Teología Natural y Teología Revelada en Santo Tomás de Aquino: Razón y Fe
Santo Tomás de Aquino tiene un objetivo en su obra que consiste en mostrar que las creencias cristianas no son contrarias a la razón. En este aspecto, se opone claramente a la teoría de la doble verdad, mantenida por el averroísmo latino, según la cual hay dos órdenes de verdad: la teológica y la filosófica. Según esta teoría, como filósofo mantengo la conclusión a la que me lleva la razón, pero como creyente me adhiero a la verdad revelada por la fe, aunque ambas entren en contradicción. Por oposición a esta teoría, para Santo Tomás, la filosofía y la razón confirman la veracidad de las creencias cristianas.
Ilustrado por la fe, cristianiza la distinción aristotélica entre sustancias sensibles (contingentes) y suprasensibles (necesarias) (vía 3). Para ello, parte del supuesto ontológico de que hay dos órdenes de realidad: el natural, al que pertenece todo el universo (sustancias sensibles), y el sobrenatural, que es Dios (suprasensible) y su gracia, es decir, su acción sobre el mundo.
Dos Órdenes de Conocimiento: Filosofía y Teología
En consecuencia, hay también dos órdenes de conocimiento, dos órdenes de verdades: las naturales o de razón y las sobrenaturales o de la fe. De las primeras trata la filosofía y de las segundas la teología.
- Teología Natural: La filosofía, en su aspecto más alto, como filosofía primera, alcanza a Dios. A esta parte de la metafísica se le ha llamado teología natural y, desde Leibniz, teodicea. La teología natural es dirigida por la luz de la razón y considera a Dios desde el punto de vista de los seres creados. La razón aquí parte de los seres sensibles y va a Dios.
- Teología Revelada: La teología revelada es dirigida por “la luz de la fe”, se basa en la revelación y considera a Dios bajo la razón de “deidad”. Por eso, su desarrollo no va de las criaturas a Dios, sino al revés, de Dios a las criaturas.
Relación entre Razón y Fe
Si San Agustín había subordinado la razón a la fe, Santo Tomás introdujo un modelo de mayor autonomía de la razón y de cooperación entre ambas. En virtud de esta doctrina, la filosofía deja de ser una mera disciplina auxiliar de la teología y se convierte en ciencia autónoma con un objeto propio. Los misterios son indemostrables, y el teólogo ha de renunciar a encontrar “razones necesarias” de su verdad, pero, una vez enumeradas, la razón puede ayudarle a comprenderlas. Sin embargo, Tomás de Aquino rechaza de plano la hipótesis de que entre las verdades naturales y las reveladas pueda originarse contradicción, como afirmaba la doctrina de la doble verdad.
Según Tomás de Aquino, entre la filosofía y la teología debe haber una concordancia perfecta, garantizada por la unidad de Dios, que es a su vez autor del orden natural accesible a la razón y del orden sobrenatural mostrado por la fe. Incluso hay una zona de verdades comunes a ambas órdenes, que aun siendo accesibles por la razón, Dios ha querido revelar a los hombres para que no erraran el camino de su salvación. Son los praembula fidei.
La Razón como Herramienta Divina
Para el pensamiento tomista, la razón es una herramienta valiosa que Dios nos ha otorgado, y no debemos renunciar a ella ni considerarla un peligro para la fe. No obstante, contra el optimismo que mostraba Agustín de Hipona, intentando comprender todo cuanto creía, Tomás de Aquino reclama humildad y delimita los territorios, aunque admitiendo espacios de confluencia.
La razón tiene un campo propio en lo que es capaz de extraer de la información aportada por los sentidos, y en este ámbito nos suministra verdades de las que la fe no se ocupa. Algunas de ellas nos serán accesibles racionalmente. Es el caso de la existencia de Dios o de la inmortalidad del alma, demostrables según Tomás de Aquino por la razón natural.
Otras verdades de la fe, en cambio, no aceptan ser comprendidas y sólo son conocidas por la revelación. La razón, en estos casos, también tiene su papel, dado que, pese a no demostrar estas verdades, sí puede, por lo menos, mostrar que no son contrarias a la razón. Esta aportación de la razón resulta fundamental en las disputas con aquellos con quienes no se comparte la fe.
Conclusión: Conocimiento de Dios
Se comprende: Tomás de Aquino separa claramente la filosofía y la teología en cuanto a métodos, pero el objetivo de ambas disciplinas es común: el conocimiento de Dios. La revelación aporta el conocimiento de Dios desde arriba, desde la fuente misma; la filosofía, desde las cosas creadas. Es decir, conocemos a Dios desde abajo, a través de las cosas creadas. Sin embargo, algunos artículos de la fe, como los misterios, no pueden ser probados por la razón, pero la razón sí puede demostrar otros artículos, como la existencia de Dios.