Sócrates: Un Ateniense en Busca de la Verdad
Sócrates era ateniense, proveniente de una familia modesta (su padre era escultor y su madre comadrona). Todo lo relacionado con Sócrates está envuelto en misterio y debate. No dejó obra escrita, y nuestro conocimiento de él se basa en los testimonios de Aristóteles y los primeros diálogos platónicos.
Aunque podría haber sido considerado un sofista, la Apología de Sócrates lo presenta con características muy diferentes. Sócrates se dedicó a la búsqueda de la verdad, impulsado por una voz interior. Dedicó su vida a examinarse a sí mismo y a los demás en relación con el bien, el alma, la justicia y la virtud, creyendo que una vida sin este tipo de reflexión no valía la pena ser vivida.
La Doctrina de Sócrates: Reflexión Ética y Búsqueda Colectiva
Sócrates se centró en la reflexión sobre sí mismo y sobre la vida del hombre en la ciudad. En su época, los problemas éticos eran de suma importancia para él.
Sócrates concebía la filosofía como una búsqueda colectiva a través del diálogo. Creía que cada individuo poseía una parte de la verdad, pero necesitaba la ayuda de otros para descubrirla. Esto se manifiesta en las dos partes del método socrático:
- La ironía: El arte de formular preguntas que revelan la ignorancia del interlocutor.
- La mayéutica: El arte de hacer preguntas que guían al otro a descubrir la verdad por sí mismo.
Sócrates buscaba ayudar a los demás y explorar junto a ellos. Esta búsqueda en común contrastaba con el individualismo y la autosuficiencia de los sofistas.
El método socrático se orientaba a la construcción de definiciones que capturaran la esencia inmutable de la realidad investigada. El procedimiento para alcanzar la definición verdadera era inductivo.
El Intelectualismo Socrático
El intelectualismo socrático se basa en tres principios:
- Es preferible padecer una injusticia que cometerla.
- Una buena acción no nos hace mejores, pero una mala sí nos hace peores.
- En cada mala acción, el castigo está implícito.
La doctrina de Sócrates se considera un intelectualismo ético: el saber y la virtud coinciden. Quien conoce lo correcto, actuará con rectitud, y el mal solo se comete por ignorancia. Esta doctrina se entiende mejor si consideramos que Sócrates también defendía el utilitarismo moral (el bien debe usarse correctamente y el placer no debe identificarse con el bien).
Además de todo esto, Sócrates tenía amistades peculiares y luchaba por la juventud de Atenas, defendiendo los valores tradicionales y la eudaimonia (alcanzar el mejor destino posible, lo cual requiere ser una buena persona).
Los Sofistas: Maestros de la Retórica y el Debate
SOFISTAS (siglo V a.C.): Eran maestros que impartían instrucción en diversas áreas del conocimiento a cambio de honorarios. Gozaron de popularidad, especialmente en Atenas, pero su escepticismo hacia la verdad absoluta y la moral generó fuertes críticas. Platón y Aristóteles los criticaron por aceptar dinero, y el Estado los acusó de falta de moral. Eran conocidos por su habilidad para convertir el argumento más débil en el más fuerte, utilizando la confusión resultante para su propio beneficio.
Protágoras de Abdera (485 a.C. – 411 a.C. aprox.)
Fue uno de los sofistas más destacados. Viajó frecuentemente a Atenas, donde fue amigo de Pericles, quien le encargó la constitución de la nueva colonia de Turios. Allí, por primera vez en la historia, se estableció la educación pública y obligatoria. Gozó de gran prestigio entre los atenienses, y su filosofía encajaba con la de los círculos gobernantes de Pericles hasta la muerte de éste. A partir de entonces, su postura agnóstica no fue tolerada. Fue acusado de impiedad por Pitodoro, basándose en su libro Acerca de los dioses, donde afirmaba que no es posible saber si existen, ni cuál es su forma o naturaleza. Estas argumentaciones le valieron la fama de agnóstico, pero las críticas a ciertas representaciones y usos litúrgicos fueron más relevantes para su condena. Protágoras evitó la condena huyendo a Sicilia, pero la nave en la que viajaba naufragó.
La doctrina más conocida de Protágoras es: «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son.» Este principio ha sido objeto de numerosas interpretaciones.
Gorgias de Leontino (483 a.C. – 375 a.C. aprox.)
Gorgias abandonó pronto la filosofía para dedicarse a la oratoria, donde destacó como maestro y teórico. Inicialmente, conoció la retórica en la forma de erística, una disputa procesal que busca explicitar verosimilitudes de manera convincente para el auditorio y el juez.