La vida de Kant no tuvo nada de excitante ni de extraordinaria. Hombre de profunda religiosidad (pietismo), que se deja translucir en su obra, sobrio de costumbres, de vida metódica, benévolo, provinciano (salió una vez de su ciudad natal y no fue lejos ni por mucho tiempo) y soltero. Kant encarna las virtudes sobresalientes de una vida dedicada por entero al estudio y a la enseñanza. Pero fundamentalmente imbuido de los ideales de la Ilustración, profesó una honda simpatía hacia los ideales Seguir leyendo “Etica heteronoma” »