Tomás de Aquino: Síntesis Filosófica entre Fe, Razón y Existencia

Tomás de Aquino: Fe y Razón

Tomás de Aquino (1224-1274), nacido en Rocasecca, Italia, fue un fraile dominico y profesor en la Universidad de París. Es reconocido en la historia de la filosofía por su síntesis entre la teología cristiana y el pensamiento aristotélico.

Relación entre Filosofía y Teología

Tomás de Aquino comparó la filosofía y la teología, concluyendo que la filosofía es más autónoma, basándose en principios evidentes para la razón natural. La teología, en cambio, se desarrolla a partir de la sabiduría de la fe y las verdades reveladas por Dios.

Mientras que Agustín de Hipona, siguiendo a Sócrates y Platón, promovía una filosofía sapiencial enfocada en la interioridad personal, Tomás de Aquino, influenciado por Aristóteles, enfatizó la dimensión científica de la filosofía. La filosofía, como ciencia primera, no toma sus principios de ninguna otra disciplina. El plano existencial o personal del filósofo no debe interferir con el saber que cultiva.

Por lo tanto, el filósofo creyente, en su rol de filósofo, no debe recurrir a la fe, al igual que un matemático cristiano no lo hace en sus investigaciones matemáticas.

Doble Orden: Naturaleza y Gracia

Tomás de Aquino estableció una distinción, ya presente en Agustín de Hipona y en la tradición teológica, entre dos órdenes:

  • El orden de la naturaleza: Creado por Dios, atribuye a cada ser lo que le corresponde por esencia. Por ejemplo, el ser humano está dotado, por esencia, de un alma racional.
  • El orden de la gracia: Dios concede dones que exceden la capacidad de la naturaleza creada, como la condición de hijos de Dios. Esta condición fue perdida por el hombre con el pecado original y recuperada con la redención del Hijo de Dios.

El orden de la naturaleza se subordina al orden de la gracia, pero mantiene su autonomía. La gracia perfecciona la naturaleza sin suprimir sus cualidades fundamentales. La naturaleza puede actuar adecuadamente en su propio orden. Tomás de Aquino, por lo tanto, rechaza la tesis de Lutero, quien afirmaba que el pecado original había corrompido la naturaleza humana hasta imposibilitar cualquier acción buena.

Autonomía de la Filosofía y el Intelecto

La filosofía es un ejercicio del entendimiento en el orden natural. No es necesario que el entendimiento reciba una iluminación sobrenatural de Dios para alcanzar verdades naturales. La filosofía es autónoma en la medida en que se concede al intelecto natural un estatus elevado.

La doctrina aristotélica del intelecto agente permite, a diferencia de la filosofía platónica, dar mayor importancia a la inteligencia humana. El intelecto agente, según Tomás de Aquino, es una luz intelectual participada de Dios, pero no es una luz sobrenatural ni requiere la intervención de la gracia. Esto posibilita el conocimiento de Dios independientemente de la revelación aceptada por la fe.

Relaciones entre las Verdades de Fe y las Verdades de Razón

Las relaciones entre las verdades de fe y las verdades de razón son las siguientes:

  1. La verdad de la fe es superior a la verdad de la razón, pero no puede haber contradicción entre ellas. La verdad no puede contradecirse a sí misma. Los principios de la filosofía, cuando son evidentes, son innegables. El creyente cree que lo que Dios ha dicho es verdadero porque ha sido dicho por Él, que es la verdad misma.
  2. Existen dos tipos de verdades de fe:
    • Misterios de fe: Verdades que exceden la capacidad de la razón natural y no pueden ser demostradas. Aunque la razón no puede probarlas, puede refutar a quien afirme que son absurdas.
    • Verdades de fe al alcance de la razón: Pueden formar parte de la filosofía, ya que la razón puede comprenderlas y demostrarlas.
  3. Aunque algunas verdades reveladas son accesibles a la razón natural, fue conveniente que Dios las revelara. No todos los seres humanos se dedican a la filosofía, e incluso los filósofos se equivocan. Por ello, Dios reveló tanto los misterios sobrenaturales como ciertas verdades naturales necesarias para la salvación, como la existencia de Dios, la inmortalidad del alma y las verdades prácticas contenidas en los mandamientos.

Metafísica de Tomás de Aquino

Tomás de Aquino, basándose en Aristóteles, introduce nuevas perspectivas a las distinciones clásicas de materia y forma, sustancia y accidente, y potencia y acto. Establece que la esencia (aquello que el ente es) y el acto de ser (esse) son realidades distintas. La esencia es potencia respecto al acto de ser, que la actualiza y permite que exista como un ente real.

  • Nivel Sustancial: La materia es potencia con respecto a la forma sustancial, que define la esencia de un ser. Por ejemplo, un ser humano tiene un cuerpo (materia) y un alma (forma sustancial), que juntos conforman su esencia completa.
  • Nivel Accidental: Las propiedades adicionales del ser, como «ser filósofo» o «ser ateniense», son accidentes que dependen de actos que los actualizan.
  • Nivel Trascendental: Se considera al ente en su totalidad (sustancia y accidentes) como potencia frente al acto de ser, que actualiza la esencia completa del ser y la convierte en un ente real.

