierno civil» en 1689. En esta última obra, rebate «El Patriarca» de Robert Filmer y los argumentos absolutistas de Hobbes. Locke sostiene que el poder proviene del consentimiento voluntario de los gobernados. Describe al ser humano como pacífico, amigable y social por interés. El estado de naturaleza es un escenario de igualdad y libertad, sin sujeción ni subordinación. La propiedad privada es sagrada y está fuera de la esfera estatal. Para evitar que los hombres apliquen la justicia por su cuenta (autodefensa legítima), se crea un contrato social basado en principios que los hombres aceptan para vivir en paz y disfrutar de la propiedad. Este contrato tiene vocación de permanencia y se basa en los derechos naturales de libertad e igualdad. La necesidad de garantizar la propiedad privada lleva a la creación del Estado con separación de poderes (ejecutivo, legislativo y federativo). Locke aboga por la tolerancia religiosa y la primacía de los derechos individuales. La finalidad del contrato social es salvaguardar los bienes y las personas. El juez debe aplicar sentencias de forma correcta para evitar el estado de guerra. Propone una monarquía parlamentaria que limite el poder del «Leviatán», ya que nadie tiene un dominio mayor que el de los demás. En resumen, Locke defiende el estado de naturaleza y el contrato social, la propiedad privada, la limitación de poderes y la separación de poderes.
Siglo XVIII: La Ilustración (1688-1789)
La Ilustración fue un movimiento cultural, político y social que se desarrolló en el siglo XVIII, principalmente en Francia y Escocia. Promovió un cambio de mentalidad, una renovación de la estructura del Antiguo Régimen y la libertad de pensamiento a través del uso de la razón, considerada la verdad absoluta y la fuente de la libertad del hombre.
Transformaciones Sociales y Económicas
En el ámbito social, la Ilustración abogó por el fin de la sociedad estamental y la instauración de una sociedad de clases. Se impulsó la cultura, la ciencia y el progreso, destacando la publicación de «La Enciclopedia» (28 volúmenes), que recopilaba los saberes del mundo desde una perspectiva racional, y la creación de sociedades científicas.
En el terreno económico, se promovió el liberalismo económico, con Adam Smith como figura principal. En su obra «La riqueza de las naciones», Smith defendió la no intervención estatal en la economía.
Figuras Clave de la Ilustración
- John Locke: Considerado un antecedente, su idea de la separación de poderes influyó en Montesquieu, autor de «El espíritu de las leyes».
- Voltaire: Defendió la libertad de pensamiento y la razón frente a la ignorancia.
- Rousseau: En su obra «El contrato social» (1762), propuso el concepto de soberanía nacional.
Influencia de la Ilustración: Despotismo Ilustrado y Revolución Francesa
La Ilustración influyó en el despotismo ilustrado, adoptado por monarcas como los de Francia, Austria, Prusia y España (Carlos III). Estos monarcas implementaron reformas sociales, pero mantuvieron el absolutismo. Aunque mejoraron las condiciones de vida, estas reformas no fueron suficientes y generaron el descontento que desembocaría en la Revolución Francesa de 1789.
La Ilustración Escocesa
La Ilustración Escocesa defendió el modelo de la Revolución Gloriosa y abogó por una mejora gradual del orden del siglo XVIII. Rechazó el carácter absoluto de la razón, argumentando que el hombre no puede transformar el mundo a su antojo mediante la razón, y destacó la importancia de la tradición y la costumbre (Millar).
Sociedad y Gobierno según la Ilustración Escocesa
- Sociedad: El hombre no es ni bueno ni malo. Rechazan el contractualismo y sitúan el origen de la sociedad en la familia, que se amplía para aumentar las oportunidades.
- Gobierno: Debe tener un papel mínimo. No crea leyes (ya existen), administra justicia (ya existe) y tutela la propiedad (protegiendo a los ricos frente a los pobres). Rechazan los partidos políticos y son contrarios a la caridad como función del gobierno, ya que puede exigir bienes a los ricos para dárselos a los pobres, lo que consideran una falta de justicia. Además, la no intervención social evita la desincentivación del esfuerzo personal, la debilitación de la responsabilidad individual y la eliminación de la libertad de elección.
Influencia y Figuras Clave de la Ilustración Escocesa
A corto plazo, la Ilustración Escocesa influyó en Burke. A largo plazo, sus ideas se reflejan en el conservadurismo del siglo XX, con figuras como Hayek, Friedman, Thatcher y Reagan.
Entre las figuras más destacadas de la Ilustración Escocesa se encuentran Adam Smith, David Hume, John Millar y Adam Ferguson.