Tomás de Aquino: Vida, Filosofía y Legado

Vida y Contexto Histórico de Tomás de Aquino

Nacido en el Castillo de Rocaseca (Nápoles), hijo del Conde de Aquino, fue el menor de doce hermanos. Se rebeló contra el deseo familiar de que se dedicase a las armas y, posteriormente, luchó para conseguirlo.

Estudió en Nápoles y murió dirigiéndose al Concilio. Se entregó en cuerpo y alma a su obra, creando un sistema que fue la figura cumbre de la Escolástica (movimiento filosófico que floreció en la Edad Media en las scholae que dependían de la Iglesia y en las que se daba especial importancia a las investigaciones teológicas).

Introducción: Fe y Razón en el Pensamiento Tomista

La filosofía de Tomás de Aquino es una síntesis en la que se funden las ideas de Aristóteles con las creencias cristianas.

Uno de los temas más importantes que trataron los escolásticos fue la relación entre la fe y la razón.

Para Santo Tomás existe una clara distinción entre filosofía y teología, o lo que es lo mismo, entre razón y fe.

  • A la filosofía le corresponde el campo de la verdad natural y sus verdades se pueden comprender mediante la razón natural.
  • A la teología le corresponde el campo de la verdad revelada, es decir, las verdades que nos han sido dadas a conocer por Dios.

Ambas tienen validez e importancia. Hay ciertas verdades que solo podemos conocer mediante la fe, como los hechos de la historia sagrada, y otras verdades, como las de la ciencia, se alcanzan mediante la razón.

Son distintas, pero no contradictorias; no puede haber verdades alcanzadas por la razón que sean contrarias a la fe.

Entre ambas existe una colaboración: la razón ayuda a la fe para construir la teología como una ciencia, y la fe ayuda a la razón como criterio extrínseco negativo de sus conclusiones, es decir, actúa de árbitro en aquellos casos en los que las conclusiones de la razón no coincidan con la revelación, señalando que el método racional ha fallado.

No obstante, Santo Tomás considera que hay verdades religiosas que también pueden conocerse racionalmente. Esta es la teología natural, a la que pertenecen algunas verdades fundamentales que Santo Tomás denomina preámbulos de fe. Son verdades reveladas que se pueden demostrar racionalmente, como la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

El Problema de la Realidad: Metafísica Tomista

Santo Tomás aceptará de Aristóteles, en su concepción de la realidad, varias de sus teorías (como la distinción de potencia y acto, el hilemorfismo o la teoría de las causas), pero subraya que la creación es un acto libre de Dios.

Antes de la creación, Dios no solo es el motor del mundo, como pensaba Aristóteles, sino también su causa eficiente.

Según Santo Tomás, en todos los seres que vemos a nuestro alrededor podemos distinguir:

  • Su esencia (su definición universal, lo que define cada cosa), que está asociada a la potencia de ser, porque no todo lo que tiene esencia se encuentra realmente presente en el mundo.
  • Su existencia, que es el acto de ser (la manera en que la esencia se plasma en una cosa que existe).

Las cosas, antes de ser creadas, existen en la mente divina.

En Dios, esencia y existencia coinciden, por lo que es un ser simple, el único ser que forzosa y necesariamente existe.

Por eso Dios es un ser necesario, mientras que todas sus criaturas son seres contingentes.

Pero no todas las criaturas creadas por Dios son iguales. La esencia de algunas criaturas está compuesta de materia y forma, mientras que otras solo de forma porque no tienen materia, como es el caso de los ángeles. Dentro de las criaturas materiales, los seres humanos ocupan una posición especial, ya que son compuestos de materia (cuerpo) y forma (alma racional).

Por debajo de los seres humanos se encuentran los animales y las plantas. Por tanto, todos los entes creados participan de Dios en grados distintos; hay, por tanto, un orden jerárquico entre las criaturas, siendo los más perfectos los más cercanos a Dios.

El Problema de Dios: Teología en Santo Tomás

Tomás, al igual que Aristóteles, considera a Dios como el ser necesario y acto puro, ser inmutable y causa primera de todo cuanto existe.

Sin embargo, el Dios de Aquino es un Dios creador y providente.

Tomás comprende que la existencia de Dios es problemática racionalmente, ya que no es evidente para todo el mundo. Y aunque las Sagradas Escrituras nos dicen que Dios existe, Santo Tomás cree que también podemos saberlo por la razón y, por tanto, es importante esforzarse en elaborar argumentos racionales que demuestren su existencia.

Así pues, la afirmación acerca de la existencia de Dios es evidente en sí misma, pues Dios es un ser necesario, pero no resulta evidente para nosotros.

