Teoría del Conocimiento de Hume
Para empezar a desarrollar la teoría del conocimiento que este consecuente escocés inventó, hay que saber que David Hume era un empirista y, como buen empirista, fundamentó todo su trabajo en lo obtenido mediante la experiencia sensorial. Y para comenzar con su teoría gnoseológica, Hume formuló una serie de principios (siempre basados en el empirismo) a partir de los cuales se siguen una serie de consecuencias lógicas (he aquí las más importantes):
Principios de la Teoría del Conocimiento de Hume
- Empirismo: Nuestro pensamiento está reducido a límites muy estrechos, ya que todos los materiales del pensar se derivan de nuestra percepción (interna o externa). Por tanto, la razón no es capaz de engendrar una idea original.
- Principio de Inmanencia: En la mente no hay nada más que percepciones, evidentemente transmitidas por los sentidos. Estas percepciones pueden ser de dos tipos:
- Impresiones: percepciones intensas como oír, ver, amar, odiar.
- Ideas: menos intensas, debido a que están más alejadas de los sentidos.
- Principio de Copia: Todas nuestras ideas son copias de las impresiones que tenemos, lo que significa que corresponden a algo que ya hemos sentido. Por tanto, no hay ideas innatas.
- Asociación de Ideas: La imaginación mezcla las ideas que existen en nuestra mente, pero hay algunas que tienen una atracción que hace que se relacionen entre sí, siguiendo tres normas: semejanza, contigüidad y causa-efecto.
- Nominalismo: (Guillermo de Ockham) negación de la existencia de ideas universales, generales y abstractas, ya que todas las ideas son particulares y vinculadas a un término general.
Implicaciones de la Teoría del Conocimiento de Hume
Una vez desarrollados los principios sobre los que Hume basa su empirismo, tenemos que decir que el escocés afirma que solo con la impresión y la memoria podemos asegurar la realidad del presente y la del pasado. Por tanto, el problema que se plantea a continuación es cómo podemos predecir el futuro. Hay acontecimientos futuros que parecen evidentes, pero ¿en qué se basa dicha evidencia? (si acerco la mano al fuego me quemo).
En primer lugar, todos nuestros razonamientos acerca de las cuestiones de hecho parecen fundarse en la relación de causa y efecto. Pero tanto la causa como el efecto no pueden descubrirse mediante la razón, sino mediante la experiencia. Todos los argumentos que fundamos en la experiencia están basados en la semejanza que observamos en los objetos naturales, lo cual nos hace pensar que lo que hemos visto seguirá el mismo patrón. Por tanto, sacamos que la costumbre es el camino a seguir para la vida. La costumbre nos induce a la creencia de que volverá a repetirse el mismo acontecimiento. Aquí vemos señalados esos estrechos límites de los que hablábamos antes. Por tanto, no podemos tener certeza racional sobre las cuestiones de hecho, sino únicamente creencia.
Estas conclusiones llevaron a Hume a adoptar el llamado escepticismo moderado. No es un escepticismo previo a los acontecimientos, sino un escepticismo que se basa en el análisis de nuestras facultades humanas.
Teoría Ética de Hume
Para empezar a desarrollar la teoría ética que este consecuente escocés inventó, hay que saber que David Hume era un empirista y, como buen empirista, fundamentó todo su trabajo en lo obtenido mediante la experiencia sensorial. Esta teoría ética le sirvió para demostrar que la experiencia moral no es encontrada en la razón, sino en el sentimiento que las acciones de las personas provocan en nosotros mismos. Esta teoría es denominada emotivismo moral y se opone al intelectualismo moral que, si recordamos, afirma que la condición para la conducta moral correcta es el conocimiento.
El emotivismo abre un gran campo y se acerca a la opinión actual, ya que toma en cuenta el gran ámbito de los sentimientos y las emociones. Pues el hecho de que la moralidad exista, Hume lo toma como una cuestión de hecho. Todos hacemos distinciones y cada uno de nosotros se ve afectado por consideraciones sobre lo que está bien y lo que está mal, pero esta duda comienza cuando nos preguntamos por el fundamento de esas distinciones morales.
La Crítica de Hume al Racionalismo Moral
Hume se encarga de criticar el racionalismo moral y presenta con claridad las ideas de su teoría emotivista. Propone que la razón tiene una importancia en la moral, ya que las cualidades que nos parecen buenas son las que gozan de utilidad y, por tanto, los resultados beneficiosos que traen consigo mismas. La razón nos ayuda a decidir qué consecuencias son útiles, pero esto no es suficiente. La razón no puede ser la fuente de la moralidad. Solo existen dos operaciones del entendimiento, dos modos mediante los que la razón puede conocer algo: el conocimiento de hecho y el conocimiento de relación de ideas, pero ninguno de ellos nos permite obtener nociones sobre bueno y malo.
Lo bueno y lo malo no se puede considerar como propiedad de un objeto moral, solo aparecerá como un sentimiento de aprobación o desaprobación de los hechos acontecidos. Un estuche (como bien tú decías) no puede tener la propiedad de bueno o malo, ya que eso solo lo puede tener un objeto que percibimos. La maldad o la bondad no pueden ser percibidas con los sentidos; por ejemplo, si vemos la escena de un homicidio, veremos sangre, signos de violencia en la anatomía de la víctima, objetos rotos, etc., pero no vemos la maldad ni la bondad.
Por esto Hume dice que es necesario tener un conocimiento de todos los objetos y de sus relaciones antes de dar una sentencia de censura o aprobación. Entonces la moralidad se ocupa del deber ser (no del ser), y pretende describir lo que debe ser y obtener un juicio moral a partir de la observación y análisis de los hechos. Bueno, pues si la moralidad no es una cuestión de hecho, nos queda solo la posibilidad de que se trate de un conocimiento de relación de ideas. Encontramos estas relaciones tanto en las cosas materiales, en nosotros, en acciones, pasiones, etc. En este caso, debemos considerar bueno y malo del mismo modo tanto en la acción humana como en la de la naturaleza y de los seres irracionales (cosa que no hacemos). Existen relaciones similares a las que despiertan en nosotros valoraciones morales que, sin embargo, no tienen influencia en la moralidad.
Conclusión de la Teoría Ética de Hume
Como hemos dicho antes, la razón no puede diferenciar bueno de malo, porque queda claro que la moralidad no se funda en la razón, solo se puede basar en el sentimiento. Consideramos entonces que algo es bueno o malo, no porque la razón capte ninguna cualidad en el objeto moral, sino por el sentimiento que ese objeto nos produce. Conclusión: Las valoraciones morales no dependen de un juicio de la razón, sino del sentimiento.