Teoría de las Ideas y el Símil de la Línea de Platón

Teoría de las Ideas

La teoría de las ideas es la concepción central de la filosofía platónica. Esta teoría afirma que las ideas abstractas, procedentes de las matemáticas, de la ética y, en general, de toda realidad sensible, tienen existencia real. Sin embargo, no existen en el mundo sensible que nos rodea, caracterizado por la imperfección, sino en un mundo inteligible, alcanzable exclusivamente por la razón. Al distinguir entre estos dos mundos, Platón defiende una concepción dualista de la realidad, un dualismo ontológico. Las ideas no son simples abstracciones, sino realidades objetivas. Así, hay muchas cosas bellas, pero un único concepto universal de la belleza misma, y este concepto capta la esencia de las cosas que llamamos bellas. Platón va más allá: las ideas son la verdadera realidad, mientras que el mundo sensible es meramente apariencia.

Platón atribuye a las ideas las mismas características que tenía el ser de Parménides: únicas, eternas, inmutables e inalterables. Las cosas, por el contrario, son sensibles, múltiples, sometidas al cambio y, por tanto, menos reales que las ideas. Un círculo, por ejemplo, puede ser dibujado con un lápiz, con un compás o mediante un ordenador. Los tres círculos así dibujados serán muy diferentes y contendrán distintos niveles de imperfección. Sin embargo, en los tres casos serán círculos, aunque ninguno se adecúe perfectamente a la definición. Platón asegura que dicha noción, perfecta e inmutable, tenía una existencia real en el mundo inteligible, donde se hallan todas las ideas, siendo la más elevada, a su juicio, la idea de bien.

El Símil de la Línea

Este símil presenta una línea dividida en segmentos desiguales. El primer segmento corresponde al conocimiento del mundo sensible, el punto de partida hacia el conocimiento. Platón denomina a este conocimiento opinión (doxa).

Este segmento de la opinión se divide en dos:

  • Imaginación o conjetura: se refiere a las imágenes o reflejos de las cosas sensibles.
  • Creencia: tiene como objeto las cosas sensibles.

El conocimiento del mundo inteligible se denomina ciencia (episteme) y se divide también en dos:

  • Pensamiento discursivo: propio de las matemáticas.
  • Inteligencia: el ámbito de la dialéctica, el auténtico conocimiento, que consiste en la contemplación de las ideas.

Platón considera las matemáticas como un conocimiento más abstracto que la creencia, pero menos abstracto que el conocimiento de las ideas. Conocer la figura o el esquema de un perro, por ejemplo, nos dice muchas cosas de su ser, de su esencia o idea, pero no todo. No es una imagen sensible, pero tampoco es una idea, aunque ayuda a conocerla.

Las matemáticas se sirven de dos herramientas: las representaciones materiales de algunas ideas (números y figuras) y los supuestos o hipótesis (postulados). Un postulado es una proposición no evidente por sí misma ni demostrable, pero que se acepta al no existir otro principio del que deducirse. Por ejemplo, el postulado de las paralelas afirma que por un punto exterior a una recta, solo se puede trazar una paralela.

La dialéctica es el método de la filosofía según Platón. Se asemeja al procedimiento matemático cuando se usan hipótesis. Consiste en recorrer los distintos grados de realidad y conocimiento (ver símil de la línea), usando cada grado como hipótesis para llegar al siguiente. El conocimiento de las sombras lleva al de los objetos sensibles, que lleva al matemático, que lleva al de las ideas.

Hay dos tipos de dialéctica: ascendente y descendente. La ascendente parte de lo particular y asciende a lo universal (la idea). La descendente parte de lo universal para llegar a lo particular. Por ejemplo, podemos saber qué es un pez partiendo de la idea de animal, pasando por vertebrado y luego por animal acuático. Así, un pez es un animal vertebrado acuático.

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