Si deseamos acercarnos a Dios, solo podemos conocerlo por analogía, comparando a Dios con otros seres de los que tengamos experiencia real y que nos permitan hacernos una idea de a qué puede parecerse la divinidad.

Rechaza el argumento ontológico de San Anselmo, que demostraba a Dios a priori partiendo de la esencia de Dios. Santo Tomás considera que esta demostración no es correcta, puesto que no podemos conocer la esencia de Dios.

Para Santo Tomás, sólo es posible demostrar la existencia de Dios utilizando la demostración a posteriori (que parte de la experiencia) y basada en la causa eficiente, en donde se parte del conocimiento de los efectos, de lo que podemos observar a nuestro alrededor mediante los sentidos.

Se trata de razonamientos cuya estructura es siempre la misma:

  1. Se parte de un hecho de la experiencia.
  2. Se procede a la demostración por el principio de causalidad eficiente.
  3. Se muestra la imposibilidad de una cadena infinita de causas.

Las Cinco Vías

  • Primera vía: Parte del movimiento de los seres para afirmar la existencia de Dios como motor inmóvil.
  • Segunda vía: Parte de la existencia de causas causadas para demostrar la de Dios como causa incausada.
  • Tercera vía: Parte de la contingencia de los seres para demostrar la existencia de Dios como ser necesario.
  • Cuarta vía (de influencia platónica): Parte de la existencia de los grados de perfección en los seres para afirmar la existencia de Dios como ser sumamente perfecto.
  • Quinta vía: Parte del comportamiento ordenado de los seres naturales para afirmar la existencia de Dios como inteligencia ordenadora.

El Problema del Hombre: Antropología Tomista

La antropología de Santo Tomás, como la de Aristóteles, se explica aplicando al hombre la teoría hilemórfica: el hombre es una sustancia formada por dos coprincipios, el cuerpo y el alma.

  • El cuerpo es la materia de lo que estamos hechos.
  • El alma es la forma, el principio vital que nos mantiene con vida y nos permite realizar las funciones vitales.

Tomás, al igual que Aristóteles, distingue entre:

  • Alma vegetativa: que posibilita la alimentación y el desarrollo.
  • Alma sensitiva: posibilita las sensaciones dotadas por los sentidos, deseos y movimientos.
  • Alma racional: el entendimiento, la capacidad racional, propia del ser humano, que posibilita el conocimiento intelectual y la voluntad libre.

El hombre es, para Aquino, la unión sustancial del cuerpo (mortal) y del alma racional creada por Dios (inmortal).

El alma, al morir el cuerpo, deja de estar informada por él. Esta exigencia de la inmortalidad del alma es una novedad respecto a Aristóteles. Para Aquino, el alma humana individual es una sustancia imperecedera que ha sido creada por Dios y que aspira a la contemplación divina.

El Problema del Conocimiento: Epistemología

Tomás entiende el conocimiento como un acto que resulta de la unión sustancial entre el cuerpo y el alma. El objeto de estudio propio y natural del entendimiento humano son los seres materiales.

Tomás afirmará que el conocimiento racional parte de la percepción sensible para elaborar conceptos universales.

Se empieza a conocer desde lo sensible, desde lo concreto. Los sentidos captan el objeto sensible concreto; la imaginación elabora representaciones mentales de los individuos particulares que hemos percibido, mientras la memoria hace posible almacenar y recordar estas imágenes, y el entendimiento es el encargado de comparar las representaciones de individuos similares, despojándolas de los elementos individuales y accidentales para quedarse con lo común, con la esencia.

Como Aristóteles, también distingue entre:

  • Entendimiento paciente: que está en potencia y recibe las representaciones sensibles.
  • Entendimiento agente: que es el responsable de la abstracción, es decir, de separar la esencia de la materia.

El entendimiento sólo conoce a los seres individuales de un modo indirecto y secundario, al desviar su atención a las imágenes que acompañan a los conceptos universales.

Puesto que el entendimiento despoja de lo particular al objeto y se queda con la esencia universal, lo que hace que cada objeto sea algo concreto es la materia. Esto se conoce como principio de individuación.

Ética Tomista

El universo entero está ordenado según la ley eterna, dictada por Dios, que establece los fines a los que deben tender todas las criaturas.

Por tanto, tiene una visión teleológica: todo cuanto existe en el mundo persigue un fin.

Así pues, la ética de Tomás de Aquino es finalista.

