Teología Racional y Revelada: Vías de Santo Tomás de Aquino

Teología Racional y Revelada: Un Estudio de Santo Tomás de Aquino

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TEOLOGÍA RACIONAL Y REVELADA:

Para hablar de la teología revelada y la teología racional, Santo Tomás parte de una idea básica: la fe es obediencia y confianza en la palabra de Dios. La teología revelada es aquella que se apoya en la palabra de Dios conservada en las Sagradas Escrituras, y la teología racional, que solo se apoya en la experiencia y en el mundo como prueba de la existencia de Dios. El teólogo recurre a la razón natural no para probar un artículo de fe, sino para explicar el contenido de esos artículos y captar el orden de los argumentos por los que se pasa de uno a otro. El papel de la razón humana en la enseñanza de la doctrina sagrada no es probar las verdades de la fe, sino explicar el contenido de dicha enseñanza. Pero explicar la revelación contiene no solo las verdades sobrenaturales que la razón no puede encontrar ni demostrar, sino también verdades que conciernen a Dios y son directamente accesibles a la razón. Estas verdades convenía que fueran reveladas. El conjunto de estas verdades, aunque no aporta un conocimiento superior al de la razón, resulta necesario, porque la fe en estas verdades asegura el equilibrio interior sin el que la naturaleza humana se vería incapaz de usar de la razón correctamente. La fe es a la razón lo que la gracia es a la naturaleza: no la destruye, sino que la perfecciona. A la inversa, también la razón es de algún modo indispensable para la fe. Existe un conocimiento natural de Dios. La posibilidad de conocer algunas verdades convergentes a Dios es realmente inherente a la naturaleza de la razón humana. La misma revelación es el descubrimiento de la verdad divina formada en un lenguaje humano. Los términos humanos que sirven para transmitir las verdades sobrenaturales contenidas en la revelación divina, deben conservar un mínimo de inteligibilidad para la razón humana. No hay conocimiento sobrenatural sin evidencia natural. La fe es una gracia de Dios, pero también un acto del hombre. Para que nuestra fe en Dios no sea un acto ciego, es preciso que la palabra de Dios tenga algún sentido para la razón. La fe no puede darse en un ser sin razón. El conocimiento de la fe supone la validez del conocimiento natural de Dios, porque solo hay un único Dios, que es alcanzado por la razón y por la fe. Por la fe se conocen muchas más cosas de Dios y de un modo superior y con más seguridad que por la razón. No hay un Dios para la fe y otro para la razón. Lo que es objeto de fe no es objeto de creencia, porque lo que es creído no es visto, pero lo que es sabido es visto. Santo Tomás observa que, acerca de un mismo objeto, puede haber fe y ciencia al mismo tiempo y en el mismo individuo, pero bajo aspectos diferentes. “Para la fe, Dios es verdad primera cuya plena visión colma de dicha a los bienaventurados”. Recibió muchas críticas, por ejemplo de Ockham, que defendía el nominalismo que admite que los conceptos universales son palabras arbitrarias para hablar de las cosas parecidas. No hay nada universal, no tenemos información sensible de Dios, entonces no lo podemos conocer, pero no de que no exista.

LAS VÍAS Y SU ESTRUCTURA LÓGICA

Apoyándose en el principio de que la razón humana puede alcanzar la existencia de Dios en virtud de su propio poder, Tomás de Aquino intentó la demostración de la existencia de Dios. Cuando nombramos la palabra “Dios” surge en nuestra mente la idea de un ser perfectísimo. Pensar en Dios implica, necesariamente, pensar que Dios existe. Para Santo Tomás de Aquino, la proposición “Dios existe” es evidente en sí misma, pero no lo es para nosotros, y no lo es porque nuestra mente tiene una capacidad de comprensión limitada, mientras que la realidad de Dios es infinita. Esta desigualdad de realidad hace que no podamos nunca saber qué es Dios, que no sepamos nunca conocer su esencia, sino tan solo que no es. Si pudiéramos conocer la esencia de Dios, llegaríamos a saber que su existencia es innegable. La existencia de Dios se convierte así en un problema. Santo Tomás afirma que Dios es demostrable, pero de un modo a posteriori. Una demostración a posteriori es aquella que toma como premisas los datos u observaciones que nos ofrecen nuestros sentidos. No podemos conocer la esencia divina, que es rigurosamente inaccesible a la razón, pero podemos saber racionalmente de su existencia. La distinción de la esencia y de la existencia en los seres finitos plantean a la razón humana el problema de saber cuál es la causa de las existencias finitas cuya esencia no es existir; lo que conduce de manera natural a plantear la existencia de un ser que, siendo el ser mismo el acto puro de existir, es la razón de las existencias concretas. Son cinco demostraciones que plantea Santo Tomás. En las cinco parte de premisas observacionales.

En la primera vía, intenta demostrar a Dios a partir del movimiento que constatamos en el mundo. En la segunda, lo intenta por las series de causas y efectos que descubrimos en el mundo físico. En la tercera, intenta probar a Dios partiendo de la contingencia o posibilidad que observamos en las cosas de este mundo. La cuarta vía dice que nosotros conocemos por los sentidos a seres que tienen diferentes grados de perfección, y si son más o menos perfectos es porque tiene que existir la perfección en grado máximo, y se acaba por admitir que Dios es el ser con perfección máxima. En la quinta y última, intenta probar a Dios dando como razón que todas las cosas existen y actúan para alcanzar un fin. Para que todo esto esté ordenado tiene que haber una inteligencia perfecta que lo ordena todo: Dios.

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