Sustancias Inmateriales y Dios

Las sustancias inmateriales, como los ángeles o los demonios, carecen de materia. Sin embargo, también poseen esencia y acto de ser. Dependen del acto de ser otorgado por Dios, quien es el único ser en el que esencia y acto de ser son idénticos. Dios es el «esse subsistens«, el único ser cuya esencia es idéntica a su existencia. Esto lo hace perfecto, necesario y eterno. Las criaturas, en cambio, tienen el ser como un «préstamo»; su existencia depende de Dios. Todo lo creado es contingente, mientras que Dios es el único ser necesario.

El acto de ser (esse) es el principio fundamental que actualiza la esencia de cualquier ente. En los seres materiales, este acto está limitado por su esencia. En las sustancias inmateriales, el acto de ser se identifica con su esencia. La diferencia entre Dios y las criaturas es que en Dios no hay distinción entre esencia y acto de ser, mientras que en las criaturas esta distinción es fundamental. La existencia de las criaturas no es necesaria ni autosuficiente, sino que depende de Dios.

Tomás de Aquino concluye que todo lo creado refleja una participación limitada del acto de ser divino, mientras que Dios, como fuente última del ser, es eterno, perfecto e inmutable.

Las Pruebas de la Existencia de Dios

Tomás de Aquino distingue dos tipos de pruebas sobre la existencia de Dios:

  1. A priori: Parten de la idea de Dios sin basarse en hechos observables (ej. argumento ontológico de Anselmo de Canterbury).
  2. A posteriori: Parten de hechos constatables y utilizan el principio de causalidad para remontarse a la existencia de un ser supremo. Las pruebas de Tomás pertenecen a este tipo.

Tomás afirma que el conocimiento de Dios no es evidente para el ser humano y solo se alcanza a través de la observación de otras realidades que dependen de Él. Su argumentación se compone de cinco vías, cada una representando un camino lógico para demostrar su existencia. Estas pruebas son racionales y no se basan en la fe. El principio fundamental de estas vías es el principio de causalidad: ninguna realidad finita puede explicarse por sí misma. Esto obliga a buscar una causa suficiente para cualquier fenómeno.

La postura de Tomás rechaza el ontologismo (que considera evidente la existencia de Dios) y el agnosticismo (que niega que la razón pueda probarla). La existencia de Dios debe ser demostrada racionalmente.

Las Cinco Vías

Tomás de Aquino propuso cinco vías para demostrar la existencia de Dios:

  1. Movimiento: Todo lo que se mueve es movido por otro, lo que lleva a un primer motor inmóvil (Dios).
  2. Causalidad: No es posible una cadena infinita de causas; debe haber una causa primera incausada (Dios).
  3. Contingencia: Como hay seres que pueden no existir, debe haber un ser necesario que exista por sí mismo (Dios).
  4. Grados de perfección: Como hay distintos niveles de perfección, debe haber un ser perfecto absoluto (Dios).
  5. Orden del mundo: La armonía en la naturaleza indica un ser inteligente que la dirige (Dios).

Ética Tomista

Tomás de Aquino desarrolla una filosofía que abarca la metafísica, la ética y la teoría del derecho, fundamentando su pensamiento en la distinción entre esencia y acto de ser. Para él, la esencia es lo que una cosa es, mientras que el acto de ser es lo que la hace existir. En los entes creados, esencia y acto de ser están separados, lo que implica que dependen de Dios. Las criaturas reciben su ser como un préstamo; solo Dios es el ser por esencia.

Libertad, Voluntad y Mal

En su teoría ética, Tomás de Aquino concibe la libertad humana en armonía con la providencia divina. La voluntad elige en función de su inclinación natural hacia el bien. Explica la existencia del mal distinguiendo entre el mal físico (parte del orden del mundo) y el mal moral (proviene de la voluntad humana cuando se aparta del bien).

Virtudes

La virtud, entendida como un hábito operativo bueno, es clave para evitar el pecado y alcanzar la felicidad. Las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) orientan al ser humano en su vida moral.

Ley Natural y Ley Positiva

La ley natural, establecida por Dios, guía a los seres humanos hacia el bien. Se basa en el principio fundamental de hacer el bien y evitar el mal, y se descubre mediante la razón práctica y la sindéresis. De ella derivan tres inclinaciones principales:

  • Conservación de la vida (sustancialidad).
  • Procreación y cuidado de los hijos (animalidad).
  • Búsqueda de la verdad y la vida en sociedad (racionalidad).

La conciencia moral juzga la moralidad de los actos basándose en estos principios. El bien común es el fin último de la vida social, ya que la naturaleza humana es social por esencia. Tomás de Aquino distingue tres tipos de leyes:

  • Ley eterna: Orden divino que rige el universo.
  • Ley natural: Inscrita en la naturaleza humana y derivada de la ley eterna.
  • Ley positiva: Concreta la ley natural en normas jurídicas promulgadas por la autoridad legítima.

Aunque la ley positiva debe respetar la ley natural, el ámbito político es autónomo del religioso.

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