Diferencias entre la Sociología y el Sentido Común
Es importante diferenciar la sociología del sentido común («ese conocimiento rico pero desorganizado, asistemático y con frecuencia inarticulado e inefable de que nos valemos para el diario oficio de vivir»), porque la sociología estudia cosas que ya conocemos por sentido común, pero se acerca a ellas de un modo diferente, más sistemático.
La sociología sirve para poner en contexto la realidad cotidiana:
«Sin embargo, profundamente inmersos en nuestras rutinas, casi nunca nos detenemos para pensar acerca del significado de lo que hemos atravesado; y menos frecuentemente aun tenemos ocasión de comparar nuestra experiencia privada con el destino de otros, ocasión de ver lo social en lo individual, lo general en lo particular. Y esto es precisamente lo que los sociólogos pueden hacer por nosotros. Esperamos de ellos que nos muestren cómo nuestras biografías individuales se entretejen con la historia que compartimos con nuestros congéneres.»
Es un equilibrio complejo, porque en la sociología el objeto de estudio somos nosotros, como sociedad.
«Por más que intenten lo contrario, los sociólogos están condenados a permanecer en ambos lados de la experiencia que pretenden interpretar: adentro y afuera al mismo tiempo.»
Por eso es necesario saber trazar un límite entre sociología y sentido común. Lo mismo le pasa al periodista, que tiene que saber trazar el límite entre su profesionalidad y la de quienes informan sin conocer la profesión.
6.1. Discurso Responsable
De los sociólogos se espera que se preocupen especialmente por distinguir —de una manera clara y visible para cualquiera— entre las formulaciones corroboradas por la evidencia disponible y las afirmaciones que sólo pueden reivindicar una condición de suposición provisional y no verificada.
Los sociólogos deben abstenerse de formular ideas que sólo se sustentan en sus creencias (aun en las más ardientes y emocionalmente intensas) como si se tratara de conclusiones verificadas y que implican la ampliamente respetada autoridad de la ciencia.
Las reglas del discurso responsable exigen que nuestro “taller” —es decir, el procedimiento que llevó a las conclusiones finales y que supuestamente garantiza su credibilidad— esté abierto a un examen público ilimitado; tácitamente se debe invitar a todo el mundo a repetir las pruebas y a demostrar —llegado el caso— que las conclusiones son erróneas.
Por eso confiamos en los científicos, porque se hacen responsables en lo que dicen:
- Tienen un compromiso con la verdad y el rigor metodológico.
- Muestran las fuentes, los datos, explican su metodología (lo del “taller”).
6.2. Tamaño del Campo
Rara vez, o nunca, hacemos un esfuerzo por elevarnos por encima del nivel de nuestras preocupaciones cotidianas, por ampliar el horizonte de nuestra experiencia, ya que eso requeriría tiempo y recursos que no disponemos o que no estamos dispuestos a invertir en ese esfuerzo.
Y sin embargo, dada la enorme diversidad de las condiciones de nuestras vidas, cada experiencia basada únicamente en un mundo individual es necesariamente parcial y muy probablemente unilateral. Estas desventajas sólo pueden rectificarse reuniendo y comparando otras experiencias, extraídas de muchos mundos individuales.
El resultado general de esa ampliación del horizonte será el descubrimiento del íntimo vínculo que existe entre la biografía individual y los procesos sociales amplios que el individuo puede no conocer y seguramente es incapaz de controlar.
6.3. Tipo de Explicación: Sesgos Cognitivos. Confirmation Bias.
- Argumentos explicativos, motivaciones: Uno se explica esos actos imputando a los demás intenciones que conoce a partir de su propia experiencia. Generalizamos porque no tenemos conciencia de cómo se forma la motivación en los individuos.
- Culpables: Causa Agente: Tenemos una tendencia a percibir todo lo que acontece en el mundo como una consecuencia de la acción intencional de alguien. Nos resulta difícil aceptar que una situación no fue un efecto de la acción intencional de un “alguien” identificable; y no estamos dispuestos a renunciar sin más a nuestra convicción de que toda condición desfavorable podría remediarse sólo con que alguien, en alguna parte, quisiera realizar el acto correcto.
En lugar de eso, el sociólogo asume una perspectiva estructural, trata de entender los condicionantes sociales sistémicos que hacen que las cosas sean de una determinada manera.
- Personalización de los fenómenos sociales: Aquellos que en cierto modo interpretan el mundo para nosotros —políticos, periodistas, publicitarios— son sensibles a esa tendencia nuestra y hablan de “las necesidades del Estado” o de “las exigencias de la economía”, como si el Estado o la economía estuvieran hechos a la medida de las personas individuales y pudieran tener necesidades o plantear exigencias.
Por otra parte, estas personas describen los complejos problemas de las naciones, los Estados y los sistemas económicos (profundamente arraigados en las estructuras mismas de tales abstracciones) como los efectos de los pensamientos y los actos de unos pocos individuos que podemos nombrar y entrevistar frente a una cámara. La sociología se opone a esa visión del mundo personalizada. Como sus observaciones parten de abstracciones (redes de dependencias) y no de actores individuales o de acciones aisladas, la sociología puede demostrar que la conocida metáfora del individuo motivado como clave para la comprensión del mundo humano —incluyendo nuestros pensamientos y actos más personales y privados— es incorrecta. Cuando pensamos sociológicamente intentamos explicar la condición humana a través del análisis de las múltiples redes de la interdependencia humana: esa dura realidad que explica tanto nuestras motivaciones como los efectos de su realización.
La estructura social tiene una dinámica propia que genera efectos determinados (el “mercado” es una estructura), pero esa estructura no tiene “personalidad” ni “intención”. Son los agentes sociales los que actúan motivados por algo.
A fin de cuentas, la realidad social es la combinación de la acción motivada de las personas o agentes sociales, y de las estructuras sociales impersonales.
- Sesgo de confirmación: No lo abordan Bauman en su texto, pero es muy importante. Estamos más predispuestos a creernos cualquier información que valide nuestras creencias previas, aunque no haya pruebas de ningún tipo.
6.4. Desfamiliarización, Reflexividad, Autocuestionamiento. Contra la “naturalización” y la autoafirmación.
Esas preguntas (las sociológicas) transforman las cosas evidentes en rompecabezas: desfamiliarizan lo familiar. De pronto la forma de vida habitual es puesta en tela de juicio; y desde ese momento parece ser sólo una de las formas de vida posibles, no la “natural” y tampoco la única.
Algunos se sienten humillados: aquello que conocían y de lo que estaban orgullosos ha sido devaluado, quizás hasta desvalorizado y ridiculizado; y eso constituye un choque que a nadie le gusta. Pero, pese a lo comprensible que pueda ser el rechazo, la desfamiliarización también tiene sus ventajas. La más importante es que ofrece nuevas e insospechadas posibilidades de vivir la propia vida con más autoconciencia, más comprensión y hasta, quizá, con más libertad y control.
La sociología mira las cosas desde fuera, renunciando a las cosas que damos por sentado, y a ideas del tipo “eso siempre ha sido así”, “al final lo que quiere todo el mundo es…”, “la naturaleza humana es hacer siempre…”. Eso son prejuicios que nos evitan buscar –investigar– las verdaderas causas y relaciones entre los fenómenos sociales.
Humildad sociológica: al final, la mirada sociológica parte de la humildad de reconocer que no tenemos todas las respuestas, y de que lo más que podemos hacer es acercarnos a comprender mejor algunos fenómenos.