En su obra El nacimiento de la tragedia presenta un profundo estudio filológico, artístico y filosófico centrado en el nacimiento y evolución de la tragedia griega. Dos fuerzas esenciales están presentes en estas obras teatrales: por un lado, Apolo, el Dios griego del sol y la luz, y, por otro lado, Dionisos, el Dios del vino y la embriaguez. Ambos dioses son utilizados por Nietzsche de un modo metafórico y simbólico, relaciónándose con estos significados: