Tomás de Aquino, Hume y Descartes: Filosofía, Religión y Conocimiento

Tomás de Aquino

La Sociedad/Política

Tomás de Aquino difunde las ideas políticas de Aristóteles en Occidente en su obra Sobre el régimen de los príncipes, destacando los siguientes puntos principales:

El origen natural de la sociedad:

Los seres humanos son sociables por naturaleza, según Aristóteles. La sociedad es una aplicación de la ley natural, necesaria para la convivencia y supervivencia humana debido a sus carencias individuales.

Fines del Estado:

El objetivo del Estado es el «bien común», base de la legitimidad política. Esto implica:

  • Buscar la paz, una exigencia política según la tradición cristiana.
  • Garantizar bienestar y felicidad, protegiendo vida, salud y educación.
  • Fomentar la vida virtuosa, encaminando a los ciudadanos hacia Dios.

El ideal del Estado está basado en la doctrina cristiana, única religión legítima para Tomás de Aquino.

Relación entre ley positiva y formas de gobierno:

  • Ley positiva: Reflejo de la ley natural, busca el bien y evita el mal, respetando las costumbres y tradiciones.
  • Refrendo popular: Las leyes deben ser establecidas por la colectividad.
  • Solo las leyes positivas justas obligan al ciudadano.
  • Autoridad legítima: Sólo es válida si el pueblo la acepta y actúa con justicia.
  • Formas de gobierno: La monarquía es deseable si busca el bien común y no el interés personal. Una autoridad injusta se convierte en tiranía, y al tirano no se le obedece, sino que debe ser derrocado.

El Problema de Dios

Tomás de Aquino afirma que, aunque Dios es central en el orden del ser, su existencia no es evidente para el conocimiento humano, ya que este empieza con la experiencia. Por ello, deben buscarse argumentos para demostrarla. Partiendo de que los seres del universo son contingentes (pueden existir o no y no son causa de sí mismos), desarrolla las cinco vías para demostrar a Dios, todas basadas en la experiencia sensible y la lógica que exige un principio primero:

  • Primera vía (Movimiento): Todo lo que se mueve requiere un motor, como la serie no puede ser infinita, debe haber un primer motor inmóvil, Dios.
  • Segunda vía (Causalidad): Todos los seres tienen una causa, pero no puede haber una regresión infinita. Por tanto, debe existir una primera causa, Dios.
  • Tercera vía (Contingencia): Las cosas contingentes no pueden existir por sí mismas; hace falta un ser necesario que haya existido siempre y no pueda dejar de existir. Este ser necesario es Dios.
  • Cuarta vía (Grados de perfección): Las cosas tienen grados de perfección; debe haber un ser que posea el grado máximo de perfección, Dios.
  • Quinta vía (Teleología): Todo tiene una finalidad, dirigida por un ser ordenador, como un arquero dirige la flecha. Este ser es Dios.

Estas vías confirman que la razón no contradice la fe, sino que la apoya. Para Tomás, la noción de Dios proviene de la fe, anterior a la argumentación racional. Sin embargo, las vías muestran que la reflexión racional sobre la experiencia confirma el contenido de la fe.

Tomás también subraya los límites de la razón. La fe, como virtud teologal y don de Dios, guía al hombre más allá de lo que la lógica puede alcanzar. Por ello, las vías no son una demostración absoluta, sino una mostración de hasta dónde puede llegar la razón y cómo la fe completa esta búsqueda.


Moral de Hume

En tiempos de Hume, la razón ya no se veía como el fundamento de la moral, a diferencia de la tradición anterior, que vinculaba la moral con la divinidad y la ley natural. Para Hume, la moral no tiene carácter racional, sino que depende de las pasiones.

A diferencia de los filósofos previos que consideraban que la razón debía someterse a las pasiones, Hume sostiene que la razón se somete a las pasiones. En consecuencia, la moral no surge de deducciones racionales, sino de los sentimientos, ya que las ideas por sí solas no impulsan a la acción.

Hume se pregunta cuál debe ser el criterio de moralidad para evaluar las acciones. Para él, no se trata de un juicio racional, como sostienen otros filósofos, sino de un juicio basado en el sentimiento de aprobación o rechazo que surge al contemplar una acción. Los principios morales no son innatos, sino que se originan de la observación y la experiencia. Esto lleva a Hume a postular su emotivismo moral, donde la moralidad se basa en los sentimientos y las emociones, y no en la razón.

El sentimiento está relacionado con las creencias, que según Hume, no son ideas racionales, sino impresiones derivadas de la experiencia. En este sentido, tanto la moral como la religión carecen de una fundamentación racional, siendo más bien productos de los sentimientos humanos. La moral de Hume también se proyecta en la sociedad, donde debe reflejar un sentimiento de humanidad capaz de corregir los egoísmos individuales.

Finalmente, Hume aborda lo que llama la «falacia naturalista», que consiste en intentar derivar el «deber ser» del «ser», lo cual es un razonamiento falso. Según Hume, no existe una conexión directa entre el orden natural y el orden moral, y el paso del ser al deber ser es imperceptible. Por lo tanto, es necesario estar atento a las falacias que engañan al pensamiento en la búsqueda de la verdad.

Metafísica de Hume

Hume rechaza el concepto tradicional de sustancia en la metafísica, que sostiene que la sustancia es lo que permanece en un objeto a pesar de los cambios en sus cualidades. Según Hume, no existen las sustancias, ya que nadie puede tener impresiones de ellas, solo de las cualidades de los objetos. Si se eliminan esas cualidades, no queda nada.

Hume sostiene que la idea de sustancia no se deriva ni de las impresiones de sensación ni de las de reflexión, como las pasiones o emociones. La sustancia es, en realidad, solo una colección de ideas simples que agrupamos bajo un nombre común que tendemos a unir con la imaginación. La sustancia no es más que un conjunto de cualidades que asociamos mentalmente.

  1. La existencia del mundo: Hume sostiene que no tiene sentido preguntar si los cuerpos existen independientemente de nuestras percepciones. La creencia en los cuerpos es, según él, un impulso natural.
  2. La existencia del yo: Hume niega que tengamos una idea del yo, ya que no podemos derivar esta idea de ninguna impresión. El yo es solo una creencia basada en pensamientos, sentimientos y recuerdos de percepciones pasadas. La memoria crea la ilusión de continuidad, pero no es una entidad real.
  3. La existencia de Dios: Hume argumenta que no podemos justificar racionalmente la existencia de Dios, ya que no tenemos impresiones sensibles de él. Al investigar las religiones, concluye que su fundamentación no es racional.

Hume es muy crítico con la religión, considerándola no racional ni moral, sino instintiva. Sostiene que los seres humanos recurren a la religión debido al temor y la angustia generados por la incapacidad de controlar los acontecimientos naturales. Además, prefiere las religiones politeístas sobre las monoteístas, ya que las considera más tolerantes.


Descartes

Antropología

Descartes cree que el ser humano está formado por dos realidades distintas: el cuerpo y el alma.

Es una concepción dualista ya que habla del cuerpo como una «sustancia extensa» que no puede pensar, mientras que el alma es una «sustancia pensante» y es la esencia del ser humano. Ambos se combinan, pero son independientes. La relación de interacción entre cuerpo y alma es muy estrecha y se expresa en cómo influyen uno en el otro.

Para explicar cómo funciona esta conexión, Descartes mencionó la glándula pineal en el cerebro, que consideraba el lugar donde el alma interactúa con el cuerpo. El alma controla las pasiones y actúa de forma libre, sin ser dominada por ellas. Según Descartes, el cuerpo sigue leyes mecánicas, pero el alma es libre y tiene la capacidad de iniciar acciones, lo que le otorga autonomía. La libertad, para Descartes, es una de las características más nobles del ser humano, ya que nos hace similares a Dios.

