TODO ES DIOS: La Inmanencia Divina según Spinoza
Para Spinoza, toda cosa finita es una manifestación de la sustancia infinita, es decir, Dios. Si lo finito existiera fuera de lo infinito, este último dejaría de serlo, pues tendría un límite. Esta idea, que Hegel retomaría, implica que todo es Dios. Nuestra concepción antropomórfica de Dios, basada en la imaginación, nos impide comprender esta inmanencia divina. Desde la razón, comprendemos que nada real puede existir fuera de Dios, que es inmanente a toda la realidad material. Dios es el universo, y el universo es la totalidad de los cuerpos y sus interacciones. Dios es eterno, y el universo también lo es. La muerte es simplemente la descomposición de un cuerpo, cuyos elementos forman otros nuevos.
Obras y Método Geométrico de la Ética
Spinoza publicó en vida solo dos obras: Principios de filosofía de Descartes (1663) y el Tratado teológico-político (anónimo, 1670). Póstumamente, se conocieron: Tratado sobre la corrección del entendimiento, Tratado político, Tratado breve de Dios, del hombre y de su felicidad, y su obra magna: Ética demostrada según el orden geométrico.
En la Ética, Spinoza sigue el método de Euclides: parte de axiomas y definiciones para deducir proposiciones. Busca fundar una ética racionalista y objetiva, como las propiedades de un triángulo. Su objetivo es alcanzar la forma de conocimiento más perfecta, donde cada cosa se ve como un modo finito de la sustancia infinita. Todas las cosas están interrelacionadas, surgiendo del ser divino de forma necesaria y constante. Al comprendernos como manifestación de Dios, y al amarnos a nosotros mismos o a Dios, reconocemos que ese amor es Dios amándose a sí mismo. Accedemos así al «punto de vista de la eternidad».
Las Virtudes de la Ética Espinosista: Firmeza y Generosidad
Las dos virtudes principales de la ética de Spinoza son la firmeza (deseo de conservar el propio ser bajo la guía de la razón) y la generosidad (deseo de ayudar a otros y unirse a ellos en amistad). El problema es que la mayoría se rige por la imaginación, que crea oposiciones entre intereses, en lugar de usar la razón, que reconcilia y coopera. Los individuos buscan dominar a otros, lo que lleva a la impotencia del odio y la envidia.
Ética y Política: La Necesidad de una Política Racional
La ética, como vía individual a la sabiduría, no es suficiente. Se necesita una política que, a través de medios pasionales (temor a las leyes), supla las operaciones armonizadoras que la razón ejerce en quienes la practican. Contra Hobbes, Spinoza afirma que, en una política racional, el hombre complementa al hombre. La convivencia, regida por la razón, aumenta nuestro poder y mejora nuestra vida: «Nada puede concordar mejor con la naturaleza de una cosa que los demás individuos de su especie; por lo tanto, nada hay que sea más útil al hombre […] que un hombre que se guíe por la razón.»
El Conatus y la Liberación a través del Saber
Tenemos conciencia de nuestro conatus (deseo de ser), pero eso no es saber. La liberación consiste en transformar esa conciencia en el saber de lo que auténticamente deseamos. El deseo de ser no es libre (no es arbitrario), pero puede serlo si la razón supera las fantasías que nos subyugan a influencias externas, transformándose en sabiduría. Esta sabiduría es el «amor intelectual de Dios«.
El conatus es compartido por todos. El hombre libre piensa en la vida, no en la muerte. La muerte es un mal encuentro inevitable, un cuerpo incompatible con el nuestro. «El hombre libre en nada piensa menos que en la muerte».
La Inexistencia del Mal Absoluto: Lo Bueno y lo Malo
Desde la perspectiva de la sustancia, no existe el mal. Las relaciones entre las cosas y los hombres establecen lo bueno y lo malo. Lo bueno produce alegría y composiciones; lo malo, desencuentros y descomposiciones. Estas son las pasiones tristes.
- Bueno: Aumenta nuestra potencia, nos da alegría y ganas de actuar.
- Malo: Disminuye nuestra capacidad de acción, nos produce tristeza y odio.
Los tres afectos básicos son el deseo, la alegría y la tristeza. Las ideas de bien y mal absolutos fomentan la superstición y la dominación. Spinoza critica a quienes tratan las pasiones como vicios. Las pasiones son naturales, y solo reconociéndolas se accede al conocimiento racional.
El Amor Intelectual de Dios y la Reforma del Entendimiento
El amor intelectual de Dios es la aceptación de la naturaleza tal como es, sin esperar recompensas. Borges lo describe como «El amor que no espera ser amado». El mal y el bien moral provienen del mismo impulso: el deseo de ser y la búsqueda de la alegría. No se puede reformar el deseo, sino el entendimiento. De la misma naturaleza humana surgen la misericordia, la envidia y la ambición. La reflexión nos permite discernir entre lo que nos lleva al odio y lo que nos lleva al júbilo.
Razón, Superstición y el Tratado Teológico-Político
Muchos se debaten en la superstición, incapaces de pensar libremente. La razón es denostada porque no teme a los fantasmas ni adula al poderoso. Las propuestas cartesianas para un nuevo ordo mentis son insuficientes. Spinoza buscaba un nuevo ordo mundi.
El Tratado teológico-político demuestra que la libertad de pensamiento es compatible con la paz del Estado. Examina la Biblia desde una perspectiva racionalista, planteando interrogantes sobre la condición humana y sus servidumbres.