Teoría marxista de la historia: La lucha de clases y la transformación social

El Sujeto de la Historia y el Materialismo Histórico

Para Marx, el sujeto de la historia es la sociedad en su estructura económica. En las sociedades primitivas, fruto de la creatividad, se produjo la división del trabajo, lo que dio lugar a relaciones de poder y a la diferenciación de clases sociales en función de su poder económico y dominancia. El materialismo histórico se define como un método práctico de análisis social e histórico con una base de estrategia política. Desde un enfoque político, el desarrollo histórico es el producto de la tensión continua entre fuerzas antagónicas, entre fuerzas socioeconómicas (enfoque dialéctico). De acuerdo con Marx: “el motor de la historia es la lucha de clases”.

La Deshumanización y la Alienación

Según Marx, surge la deshumanización, entendida como la falsificación de la representación de la realidad para el mantenimiento del orden. Este proceso se lleva a cabo mediante las ideologías, teorías dominantes que justifican las estructuras económicas. El primer paso para superar las alienaciones es, según Marx, la conciencia de que las ideologías tienen un fin manipulador, para así recuperar la relación identitaria entre el hombre y el trabajo como herramienta liberadora y no esclavizadora. De esta forma, cuando el ser humano alcance una sociedad sin clases, el trabajo alcanzará su mayor expresión plena en la cooperación social como modo de libertad. No obstante, cabe cuestionar la factibilidad de este proceso de cooperación, hasta el punto de que se podría considerar utópico este modelo social.

Estructura Económica y Superestructura

Marx encuentra una explicación en la propia condición histórica de los sistemas productivos, que es la causa de su origen y desaparición. La realidad presenta para este autor una división entre la estructura económica (correspondiente a la vida material y a las relaciones de producción que satisfacen las necesidades), causante de los cambios históricos; y la superestructura, que comprende las leyes, ideologías y creencias de un determinado momento histórico. Esta encuentra su fundamento real y es creada por la estructura económica para garantizar su supervivencia. En palabras de Marx: “no es la conciencia de los hombres la que determina la realidad: por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia”. Partiendo de estos presupuestos teóricos, Marx afirma que la superestructura es cambiante en función de los intereses de la clase dominante, por lo que los valores de una sociedad sin clases (producto histórico) serán alcanzables si así lo dicta un cambio histórico.

Los Cambios Históricos y los Modos de Producción

Para explicar cómo se producen los cambios históricos, Marx lleva a cabo un análisis de la historia y subraya que esta consiste en un progreso constante de los modos de producción. En determinados momentos, las fuerzas de producción entran en contradicción con las relaciones de producción a causa de los avances técnicos, que provocan que las relaciones de propiedad (relaciones de dominancia y dominación) queden obsoletas. Este es, según Marx, el origen de las revoluciones sociales. Así pues, se entiende la historia como un conjunto de contradicciones que se resuelven temporalmente a través de la sustitución de un sistema económico por otro. Siguiendo este razonamiento, el capitalismo industrial también está destinado a la autodestrucción como resultado de las contradicciones surgidas de su mero desarrollo. Sin embargo, dichas contradicciones son tales que este sistema, según Marx, debe necesariamente derivar en un sistema que supondrá la solución definitiva a todas las contradicciones provenientes de la división del trabajo: el comunismo, sistema último para alcanzar la libertad real del hombre.

Las Leyes de la Caída del Capitalismo

Si bien la propia historicidad del momento capitalista determina su colapso, la alienación que la división del trabajo y la propiedad privada provocan en el ser humano, tanto en la clase dominada como en la clase dominante (crítica al socialismo utópico), contribuyen a la caída del capitalismo de acuerdo con tres leyes:

  1. Ley de baja tendencial del porcentaje de beneficio: establece que cuanto mayor es el beneficio de la burguesía (propietarios), mayores son el capital constante invertido (destinado a materias y medios de producción) y el capital variable (destinado a la mano de obra), por lo que la plusvalía (beneficio neto) disminuye a medida que el capital constante se incrementa. Así, unos beneficios crecientes amenazan el sistema capitalista.
  2. Ley de proletarización creciente: explica que el crecimiento de la clase proletaria (mano de obra) favorece el aumento de la conciencia de clase, y así la probabilidad de una revolución proletaria.
  3. Ley de desarrollo del capitalismo o ley de crisis de superproducción: resume los mecanismos de autodestrucción del sistema capitalista haciendo hincapié en que las crisis de superproducción (destrucción necesaria de productos para mantener la rentabilidad de la producción) favorecen en el proletariado la conciencia de su explotación por parte de un sistema basado única y exclusivamente en la obtención de beneficios.

La Revolución Comunista y la Libertad Real

De esta forma, Marx concluye con la inevitabilidad de una revolución comunista que para él será definitiva. El mecanismo de acción será la supresión de la propiedad privada y la instauración de una dictadura de la clase proletaria para poner de manifiesto la negación de su esencia que ha sufrido de forma pasiva durante toda la historia. Según Marx, esta revolución será de beneficio común, ya que el Estado dictatorial dueño de los medios de producción que abolirá la burguesía será de carácter universal, dando paso progresivamente a una democracia popular sin ningún tipo de alienación económica. En esencia, supondrá la reconciliación entre el ser humano y su naturaleza, así como con los demás seres humanos y sus relaciones materiales.

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