Sin embargo, su concepto de felicidad no es el mismo que el de la filosofía aristotélica, ya que para Aquino la felicidad suprema solo puede consistir en la contemplación de Dios, y solo podemos alcanzar el máximo grado de felicidad en la vida ultraterrena, es decir, después de la muerte.

Pero si queremos ser felices en este mundo, debemos tener una guía de cómo comportarnos en nuestra vida terrenal.

Esta guía la podemos conseguir con ayuda de la razón, que nos permite comprender cuáles son nuestras tendencias naturales.

Estas tendencias naturales forman la ley natural, que es la manifestación de la ley eterna que hace referencia a los seres humanos, como seres racionales y libres.

Si deseamos alcanzar la felicidad, debemos identificar estas tendencias naturales y seguirlas.

Los preceptos de la ley natural (la ley moral) son evidentes por sí mismos.

Podemos captar estos preceptos haciendo uso de la sindéresis, que es la capacidad natural que tenemos todos los seres humanos para utilizar la razón de forma correcta.

La luz de la recta razón nos indica de forma muy clara la primera norma ética fundamental: «Se debe hacer el bien y evitar el mal».

Ahora bien, como nuestra alma está dotada de libre albedrío, disponemos de una voluntad libre que nos permite elegir entre seguir o no seguir los dictados de la razón.

Por lo tanto, aunque en todos los seres humanos hay una tendencia espontánea y natural al bien, también existe la posibilidad de desviarse de esta tendencia.

Para Santo Tomás, la razón nos permite entender cuáles son nuestras tendencias naturales, de las cuales se derivan algunas normas éticas fundamentales:

  • Como el ser humano es una sustancia, tendemos de forma natural a conservar la propia existencia; de aquí se deriva la norma moral básica de respeto a la vida.
  • En segundo lugar, en cuanto que el hombre es un animal, las personas tenemos la tendencia natural a reproducirnos y formar una familia, por lo que la norma que se extrae es la obligación de hacerse cargo de los hijos, cuidar de ellos y darles una educación.
  • Por último, los humanos somos seres racionales y sociales. Esto significa que debemos esforzarnos por alcanzar la verdad, de manera especial en lo tocante a nuestra relación con Dios, y la obligación de encontrar formas adecuadas de convivencia para poder desarrollarnos como personas. De esta última inclinación se deriva la ley positiva.

De estas tendencias naturales, captadas por la razón, se derivan normas éticas fundamentales. Así pues, el contenido de la ley natural (sus preceptos) es evidente (todos pueden llegar a conocerlos), universal (vale para todos los seres humanos) e inmutable (no cambia nunca) por estar implícito en la esencia humana.

Cuando se cumplen los mandatos dictados por la ley natural, que constituyen lo que llamamos moral, se considera que el hombre es virtuoso y puede alcanzar la felicidad, pero es una felicidad natural (terrenal).

Pero esta felicidad natural nos conduce a la felicidad sobrenatural, el Bien Supremo, que es Dios.

El Problema de la Sociedad: Teoría Social y Política

Siguiendo a Aristóteles, la política tomista afirma que el ser humano es social por naturaleza, por lo que necesita vivir en sociedad para poder desarrollarse plenamente.

El Estado debe ocuparse del bien común, velando por satisfacer las necesidades de todas las personas, promoviendo la paz y la justicia.

Esta misión del Estado hace que se clasifiquen los distintos regímenes políticos en dos grandes grupos:

  • Formas de gobierno justas: cuando el objetivo que se propone el Estado es alcanzar el bien común, que se da en la monarquía, la aristocracia y la democracia (o politeia).
  • Regímenes políticos injustos: en los que se antepone el bien particular al colectivo; es el caso de la tiranía, la oligarquía y la demagogia.

Para Tomás de Aquino, la monarquía es el mejor de todos los sistemas, en la que el poder del príncipe debe verse limitado por otras magistraturas o consejos de notables para evitar que degenere en tiranía.

Para vivir en sociedad, es necesario que el Estado elabore reglas o normas de convivencia recogidas en la ley positiva.

Esta ley positiva debe respetar los preceptos de la ley natural.

La ley positiva es una exigencia y prolongación de la ley natural.

Las leyes positivas no serán válidas cuando vayan en contra de la ley natural; en este caso, en conciencia, no hay obligación de obedecerlas.

Para Santo Tomás, los seres humanos no solo tienen necesidades físicas, puesto que además aspiran a la felicidad sobrenatural.

Puesto que las personas somos también seres espirituales, es necesaria la existencia de una institución que se ocupe de guiar a los seres humanos hacia su fin último: la Iglesia.

Mientras que el Estado se ocupa del bienestar terrenal, la Iglesia se encarga del bienestar espiritual.

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