Por otro lado, Descartes considera que los animales no tienen alma, por lo que los ve como simples máquinas, sin libertad, emociones o sentimientos.

El Problema de Dios en Descartes

El problema de Dios en Descartes está relacionado con su método filosófico, que es la base de su sistema de pensamiento. Descartes propone una nueva visión de la realidad, contraria a la tradición aristotélica y tomista, en la que la razón es la única guía para acceder al conocimiento. Su metafísica se basa en tres sustancias: el ser humano, o sustancia pensante (res cogitans) definido como una «cosa pensante» basada en la capacidad de pensar. Dios, o sustancia infinita (res infinita), cuya existencia deduce de la idea de Dios. El mundo, o sustancia extensa (res extensa), que está garantizada por Dios.

Para entender la noción de «sustancia infinita» en Descartes, es necesario considerar su concepto de ideas. Las ideas son los contenidos del pensamiento y tienen dos dimensiones: una objetiva (representan objetos reales) y una subjetiva (son formas de pensar del sujeto). Descartes clasifica las ideas en tres tipos: adventicias (que provienen de fuera del sujeto), ficticias (creadas por el sujeto) e innatas (presentes en el sujeto sin ser creadas o provenientes de fuera, como las ideas de existencia, infinito o sustancia).

A partir de estas ideas, Descartes llega a la noción de una «sustancia infinita», que es Dios. Utiliza el argumento de que, al dudar de su existencia, se da cuenta de que debe ser un ser finito e imperfecto, ya que un ser perfecto no dudaría. De ahí concluye que la idea de lo infinito no puede provenir de él, un ser finito, sino que debe haber sido puesta en él por un ser infinito, es decir, Dios.

Descartes dice que la existencia es una parte esencial de lo que significa ser Dios, y que no se puede pensar en Dios sin incluir su existencia. Como la idea de un ser infinitamente perfecto no puede provenir de un ser finito e imperfecto como el ser humano, esa idea debe haber sido puesta en nosotros por Dios mismo. Descartes también explica que, aunque alguien pudiera pensar que Dios nos engaña, eso no tiene sentido, porque un ser perfecto no puede engañar. Además, si los seres humanos cometen errores, no es por una imperfección de Dios, sino porque tenemos libertad para equivocarnos. Este razonamiento es una variación del argumento de Anselmo de Canterbury sobre la existencia de Dios.


Nos encontramos ante un texto filosófico, extraído del libro Investigación sobre el conocimiento humano, escrito por el filósofo Hume, perteneciente al siglo XVIII, de la Edad Moderna, en concreto a la corriente del empirismo.

En este libro, Hume expone su interpretación del conocimiento humano. Según su teoría del empirismo, los componentes del conocimiento son las percepciones, que pueden ser de dos tipos: impresiones e ideas. Junto a esto, Hume nos presenta cómo se pueden asociar las ideas y analiza fundamentalmente el principio de causalidad.

Idea principal del texto: causa y efecto.

Comparación

Tomás de Aquino integró fe y razón, basando su filosofía en la teología cristiana y el propósito divino, con una ética centrada en la ley natural. David Hume, en cambio, fue un empirista escéptico que rechazó la religión como base del conocimiento y la moral, fundamentándolas en la experiencia y las emociones humanas. Mientras Aquino veía la realidad como creación de Dios, Hume cuestionó las nociones de causalidad y propósito inherente. Aquino es teológico y racionalista; Hume, crítico y empirista.

(ÚLTIMO PÁRRAFO METAFISICA DE HUME)

En Diálogos sobre la religión natural, Hume presenta un diálogo entre tres personajes: Demea, que representa la ortodoxia; Cleantes, el deísmo racionalista; y Filón, el escéptico, cercano a la postura de Hume. Hume concluye que no hay fundamentos racionales últimos para creer en Dios, y aunque no considera que la creencia sea mala, sugiere que lo mejor es mantener un cierto escepticismo y refugiarse en la «apacible» Filosofía.

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