Platón
Platón decía que podíamos clasificar a todos los seres humanos en tres grandes grupos, tomando como criterio el tipo de alma o sus cualidades o capacidades personales. De este modo, se establece una correspondencia entre el alma y la polis.
Tipos de personas:
- En primer lugar, están los individuos en los que predomina la parte racional, que están dotados para el conocimiento y los identifica con los filósofos. Platón dice que son adecuados para estar al frente de la polis y dedicarse a las tareas de gobierno, y que llegarán a contemplar la verdadera realidad. Según él, aquellos que conocen la justicia podrán dirigir la sociedad de forma justa.
- En segundo lugar, están los individuos en los que predomina la parte irascible, que son las pasiones y deseos nobles. Son caracterizados por ser valientes, apasionados y sacrificados, y están capacitados para proteger y defender la polis, realizando la tarea de vigilantes o guardianes.
- Y por último, están los individuos en los que predomina la parte concupiscible, que son las pasiones y los deseos negativos. Son individuos volubles, vagos e indolentes, y suponen un problema para el buen funcionamiento de la sociedad. Por lo tanto, tienen el puesto de artesanos y productores, obedeciendo a gobernantes y vigilantes. Deben dedicarse a la agricultura, a la ganadería, al comercio o a la artesanía, con el fin de satisfacer las necesidades del resto de estamentos o clases sociales.
Aristóteles
Aristóteles renuncia a la tarea de crear una polis a imagen y semejanza del alma. Para él, el hombre es un ser social por naturaleza y la prueba es el lenguaje. La explicación de esto sería que, según Aristóteles, el hombre es el único animal que tiene logos. Este lenguaje tiene como finalidad la comunicación con los demás para compartir nuestras valoraciones morales sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. Según Aristóteles, el sentido moral es exclusivo del ser humano y solo se puede compartir viviendo con otros, o sea, formando parte de una sociedad. La naturaleza no hace nada en vano, es decir, que no hace nada sin un sentido, un porqué, un objetivo o finalidad, y con esto podemos concluir que el lenguaje es la prueba más clara de que el hombre es un ser social por naturaleza. Aristóteles sostiene que la sociedad funciona como cualquier ser u organismo vivo: nace, crece y se desarrolla hasta alcanzar su plenitud. El origen de ese organismo se encuentra en lo más profundo del ser humano, que es su naturaleza. Aristóteles dice que todo ser humano experimenta dos tendencias o inclinaciones naturales que son procrear y sobrevivir. El instinto de procreación lleva al hombre a unirse con la mujer, y la necesidad de conservación o supervivencia hace que amo y esclavos se unan. También surge así la familia, y estas se unen entre sí, formando clanes y después aldeas que se agruparán dando lugar a la polis o estado.
Jean Jacques Rousseau
Rousseau se pregunta por el origen de las desigualdades, señalando a la propiedad privada como causa de ellas. A esta conclusión llega analizando el camino recorrido por el ser humano desde el Estado de naturaleza hasta su vida en sociedad. Según el autor, el hombre, por naturaleza, es solitario, independiente y libre, y el apareamiento se produce por encuentros casuales. La relación entre madre e hijo perdura hasta que este se valga por sí mismo. El individuo vive de sí mismo y para sí mismo, vive en el presente y no piensa en el futuro. Su única preocupación es la propia supervivencia; se ama a sí mismo y este amor se ve compensado por la compasión que siente hacia el otro, que es un sentimiento natural, responsable de la repugnancia que el hombre sentiría en el caso de hacer el mal. Sus necesidades son simples y básicas. El estado de naturaleza es un estado premoral en el que no hay moralidad alguna. Sobrevivir en estas circunstancias es difícil, y si añadimos la perfectibilidad, el estado de naturaleza acabará dando paso a la vida en sociedad, presentado como un proceso de degradación o degeneración que sería de la siguiente manera:
- A medida que el número de individuos aumenta, los bienes y recursos escasean. Por eso, el individuo se ve forzado a cooperar con otros por necesidad, olvidando su bien más preciado, que es su independencia o libertad natural. Así aparecen la familia y las primeras formas de lenguaje dirigidas al trabajo. Obligados a convivir y trabajar, surgen comparaciones y el individuo construye su identidad en referencia al otro y no a sí mismo. Por eso, aparecen sentimientos desconocidos por el ser humano como la vanidad, la envidia, la rivalidad o el desprecio hacia el otro.
- Con la aparición de la metalurgia y de la agricultura, surge la propiedad privada y la desigualdad.
Rousseau está convencido de que la propiedad privada no tiene su origen y fundamento en el trabajo, sino que es fruto del robo de lo que es de todos, que da lugar a la violencia, generándose un clima de inseguridad. Ese clima y el poder de convicción demostrado por los ricos a la hora de convencer al resto de que la convivencia pone fin a la violencia es lo que empuja al individuo a abandonar el estado de naturaleza y vivir en sociedad, pero acaba pagando un precio. Mediante un pacto o contrato, el individuo renuncia a sus derechos con la esperanza de vivir en un clima de seguridad y paz, y el Estado se compromete a garantizar el orden en dicha sociedad. El Estado no es solo el encargado de velar para que no se produzcan conflictos, sino que también emplea a fondo para mantener el orden establecido, que es totalmente injusto y desigual, ya que se basa en el robo. Para garantizar ese orden social, el Estado utiliza las leyes y el uso de la fuerza, y con el fin de asegurar la propiedad privada, no dudan en anular la libertad natural y la autonomía del individuo. La conclusión a la que nos lleva Rousseau es que la vida en sociedad corrompe al hombre y el Estado es el responsable de las desigualdades económicas y sociales, y es culpable de la pérdida de libertad y autonomía del individuo y de su degeneración moral.