2. Explica en que consiste la búsqueda interior de San Agustín.
Agustín es el máximo exponente de la constitución filosófica del cristianismo. Desde su condición de creyente, nada hay mas importante para el que Dios, fuente de toda realidad, de todo verdad, de toda bondad. Es Dios, por tanto, el objetivo de toda la búsqueda agustiniana, en la que la vía de la autoexploración será el punto de partida necesario. Dado que, en esta búsqueda, Dios es el objetivo final, y no puede ser, por tanto, el punto de partida, Agustín no parte de Dios, sino de lo que nos resulta mas inmediatamente vivido y conocido, el alma, porque, para él, Dios se conoce a partir de la propia interioridad. El alma es una imagen de Dios, y por eso, este reflejo de la divinidad es el punto de partida de la búsqueda agustiniana. En definitiva, Agustín opta por un planteamiento de raíz platónica que rechaza encontrar la verdad en el mundo exterior, en la percepción de lo que es huidizo y cambiante. Se impone un repliegue del alma en sí misma, una búsqueda interior que lleve a analizar los contenidos de la conciencia con el fin de descubrir la verdad.
4. ¿Qué relación hay entre fe y razón?
Algunos filósofos cristianos consideraban que el núcleo de la fe se encuentra precisamente en la aceptación de lo que sobrepasa las capacidades humanas. Y rechazaban cualquier intromisión de la razón en el territorio de la fe porque podría generar confusiones y fomentar el descreimiento. Para Agustín fe y razón han de ser complementarias, porque la verdad solo puede ser una y no tendría sentido que Dios nos hubiera dado la razón para hacernos errar o para que no nos sirviéramos de ella. Por tanto, considera que religión y filosofía no son opuestas, sino que van de la mano en el filósofo que ha descubierto a Dios. Otra cuestión es, en esta complementariedad, quien hace de guía. Agustín es aquí muy claro: la fe precede a la razón. Esta complementariedad entre fe y razón se produce, para Agustín, en un triple sentido: – en primer lugar, en el sentido de que el autoconocimiento es el punto de partida para todo conocimiento. – en segundo lugar, en el sentido de que solo la fe estimula la elevación por encima de las propias carencias. – en tercer lugar, en el sentido de que la razón es capaz de entender las verdades que la fe le promete, es decir, que a la luz de la fe la realidad se vuelve comprensible.
5. ¿Qué son las ideas ejemplares? El mundo que ha creado Dios hace realidad en el tiempo las ideas eternas de la mente divina. Así pues, Dios, que como creador es causa eficiente, es también causa formal por el hecho de que la realidad temporal creada por Dios responde a un modelo ideal. En la filosofía clásica, Platón defendíó la existencia de una realidad permanente, inalterable y, en consecuencia, inmaterial; es decir, el mundo de las ideas, una realidad eterna sin la cual el concepto de verdad pierde todo significado. En Agustín, este mundo platónico de las ideas existe en la mente divina y estas ideas son causa formal de la realidad y debido a ellas las cosas responden a una definición. Las ideas divinas son ideas-modelo, eternas e inmutables, a partir de las cuales Dios crea. Por ellas todas las criaturas son lo que son y también por ellas tiene el ser humano la posibilidad de conocer. 6. Expón la teoría agustiniana de la iluminación.
El entendimiento es la capacidad que nos permite conocer la verdad. Ahora bien, no es posible que una mente finita e imperfecta como la nuestra pueda alcanzar por sí sola el conocimiento perfecto de las ideas divinas. A como alcanzar este conocimiento Agustín responde con la teoría de la iluminación. Así como para poder ver los objetos que captamos con los ojos no es suficiente que existan, sino que es necesario que estén iluminados, también en el caso de las verdades que captamos con el entendimiento es necesaria la existencia de una luz que los ilumine. Agustín Aprovecha la imagen para acentuar la idea de nuestra necesidad de Dios. Solo la luz que Dios irradia sobre la realidad hace posible el conocimiento.8. Expón la teoría agustiniana de la ciudad de Dios relacionando con la salvación colectiva. Este discurso sobre temporalidad y sobre el sentido de la historia, común a todos los pensadores cristianos, es conceptualizado por Agustín como la historia de dos ciudades, la ciudad terrena y la ciudad de Dios. Puede interpretarse gran parte de La ciudad de Dios como una reflexión sobre las relaciones entre el gobierno político y la Iglesia, y a menudo esta reflexión se ha utilizado como argumento para defender la superioridad del poder de los papas sobre el de los príncipes, la necesidad de unir el poder político y el espiritual o incluso la justicia de las llamadas guerras de religión. Lo que realmente pretende La ciudad de Dios es describir la historia humana como la evolución de dos realidades místicas contrapuestas -las dos ciudades- que responden a dos tipos humanos: los que viven según el mal y los que viven según Dios.